La crisis del coronavirus nos está descubriendo muestras de solidaridad increíbles, gestos desinteresados que contrastan con los de quienes están alimentando la desunión, la crispación con bulos y manipulaciones. Afortunadamente, la ola solidaria es mucho mayor que la de desertores y desertoras, ya que se está hablando en términos bélicos de esta crisis sanitaria. Sin embargo, hay que estar alerta y no dejarnos contagiar por una falsa solidaridad cuando lo que sucede en realidad es que pisotean nuestros derechos laborales.
El cese de actividad decretado, así como el confinamiento decretado durante el Estado de Alarma está haciendo estragos en las empresas. El número de organizaciones que han recurrido ya a ERTE superan ampliamente las 100.000. Como imagen ilustrativa de la situación, baste mencionar que sólo sumando los expedientes abiertos en Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana, Galicia y Andalucía (unos 122.000), se supera el número de ERTE en toda España (24.677) durante los seis años anteriores. En total, ya hay más de 1,5 millones de trabajador@s afectad@s.
En esta coyuntura, hay empresas que antes de cesar su actividad o recurrir al ERTE están forzando a sus trabajadores y trabajadoras a coger vacaciones, algo que a todas luces es ilegal.
Si tomamos el artículo 38 del Estatuto de los Trabajadores, éste es claro al indicar que "el periodo o periodos de su disfrute se fijará de común acuerdo entre el empresario y el trabajador, de conformidad con lo establecido en su caso en los convenios colectivos sobre planificación anual de las vacaciones". No sólo eso, sino que, además, "el trabajador conocerá las fechas que le correspondan dos meses antes, al menos, del comienzo del disfrute".
En algunos casos, el clima de preocupación y la ola de solidaridad que mencionaba anteriormente, está llevando a muchas personas a entender que tienen que arrimar el hombro con sus empleador@s, que han de aceptar estas vacaciones forzosas. No es así. Antes de arrojar por el sumidero sus derechos laborales, piensen si quienes les contratan hacen gala de este tipo de solidaridad habitualmente, si tienen reconocimientos con sus trabajador@s.
No son pocas las empresas que habitualmente explotan, que viven de precarizar el empleo, que amasan beneficios a costa de la temporalidad, de sueldos que no alcanzan el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). En este sentido, no son pocos los ERTE que se inician, con el grave perjuicio para la clase trabajadora, no por entrar en pérdidas, sino porque el empresariado no quiere ver menguar sus beneficios millonarios.
Es comprensible que l@s trabajador@s se vean obligad@s a agachar la cabeza, que tengan tantos pagos pendientes y a una familia que sostener, que no se la puedan jugar, que no se puedan plantar ante la dirección de su empresa y decir "perfecto, tomo vacaciones forozosas -que no voy a poder disfrutar- pero ahora mismo dejamos por escrito que se establece una paga de beneficios a toda la plantilla".
Todo eso, sé que es complicado. Lo que no lo es tanto es que lo denuncien anónimamente a Inspección de Trabajo, a los medios de comunicación y, de ese modo, que el sapo que toca tragar por las circunstancias personales sea más llevadero gracias al castigo social -y quizás legal- que reciba esa empresa.