El mastuerzo se llama Antonio Sánchez. El mastuerzo da clases de Valores éticos en un instituto de secundaria, un centro público de la Comunidad de Madrid llamado Santa Teresa de Jesús. Ah, el mastuerzo, qué malote, les dice a los alumnos barbaridades, quién sabe si se excita haciéndolo. "El patriarcado es la mejor invención del ser humano" afirma ante un grupo de chavalas y chavales y siente esa fascinación casi física, casi erótica que provoca el escándalo. "Los hombres están oprimidos por el feminismo", les dice y de nuevo siente ese golpe de sangre de quien desea escandalizar y lo sabe, lo hace a conciencia. Es tan burdo que en realidad no trata de meter esas ideas en las cabezas adolescentes obligadas en ese momento, obligadas a prestarle atención. Se trata de escandalizar, no de convencer sino de hacer daño, eso hace el mastuerzo. Y como buen mastuerzo, goza con su gamberrada burda, cochambrosa.
Se mete con los maricas, las lesbianas, las trans, se lo pasa bomba. Quizás ha preparado esa sarta de idioteces la noche anterior en su casa. Sin duda les ha dedicado tiempo como el crío algo tardo y cruel soba la piedra que a la mañana siguiente lanzará contra el jilguero aquel. En su cuarto busca las palabras y las junta –"La izquierda promueve la idea de ser subnormal" – para soltárselas al día siguiente a unos críos y crías a los que sabe sumirá primero en el estupor y después en la irritación.
La grandeza de todo lo que hace está precisamente en esos y esas adolescentes. No solo en que sus barbaridades les enfurezcan hasta la denuncia, sino en por qué les enfurecen. Les enfurecen por los avances de esta sociedad en la que una joven, un joven, tiene claro que faltar al respeto a los y las homosexuales, al feminismo, a los derechos humanos y la democracia es imperdonable. Y lo denuncian.
Podríamos llevarnos las manos a la cabeza por el resultado de la denuncia: ninguno. El Gobierno de la Comunidad de Madrid sobresee la denuncia de varias familias, y ese gesto también encierra un pequeño triunfo. El de la derecha extrema que gobierna Madrid retratándose a sí misma. Porque el mastuerzo llamado Antonio Sánchez puede dejar volar su enfermiza necesidad de llamar la atención gracias a que quienes gobiernan, entre otras cosas, el sistema educativo en el que él imparte clases de Valores éticos piensan lo mismo que él. No solo eso. Lo piensan y lo dicen en voz alta.
"Las verdaderas cabronas son las mujeres", regüelda el mastuerzo ante el alumnado boquiabierto. ¡Ahí está! Te hemos pillado, taradito: "las mujeres". El mastuerzo se baja el pantalón para enseñar sus tristes vergüenzas, que son las de muchos que, como las almorranas, las llevan en silencio. Las cabronas no son las feministas, no son las trans, no son las ministras socialcomunistas y "la niñera" de Irene Montero. Somos "las mujeres", así, a lo bestia, todas toditas todas.
El mastuerzo ha enseñado sus vergüenzas y las de la Consejería de Educación, que ha decidido no cesarlo; y las del Gobierno de la Comunidad de Madrid, que ha decidido lo mismo.
Se llama misoginia, y sí, yo soy una cabrona.
Comentarios
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