Posos de anarquía

El Sáhara y la doctrina Fernández-Díaz

El enviado especial de la ONU para el Sáhara Occidental, Christopher Ross, anda estos días en los territorios ocupados del Sáhara Occidental en una visita histórica. Ya empezamos mal, ¿por qué histórica? ¿Por qué el máximo responsable de la MINURSO ha tardado 37 años en ver in situ qué se cuece en los territorios ilegalmente ocupados por Marruecos? A esa pregunta sólo cabe una respuesta y es la absoluta inoperancia que la ONU lleva años demostrando -en lo que a mediación se refiere, no a ayuda humanitaria-  en todo tipo de conflictos en general y en el del Sáhara Occidental en particular.

Seguimos, porque lo que mal empieza, mal acaba. Ayer, la policía y el ejército marroquíes, reconvertidos en Fuerzas de Inseguridad, reprimieron con brutalidad una manifestación pacífica de saharauis en el Aaiún. Ross ha sido, pues, testigo de excepción de la absoluta imposibilidad de manifestarse de un modo pacífico contra la ocupación ilegal -y esta afirmación no es gratuita, está avalada por el Derecho Internacional-. Habrá que ver qué escribe en su informe ante tamaña violación de Derechos Humanos.

Huelga decir que en el Aaiún hay cooperantes españoles y vista la brutalidad desplegada ayer no parece un entorno seguro. Precisamente por ello, los activistas seguirán al pie del cañón y no permitirán que la violencia marroquí pueda con ellos. Sin embargo, uno no puede evitar que le venga a la mente la repatriación forzosa  de cooperantes que García Margallo desplegó el pasado mes de julio. Entonces, el ministro de Exteriores alegó que nuestros servicios de inteligencia tenían indicios más que fiables de posibles secuestros por parte de terroristas. Hubo activistas que se quedaron, bajo su responsabilidad -el Gobierno de España obligó a firmar un descargo de responsabilidad- y con la única protección que tenían antes de la repatriación: las fuerzas de seguridad del Frente Polisario. No pasó nada, nadie ha sido secuestrado.

Ahora, en cambio, no hace falta ningún agente avezado del CNI para darse cuenta de que las Fuerzas de Inseguridad marroquíes, perdonen la expresión, dan hostias como panes a la mínima de cambio. ¿Ha velado Exteriores por la seguridad de cooperantes y activistas en el Aaiún? En absoluto, por dos motivos esenciales: el primero de ellos es que este tipo de represiones a manifestantes pacíficos, lo hemos visto decenas de veces en España, son "actuaciones espléndidas" como las califica el propio titular de Interior, Fernández-Díaz, cuya filosofía parece basarse en el miedo y la violencia institucionalizada más que en el diálogo social.

El segundo de los motivos es que se trata de Marruecos y, a ojos del Gobierno español, qué son un puñado de saharauis y cuatro perroflautas españoles apaleados comparado con los millones de euros que reporta el socio comercial marroquí? Más aún ahora, a las puertas de volver a negociar el Acuerdo de Pesca con la Unión Europea que esquilma ilegalmente el banco saharaui. De hecho, hasta que se produjó la brutal represión de ayer, la televisión del régimen (TVE) prácticamente ni mencionó la visita de Ross.

Lamentablemente, esta violencia, esta connivencia y complicidad del Estado Español con quienes violan sistemáticamente los Derechos Humanos más esenciales -si es que hay alguno que no sea esencial- no es nada nuevo en el Sáhara. Y eso, para quienes amamos a un pueblo hermano como el saharaui, no es más que un acicate (Soraya dixit) para seguir denunciando los hechos a la Comunidad Internacional.

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