Posibilidad de un nido

Hay una Europa posible, la de las mujeres

Foto de archivo del exterior del edificio del Parlamento Europeo en Bruselas, en la noche de las elecciones europeas de 2019. REUTERS/Yves Herman
Foto de archivo del exterior del edificio del Parlamento Europeo en Bruselas, en la noche de las elecciones europeas de 2019. REUTERS/Yves Herman

La Unión Europea es un lugar insano, por eso crece las extremas derechas. No caen del cielo, florecen aquí, en este territorio abonado con racismo, desigualdades, silencios y mentiras, belicismo, homofobia y misoginia. Por eso crecen fuertes y sobre todo, rápido. Ahora tratan de vendernos la idea de que ese avance ultra es irremediable, y una casi cae en la tentación de pensar lo mismo, de creer que nada bueno puede crecer aquí, en esta tierra que siembra de odio y muerte sus fronteras. Pero no. Nada es imposible. Lo aprendí de las mujeres que vinieron antes.

Una de las armas de la ultraderecha, que ya es también la derecha, reside en la violencia, claro. Otra es la mentira, esa forma de crear con patrañas miedos que le hagan hueco al odio. Y la tercera, para mí la más peligrosa, es su rapidez. Llegan, arrasan con todo y permanecen sobre lo devastado, se instalan, carroñeros, a nutrirse del cadáver. Cuando Ayuso restringió los derechos LGTBI, no dio tiempo a reaccionar. Cuando el Gobierno de Aragón o el de Castilla y León derogaron las leyes de memoria democrática, tampoco. Así funcionan, así sucede, las cosas hechas son muy difíciles de revertir.

¿Os acordáis de las manifestaciones contra la Ley de Extranjería? Durante meses salimos a las calles, nos parecía inconcebible, creímos que teníamos algo que hacer, que podíamos. Se aprobó y ahí permanece. ¿Os acordáis de las manifestaciones contra la Ley Mordaza? Nos parecía imposible que se nos impidiera con multas una fotografía, los recortes en la libertad de protesta y de expresión, los privilegios para la policía frente a la población. Se aprobó, y ahí permanece. ¿Os acordáis de las protestas contra los Cies? Ahí siguen. Una vez que dado el paso, una vez cometida la tropelía, es difícil revertirlo.

Por eso, últimamente, insisto tanto en la idea de la urgencia. Porque si no lo frenamos ya, ahora, inmediatamente, acabarán con todo lo bueno que hemos construido, con los derechos de mujeres y el colectivo LGTBI, el derecho a aborto, la idea misma de igualdad, con la educación y la sanidad públicas, con la compasión. Y todavía nos queda tantísimo por avanzar... Sin ir más lejos, en dos cuestiones fundamentales que marcarán nuestro futuro: la paz y la migración.

Por supuesto que la UE es un territorio violento y obscenamente rico, macho, blanco, construido sobre el expolio, el latrocinio y la sangre de otros territorios. Sin embargo, es el lugar que que habitamos, y mientras sigamos habitándolo, nuestro deber deber histórico es hacer de él un lugar mejor. Soy mujer. Que nadie me diga que algo es imposible. Por supuesto, sí se puede. Esto lo aprendí de las que vinieron antes.

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