El Borbón grabó ayer su mensaje de Navidad. Lo hace en mitad de unas negociaciones para formar gobierno, la espera del informe de la Abogacía del Estado sobre la inmunidad de Junqueras y una derecha y una extrema-derecha desquiciadas. Todo eso da igual, diga lo que diga, pocos serán los que critiquen al monarca, dando muestras de su hipocresía, falta de coraje y sumisión real.
Confundir unidad con borreguismo es un error y ésto último es lo que impera cuando hablamos de la monarquía, que muy pocos partidos se atreven a criticar; algunos, como el PSOE, incluso presumen de monárquicos mientras Pablo Iglesias se revuelve en su tumba. El Borbón grabó ayer su discurso y habría que ser muy ingenuo para pensar que no sabía de antemano lo que dictaminará la Abogacía del Estado sobre Junqueras. Con todo, es una pirueta en el aire, porque las negociaciones para facilitar la investidura de Pedro Sánchez aún están en un pañuelo.
En el centro del mensaje estará Catalunya, la unidad de España y el nuevo gobierno... de todo ello depende de su pan. Si se pasa de frenada, como hizo en aquel terrible 1 de octubre, prácticamente nadie le replicará. Si se queda demasiado corto, ni siquiera los neofascistas alzarán demasiado la voz, tan gallitos que son ellos...
Habrá muchos que utilicen este sexto discurso del Borbón para reivindicar su papel pretérito, para otorgar a esta monarquía caduca y machista un valor que no tiene, que se le da con la misma facilidad que se le asignan los más de ocho millones de euros de presupuesto. La sumisión real, el borreguismo monárquico corre por toda España y pareciera que hay que tragar con el Borbón como si se tratara de una cuestión de fe, pensando que es beneficioso para el país porque así se ha transmitido de generación en generación sin que nadie haya probado tal bondad.
Diga lo que diga, hay que criticar al rey. El mero hecho de que hoy cope las cadenas televisivas y emisoras de radio es una anomalía democrática desde todos los puntos de vista. La retahíla de tópicos que repetirá esta noche en su discurso bastaría para que cualquiera con un mínimo de decencia se plantara y se preguntara ante toda la ciudadanía qué está pasando en este país donde la miseria campa a sus anchas mientras algunas personas, entre ellas el Borbón, comen en vajillas bañadas en oro.
No sólo no lo hará, sino que volverá a dejarse en el tintero temas cruciales, aunque el medio ambiente no será uno de ellos, dada la proximidad de la reciente Cumbre del Clima; pero ni siquiera en este punto pondrá el dedo en la llaga y su discurso será tan hueco como hueca es esta monarquía.
El próximo 9 de mayo miles de ciudadanos nos movilizaremos para escenificar el derecho democrático que llevan hurtándonos desde hace décadas: elegir el modelo de estado que queremos. Nadie quiere imponer nada, tan sólo tener la libertad de decir basta a esta sumisión real, a este borreguismo que costeamos y nos obligan a tragar. Basta.