Posibilidad de un nido

Olvidémonos de ellos

Olvidémonos de ellos
Imagen de archivo. Manifestación por los derechos de la mujer en Madrid.- Jesús Hellín / Europa Press

¿Te imaginas un mundo pensado, construido, dibujado por mujeres? ¿Qué tipo de condiciones de trabajo fundaríamos? ¿Cómo serían los modos de parir, las estructuras familiares? ¿Haría falta eso a lo que llamamos "conciliación" en una sociedad trazada por nosotras? ¿Cuál sería, en caso de existir, la idea de jerarquía? ¿Cuál, la idea de conflicto o guerra? ¿Cómo sería la investigación previa a la sanidad, cuál el desarrollo farmacéutico? ¿A qué llamaríamos "doméstico" y qué lugar ocuparía en lo económico? ¿Qué renta supondría cuidar las convivencias, atender a mayores, alimentar progenies? ¿Cuál su remuneración?

Pero vamos a ahora, que es hoy y que es ahora, y venga...

Venga, ahora vamos a protestar por una violación múltiple en Cualquiersitiodespaña. Venga, vamos a salir a la calle contra la última mujer asesinada. Ahora contra la derogación de la Ley de derechos de la Comunidad de Madrid. Ahora vamos a construir un relato contra el despecho de los machistillos opinadores de la mierdita. Venga, a escribir sobre el dolor de nuestros partos en su mundo. Y ahora a protestar contra los códigos de agresión en toda construcción política. Ahora vamos a callarnos sobre nuestras disensiones internas. Vamos ahora a hacer cuentas sobre lo que nos cuesta el tiempo en asambleas. Ahora vamos a dolernos por las agresiones contra nuestras hijas. Ahora, ahora, ahora...

A la mierda el ahora. Años llevamos ahora tras ahora tras ahora. ¿Y qué son esos ahoras? ¿Qué significan más allá de una respuesta a las agresiones que día a día, constante y ubicuamente sufrimos?

Pasamos 24 horas al día, 7 días a la semana, 4 semanas al mes de cada año, etc. respondiendo a las agresiones que sufrimos todas, hemos sufrido nosotras y las nuestras, sufriremos y sufrirán nuestras hijas, nuestras nietas, bisnietas y las que nos sucedan, las agresiones que sufrían aquellas de las que procedemos y proceden y procederán. Porque, efectivamente, son tantas las torturas, sí, torturas, tantas las violencias macho, que merecerían cada segundo de nuestras vidas, de cada vida, todas y cada una de ellas, las que existieron, existen y existirán, todas y ni aun así llegaríamos a alcanzar una décima parte del dolor extremo.

Ese es el problema.

¡Esa es la cuestión!

Pasamos todo el tiempo de nuestras vidas –y ni siquiera todo sería suficiente— respondiendo a las agresiones constantes, habituales, omnipresentes, universales contra nosotras. Eso es. No tenemos tiempo de hacer otra cosa, ¿cómo podríamos? Pero esa es exactamente la pregunta en cuya cáscara nada germina, nada podría crecer.

El ejercicio feminista en los últimos años, estos en los que ya la violencia machista está más o menos narrada, es evidencia, nuestro ejercicio consiste en responder. Nuestra lucha es una respuesta al ataque. Tal es la violencia contra nosotras, que a duras penas damos abasto a responder.

Venga, ahora parémonos aquí. Parece atroz, pero cerremos los ojos a las agresiones macho no solo diarias sino sistémicas bajo las que boqueamos. Parémonos aquí, compañeras, porque son ellos quienes están marcando la agenda de nuestra acción, restringiendo, cercando el caminito de nuestro avance. Venga, parémonos un momento y dejemos de contratacar machismos como forma de lucha.

Nos están trabando la cerca del corral, nos construimos siguiendo sus golpes. Y en ese hacerlo, dejamos que nos roben la posibilidad de imaginar otra forma de existir, de organizarnos, otra forma de sociedad. Nos pasamos la vida luchando por ocupar espacios en lugares construidos por hombres: academias, estrados, jurados, estructuras, jerarquías... ¿Y nosotras? Y nosotras, ¿qué?

¿Te imaginas que tuviéramos tiempo para pensar un mundo distinto?

Ocupamos ministerios y nos acusan de llevar a nuestras hijas, nuestros hijos. Llegamos a puestos académicos y tenemos que enfrentar pactos de obediencia debida. Alcanzamos cargos directivos y descubrimos alianzas en prostíbulos. Nos hacemos un hueco en tribunales, comités, jurados y descubrimos sin descubrimiento, conociéndolas, costuras de corrupción endémica.

¿Te imaginas que tuviéramos tiempo para pensar un mundo distinto?

Vamos allá, vamos con todo lo que esto significa. Rompamos la cadena que nos ata a ser en la respuesta a su violencia. Porque, de seguir así, renunciamos inconscientemente a la posibilidad de un tiempo para imaginar un mundo distinto, el nuestro, nuestro mundo, esa forma posible y diferente de habitar la vida; otra, distinta a esta que hemos heredado y a la que nos empeñamos a amoldarnos. Dejemos de levantar nuestra existencia a la contra.

Si dejáramos de asentar el feminismo en la respuesta contra y le diéramos la vuelta a eso, si nos diéramos tiempo para pensar. Llevamos toda la vida, toda esta pequeña, pequeñísima Historia nuestra, tratando de ocupar unos espacios diseñados por hombres para hombres: ministerios, direcciones, academias, jerarquías...

Olvidémonos de ellos por un momento. Sé que es una barbaridad, pero me atrevo a proponerlo. Olvidemos sus ataques, esas agresiones constantes que están marcando nuestro actuar, y parémonos a pensar cómo sería un mundo diseñado, pensado por nosotras. Y por tanto, vivido.

Este 8 de marzo de 2022, las mujeres volvemos a salir a las calles, cada una con sus ideas, contra la violencia que recibimos, recibieron y recibirán. Es decir, volvemos a manifestarnos situando a los hombres en el centro. Propongo que a partir del día siguiente nos olvidemos de ellos y empecemos a imaginar mundos diferentes, crear una realidad que sea nuestro mundo. Distinto.

Más Noticias