Después de la puñalada trapera que ayer asestó Nick Clegg a su socio de Gobierno David Cameron, todo el mundo esperaba que, al menos, tuviera la dignidad de presentarse en el Parlamento. No ha sido así. Esta tarde, Cameron ha comparecido en la Cámara de los Comunes para dar explicaciones sobre el veto en Bruselas y Clegg se ha esfumado. Ni siquiera ha aparecido, como se ha encargado de remarcar -por si no fuera lo suficientemente notable para quienes veíamos la intervención- Ed Miliband, líder de la oposición. Incluso en las filas conservadoras se la han tirado a su socio de coalición: la diputada Nadine Dorries ha acusado a Clegg de cobardía.
Sea como fuere, es lo que tienen los partidos. Si el viernes Clegg defendió la decisión de Cameron y llegó a decir que sus peticiones en la Cumbre de Bruselas eran "razonables y modestas", dos días después, los liberal-demócratas debieron tirarle de las orejas y rectificó, y nada menos que en la BBC, armándola buena. No es muy distinto de lo que le ha sucedido a Cameron que, a pesar de saber de la necesidad imperiosa que tiene Reino Unido de Europa, ha tenido que adoptar el 'espíritu de bulldog' para contentar a sus filas de euroescépticos. Miliband lo ha descrito hoy de la siguiente manera: "ha respondido a la mayor rebelión tory de la década cometiendo el mayor error de la década".
Cameron hace una lectura muy distinta, con un discurso que ya desde la primera línea ha provocado el desencuentro: "Fui a Bruselas con un objetivo: proteger los intereses nacionales de Reino Unido... y es lo que hice". En realidad, hoy por hoy casarse con la Unión Europea (UE) es hacerlo con el tándem Merkozy y hay que prometer serles fiel, en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad... y amarles y respetarles -y obedecerles-, todos los días de su vida. Como Grecia, que igual les quiere hasta que estire la pata asfixiada por la deuda y sus intereses.
Cameron no quiere casarse; prefiere ser amante bandido... ya saben, aquello de "pasión privada, dorado enemigo"... hoy lo ha dicho bien claro: "No pido disculpas por haber pedido esas garantías. [...] No fue una decisión sencilla, pero fue la correcta. [...] Ser miembros de la UE es vital para nuestros intereses nacionales. [...] Somos un miembro de pleno derecho de la UE y no ha cambiado nada desde la semana pasada"... pero cambiará, porque ya ha avanzado que la UE es rígida, no tiene la flexibilidad necesaria que él, como amante bandido quiere. Ha subrayado que "habrá un período de grandes cambios", porque sí se quiere ajustar a lo de "yo seré tormento y amor", pero no está dispuesto a asumir que la UE sea "la marea que arrastra los dos". Y quiere poderes.
Y ahí aparece Sarkozy, si me apuran, más que Merkel. Se ha hablado poco, muy poco del presidente francés, depositando todo el peso del veto en Cameron pero, ¿qué margen de negociación dejó Sarkozy? Merkel en todo momento era partidaria de un acuerdo de los 27, pero Sarkozy no; él era más amigo de sujetar bien sujetos a los 17 de la zona euro, sin contar con Reino Unido.
Y al final la jugada a él, y sólo a él, le salió redonda.
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