Ayer se cometió un terrible atentado en el medio satírico Charlie Hebdo. Un ataque que no tiene ninguna justificación, como sucede con absolutamente todos los actos violentos de esta naturaleza. No tardaron en aparecer las primeras muestras de solidaridad con el semanario francés, tanto off-line como on-line, multiplicándose las viñetas satirizando al profeta Mahoma, dibujando tinteros sangrantes, congregando a multitudes en las calles... y, sobre todo, clamando en defensa de la libertad de expresión.
Sin embargo, pienso que cometeríamos un tremendo error si nuestra reflexión se quedara ahí. Creo que caeríamos en un terrible reduccionismo, en una simplificación tan simplona que roza la necedad. Para ilustrar esta argumentación me ayudaré de un ejemplo:
Imaginen un colegio en el que los profesores abusan de su autoridad. Unos profesores que castigan sin motivo a los alumnos, que los llevan a cuartos oscuros y los someten a terribles torturas que, a posteriori, no tienen ningún pudor en describir pormenorizadamente. Imaginen que los padres no hacen absolutamente nada por remediar la dramática situación por la que atraviesan sus hijos; es más, algunos incluso colaboran, llevando ellos mismos a sus hijos al cuarto oscuro. Un buen día, los profesores publican un fanzine en el que ridiculizan y humillan a los niños y, entonces, uno de ellos ataca violentamente a los profesores. Pocos serían los que dirían que los niños no han respetado la libertad de expresión; más bien, los pensamientos irían a que aquella burla era la gota que había colmado el vaso.
Salvando mucho las distancias, eso es lo que sucedió ayer. Quienes han comparado los asesinatos de ayer con los atentados del 11-S de 2001 sinceramente creo que lo hacen malintencionadamente. Primo Levi decía que nunca es posible ponerse realmente en el lugar del otro, pero es que hay algunos que ni siquiera lo intentan. Antes de malinterpretar mi argumento y tacharme de estúpido, hagan el ejercicio de ponerse en el lugar de un islamista:
Para empezar, un islamista no nace, se hace y no es por ciencia infusa, sino por fuentes externas. ¿Qué factores influyen para que un musulmán se torne en islamista? Bueno, sería hipócrita no admitir que la política exterior de Estados Unidos es determinante. Desde Washington y con la complicidad europea se han inventado guerras preventivas dejando a Irak en peor situación que antes del conflicto; se han cometido violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos; se han realizado torturas, se han documentado y se ha tenido la desfachatez de no juzgar a sus autores; se han cometido miles de asesinatos con drones infringiendo el Derecho Internacional... ¿Cómo cree que puede vivir esto un musulmán? ¿De veras creen que en las condiciones de vida en que desarrollan su día a día muchos de ellos no son carne de cañón para caer en el integrismo islámico? ¿No es EEUU y la propia Europa la que contribuyen a alimentar este integrismo?
Sigan con el ejercicio de ponerse en el lugar del otro. Piense en el fervor para unos, fanatismo para otros, con que se vive la religión. En esta coyuntura, cuando el islamista se siente humillando, impotente por el azote ilegal e impune de Occidente, van y se burlan de algo tan sagrado para ellos como es su profeta Mahoma. A más de un católico no le costará entender este fervor, sobre todo a los que llevaron a juicio a Javier Krahe por el vídeo de cómo cocinar un Cristo. Incluso a nuestro rey Felipe VI tampoco le costará entender lo que escuece la sátira, pues él mismo consiguió secuestrar una edición de El Jueves cuando era príncipe y, posteriormente, su padre ejercició las presiones necesarias para que en su abdicación la propia dirección del semanario se autocensurara.
Entre llevar a juicio o secuestrar una publicación y cometer un atentado hay un abismo, me dirán. Y estoy de acuerdo, pero es que no olviden que en ningún momento estoy justificando el atentado de ayer. Me parece que es una atrocidad, una salvajada injustificable. Lo que argumento aquí es que me da pena que cuando Obama publicó el 'manual del buen torturador de la CIA' no hubiera manifestaciones tan masivas en las calles como ayer, por ejemplo. Lo que lamento es que ayer mismo Willie Toledo fuera objeto de amenazas e insultos por venir a decir lo mismo que digo yo aquí, dándose incluso la paradoja de que quienes defendían la libertad de expresión de Charlie Hebdo no respetaban la de Willie, llegando a desearle una bala en su cabeza.
El atentando de ayer no es sólo una cuestión de libertad de expresión, esa que ahora defiende el retrógrado ministro del Interior Jorge Fernández Díaz, olvidando premeditadamente que con su Ley Mordaza nos retrotrae a los años del Franquismo. El atentado de ayer tiene más que ver con la gota que colma el vaso y deberíamos ver más allá del Kalashnikov. Si no lo hacemos, seguiremos siendo cómplices de las atrocidades de EEUU que siembra más odio y destrucción que libertades y democracia.
Comentarios
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