Posibilidad de un nido

Deja la casa familiar, pásalas canutas, protesta en la calle

No te lo creas. Te dicen que no puedes 'emanciparte' y no es cierto. Sí puedes. ¿Que vas a vivir con apreturas? Por supuesto. ¿Que vas a eliminar caprichos para pagar la habitación que te toque y la línea telefónica? Sin duda. Y lo más probable es que tengas que renunciar a vivir en Madrid o Barcelona, pero también en San Sebastián, Ibiza, Palma, Sevilla o Málaga. 

Eso me gustaría decirle a cualquier muchacha o muchacho joven, no de 30, sino de 20 años. El Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España acaba de publicar nuevos datos sobre la edad en la que la gente joven abandona el hogar familiar, 'se emancipa'. Por primera vez supera los 30 años de media. Teniendo en cuenta que en España lo que llamamos 'juventud' acaba al cumplir la treintena, podríamos deducir que en España los jóvenes sencillamente ya no se emancipan, que lo hacen de adultos.

Me gustaría decirles mucho antes de la treintena, con 20 años, por ejemplo: Sal de la casa familiar y búscate la vida. Encuentra un trabajo, el que sea. Descubre por ti misma, por ti mismo, la forma de ser independiente y, a partir de ahí, pelea por lograr hacer de la profesión que has elegido tu forma de vida, y no al contrario. No compres la peregrina idea de que no te emancipas porque no puedes permitirte una hipoteca. No necesitas una hipoteca a tu edad, no deberías adquirir un piso en propiedad. No compres tampoco eso de que no puedes permitirte un alquiler. Puedes, claro que puedes. Probablemente en un piso compartido, algo que no es nuevo ni extraño. Se aprende mucho de la convivencia con personas de tu edad que no pertenecen a tu familia, ni siquiera a tu círculo de amigos.

Me gustaría añadir que no todo es vivir en Madrid o Barcelona, que empezar en una ciudad más pequeña, menos deshumanizada y aún sin colonizar por la avaricia de los que acumulan cientos, en ocasiones miles, de viviendas es una opción estupenda. Una ciudad mediana o incluso pequeña, con un bonito parque, plazoletas, a poder ser con Universidad, sus bibliotecas y zonas de bares, gozar por un tiempo, o quién sabe si para siempre, de la vida a pie y las distancias cortas. 


No hablaré de mis años sirviendo copas, dando clases particulares o en academias de recuperación de a tanto la hora, correcciones en editoriales de tercera a cuatro perras, años de arroz con atún de lata un día y atún de lata con arroz al siguiente. Esos años dan para un libro, y no sería feo. No estaría mal narrar, por ejemplo, los inicios en el movimiento libertario, planear manifestaciones, salir a hacer pintadas, repartir panfletos, las asambleas en centros autogestionados. O sea, la protesta.

No he podido dejar de pensar en ello tras leer la información del Observatorio que dice que las y los jóvenes dejan la casa familiar, de media (¡de media!) una vez cumplidos los 30 años. Se me ha ocurrido que probablemente por eso se me llenan las dudas de melancolía cuando veo la edad (media también) de las personas que salen o salimos a la calle a protestar por cuestiones económicas, cotidianas. Si no te cuesta vivir, si no te toca comer arroz con arroz una semana tras otra, es muy difícil que te movilices.

Después he pensado que quizás nada de todo ello sea inocente. Los medios de comunicación repitiendo machaconamente la idea de que "los jóvenes en España no pueden emanciparse antes de los 30", casi tan habitual como la matraca de la okupación. Pueden hacerlo, por supuesto. Deberían. Creo que como sociedad podríamos empezar, como sea, a insistirles en ello. Los medios no lo harán. 


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