Público nunca se ha olvidado del Sáhara Occidental y del pueblo saharaui. De hecho, podría decirse que es uno de los pocos medios españoles que ha contribuido a romper con el silencio mediático en esta cuestión, llegando a resultar muy incómodo tanto a Marruecos como al propio gobierno español, empeñado en anteponer sus relaciones con el reino alauita a los Derechos Humanos (DDHH) del pueblo saharaui.
Sin embargo, ayer llamaba mi atención un hilo en Twitter de mi querida Ebbaba Hameida, joven periodista saharaui afincada en España cuyas reflexiones siempre hay que seguir de cerca. En su hilo reclamaba a los medios "una reflexión sobre cómo estamos contado esta crisis diplomática [entre Marruecos y España] y todo su trasfondo".
Ojalá llegue el día en el que los medios de comunicación podamos hacer una reflexión sobre cómo estamos contado esta crisis diplomática y todo su trasfondo.
No pretendo generalizar y de hecho, me incluyo.
Creo que nos ha faltado responder a las 5W básicas. Abro hilo ????
— Ebbaba Hameida ابابة (@Ebbaba_H) June 1, 2021
Muy prudente ella, añadía que "no pretendo generalizar y de hecho, me incluyo", matizando que creo que "nos ha faltado responder a las 5W básicas". Se refería a esas W del periodismo, esto es, el quién, qué, cuándo, dónde y por qué (who, what, when, where, why) que marcan el esqueleto de una noticia. Vamos con ello, a ver qué sale:
Quién
Para comenzar, convendría conocer quiénes son los y las saharauis. Aunque ya existían tribus bereberes desde hace más de diez siglos, podría decirse que sus antepasados eran tribus que procedía de Yemen y que se asentaron en el territorio hacia el siglo XV. Se trataba de un pueblo nómada que, debido a lo extremo del clima con pocas precipitaciones, se movía en busca de pastos para sus rebaños en rutas más o menos regulares con pozos y fuentes que definía asentamientos.
En un salto de gigante a lo largo de la Historia nos plantamos en el siglo XIX, cuando prácticamente el único interés de España respecto al Sáhara Occidental era tener seguro el archipiélago canario, así como su pesca. Sería ya en el siglo XX cuando Francia y España miraron con más deseo al Sáhara. En realidad, a principios del XIX Francia colonizó Marruecos (ya lo había hecho con Túnez y Argelia) y ya dejó entrever su interés en el Sáhara. España, ante la oposición del pueblo saharaui, terminaría adelantándose y en 1936 se hizo con la colonia del Sáhara Occidental.
Por su parte, hablar de Brahim Ghali nos lleva a hablar del Frente Polisario, pues es uno de los 17 fundadores del mismo en 1973 y que, a su vez, se inspiraba en el Movimiento de Liberación del Sahara (MLS) fundado por Mohamed Sidi Ibrahim 'Bassiri' en 1968. El Frente Poliario es, pues, un movimiento de liberación nacional, democrático y anticolonialista que desde su fundación se ha convertido en el legítimo representante político del pueblo saharaui.
Cuando a mitad del siglo XX comenzaron los procesos de independencia africanos, el pueblo saharaui prestó ayuda a otros como el marroquí o el argelino en su guerra contra Francia, logrando su descolonización. Cuando a finales de los 50 el pueblo saharaui pidió ayuda de vuelta a Marruecos, ya independizado de Francia (1958), para sacudirse el yugo español lo traicionó, primeramente con una ayuda tibia y, después, cortándole todos los suministros y municiones.
En cuanto a la querella, la Asociación Saharaui para la Defensa de los Derechos Humanos (ASADEDH) es su principal promotora y adivinen para con quién colabora su presidente, Ramdan Messaoud: para Marruecos. Messaoud, que entre 1979 y 1992, fue guerrillero del Frente Polisario en su guerra contra Marruecos, ha terminado por ser nombrado por Mohamed VI miembro del Consejo Real Consultivo para los Asuntos del Sáhara (CORCAS), curiosamente poco antes de interponerse la querella contra Ghali.
¿Qué?
Sobre el qué he venido escribiendo mucho en este espacio, recomendando la lectura sobre la batería de traiciones de España al pueblo saharaui, en el que describo la traición de Juan Carlos I como jefe del Estado y el modo en que España terminaría cediendo el Sáhara Occidental en los Acuerdos Tripartitos de Madrid (1975), tras haber consentido previamente la Marcha Verde de Hassan II.
Tanto el Tribunal Internacional de La Haya como las diferentes resoluciones de la ONU han venido negando la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental a cuyo pueblo, además, le conceden el derecho a la libre autodeterminación. Tanto es así, que la ONU considera que el proceso de descolonización del Sáhara Occidental no se ha dado, pues éste no se puede producir de manera unilateral por parte de España sin contar con el pueblo saharaui, invalidando la infamia de los Acuerdos Tripartitos. Así pues, España continúa siendo la potencia administradora del Sáhara Occidental, que sigue siendo un territorio no autónomo pendiente de descolonización. Sería el 27 de febrero de 1976 cuando el Polisario fundara la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
Asimismo, están constantados los bombardeos con napalm y fósforo blanco con que Marruecos atacó a la población civil saharaui al expulsarlo de sus tierras hacia el desierto del Sáhara y cómo más de 150.000 personas pasaron a ser población refugiada en la parte del Sáhara argelino. La guerra con Marruecos se prolongó hasta 1991, cuando en contra de lo esperado por su mayor potencial militar, fue Marruecos quien solicitó el alto el fuego al verse contra las cuerdas.
Aquel alto el fuego, en el que medió la ONU, contempló y así lo firmaron ambas partes, la celebración de un referéndum de autodeterminación para que fuera el pueblo saharaui quien decidiera si quería su independencia o no. Sin embargo y ya sin estar acorralado en el frente, Marruecos ha incumplido todas las resoluciones de la ONU, boicoteando cualquier intento de referéndum, sin abandonar el territorio ilegalmente anexionado y vulnerando sistemáticamente los Derechos Humanos (DDHH) del pueblo saharaui.
¿Cuándo?
Como en el resto de W, hay muchos cuándos, buena parte de ellos ya referidos (la Marcha Verde, los Acuerdos Tripartitos, las resoluciones de la ONU...). Si nos fijáramos en los más recientes, tendríamos que situarnos en 2020. Fue entonces cuando el pueblo saharaui quiso llamar la atención sobre el incumplimiento de los términos del alto el fuego por parte de Marruecos en la zona de El Guerguerat. Se trata de un paso fronterizo entre el Sáhara Occidental y Mauritania que Marruecos lleva años tensionando para provocar una crisis. Convertido en un lugar de tránsito de mercancias (entre ellas de pesqueros españoles) y narcotráfico, Marruecos violó definitivamente los acuerdos militares en noviembre de 2020, cuando desplegó a su ejército en esta zona declarada desmilitarizada. La guerra, entonces, fue reactivada por Mohamed VI, aunque la mayor parte de los medios de comunicación la hayan estado silenciando.
La otra gran W reciente nos lleva a diciembre de 2020, cuando un Trump con las maletas ya hechas para mudarse de la Casa Blanca decidió situar a EEUU de la lado de la ilegalidad internacional, reconociendo la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Días después conocíamos los términos ocultos tras ese reconocimiento: un acuerdo millonario de venta de armas a Marruecos por valor de más de 1.000 millones de dólares y el reestablecimiento de relaciones diplomáticas de Marruecos con Israel, socio enfermizamente estratégico de EEUU en Oriente Próximo. No es que no hubiera relaciones previas, de hecho, Israel está detrás de buena parte de la modernización del ejército marroquí, pero tras el acuerdo con Trump oficialmente Rabat reconoce el Estado de Israel negando la libertad a otro pueblo que lleva años luchando por su tierra, el palestino.
Desde la óptica de la independencia del Sáhara Occidental no ha tenido efectos a nivel práctico, puesto que las diferentes Administraciones de EEUU siempre han flirteado más con Marruecos que con el pueblo saharaui, algo que abordaremos en el Por Qué. Con todo, es incomprensible e intolerable que Joe Biden no haya revertido esta decisión de Trump, sencillamente, por infrinjir el Derecho Internacional.
¿Dónde?
Como mencionaba Ebbaba en su hilo de Twitter, estos días buena parte de la prensa se ha centrado en lo sucedido en Ceuta y en el hospital de Logroño, obviando los campamentos de población refugiada donde cerca de 150.000 personas llevan viviendo en condiciones extremas en pleno desierto del Sáhara desde hace más de 45 años. Se ha omitido otro Dónde como los Territorios Ocupados, en donde vive población saharaui absolutamente represaliada por Marruecos, cuyos Derechos Humanos son vulnerados día a día y que, desde el estallido de la guerra en noviembre de 2020 se ve aún más asfixiada, con la activista Sultana Khaya como uno de los exponentes de tal represión, habiéndo sido violada (ella y sus hermanas) por paramilitares marroquíes.
Por obviar, se ha obviado incluso al propio Marruecos, a su población condenada a la miseria por Mohamed VI que no revierte la riqueza que acapara en su población, la financiación que recibe de España y de la Unión Europea. La pandemia de Covid, además, ha acentuado la miseria en el reino alauita y, de este modo, encontramos que la frontera hispano-marroquí es una de las más desiguales en cuanto a calidad de vida, por lo que no sorprende que además de la migración subsaharariana, la marroquí sueñe con una vida mejor en España.
¿Por qué?
El mayor Por qué que resume al resto es por qué este conflicto aun no se ha resuelto de acuerdo a la ley y al Derecho Internacional. La respuesta son los intereses cruzados en los que, curiosamente y pese a actuar desde una posición de aparente inferioridad, Marruecos ha conseguido siempre negociar desde la superioridad.
La relación hispano-marroquí es inevitable en asuntos comerciales, de control de la migración, lucha contra el narcotráfico y contra el terrorismo... Una relación que, al ser España miembro de la UE, trasciende al ámbito Europeo. En lo que al Sáhara Occidental se refiere, el interés por sus recursos naturales es innegable, desde sus bancos de pesca, a sus fosfatos, los yacimientos de petróleo, las extensiones para parque de energías renovables... Riquezas de las que se está aprovechando Marruecos comerciándolas con actores como España y la UE. Sin embargo, esto debería ser ilegal (en breve podría volver a pronunciarse el Tribunal de la UE al respecto): esos recursos no le pertenecen a Marruecos y, en lo que respecta a la UE, es como si comprara material robado que, detectado por la policía, es automáticamente requisado y devuelto a su legítimo dueño con el perjuicio para el comprador de lo hurtado.
Dado que el Tribunal Internacional de La Haya y la ONU no reconoce la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, el reino alauita no debería poder explotar de este modo sus recursos naturales. Así lo pone de manifiesto el Derecho Internacional con diversas resoluciones, desde la Resolución 626 (VII) de la Asamblea General de la ONU de 1952 que establece que el derecho de los pueblos a disponer y explotar libremente de sus riquezas y recursos naturales es inherente a su soberanía; a la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General de la ONU de 1960 que afirma que los territorios no autónomos pueden, para sus propios fines, disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales; o la Resolución 46/64 de la Asamblea General de la ONU de 1991, según la cual reafirma el derecho de los pueblos coloniales y no autónomos a la libre determinación, la independencia y el disfrute de los recursos naturales de sus territorios. No sólo eso, sino que ésta última sostiene que la potencia administradora u ocupante que prive a los pueblos del ejercicio de sus legítimos derechos sobre sus recursos naturales o que subordine los derechos e intereses de esos pueblos a los intereses económicos y financieros de extranjeros estará transgrediendo las solemnes obligaciones selladas con las Naciones Unidas. Metan en ese saco tanto a Marruecos, como a España o la UE.
¿Por qué entonces se le tolera esto? La situación geográfica de Marruecos es crucial y a cambio de no enrarecer la relación con el reino alauita la comunidad internacional no duda en sacrificar al pueblo saharaui. Ya no es sólo que se pudieran poner en peligro el comercio de ciertos recursos naturales -que bien podrían renegociarse con la RASD- sino que por Marruecos pasan los dos grandes gasoductos que nutren de energía argelina a Europa, es la frontera que hace de tapón de la migración, el narcotráfico y, de un tiempo para acá, del terrorismo islamista. Sin embargo, dado que la dependencia económica de Marruecos es mayor respecto a Europa que a la inversa, resulta incomprensible que continúe mercantilizándose con las vidas humanas saharauis.
Para entenderlo y sin olvidar las presiones francesas que sigue siendo el principal valedor europeo de su excolonia, hay que mirar a EEUU, con quien hace más de una década que matiene un acuerdo de libre comercio. Para Washington, Marruecos siempre ha sido un socio anticomunista y su puerta al Magreb con tintes occidentales. A fin de cuentas, el propio Hassan II definía Marruecos como un árbol que hunde sus raíces en África y despliega sus ramas en Europa. Las fluidas relaciones de Marruecos con países como Benín, Níger, Senegal o Camerún y con los países del Golfo Pérsico son una extensión de la diplomacia de EEUU que, además, pasa a controlar el Estrecho de Gibraltar convirtiéndose, a través de la OTAN, en el país más poderoso de toda la cuenca Mediterránea pese a estar al otro lado del Atlántico. Algo que Rusia intentó aminorar con su apoyo al régimen de Al-Assad y su salida al Mediterráneo por Siria.
Tampoco podemos olvidar a un nuevo actor en la ecuación: China, que en los últimos años ha incrementado extraordinariamente su presencia en África en general y en el norte en particular. Lo hace de manera mucho más sibilina y pragmática, por la vía de las inversiones. El acuerdo es muy similar al que sostiene implícitamente con EEUU o, por qué no decirlo, con la UE: tú no me pisas el callo y yo no te piso el tuyo o, lo que es lo mismo, no realizamos injerencias en nuestras respectivas políticas interiores y seguimos afianzando nuestra relación.
El problema es que Marruecos ha comenzado ahora a exigir el reconocimiento oficial e internacional de su invasión ilegal, busca su legitimización y presiona a España y a Europa para ello. Como ya he venido reflajando en estas líneas, todos los actores implicados influirán en el transcurso de los desarrollos de un modo un otro.
La comparación que suele hacerse con el proceso de Timor Oriental -excolonia de Portugal-tras la ocupación ilegal por parte de Indonesia es compleja de extrapolar al problema saharaui por todos estos intereses cruzados que hacen del conflicto único. No obstante, en el caso de Timor sí debería llamar a la reflexión y como la implicación activa de la comunidad internacional y de la ONU fue decisiva para acabar con el genocidio y la ocupación ilegal, llegando a celebrarse unas elecciones libres en 2002.
Incluir a la RASD y al Sáhara Occidental como un actor más con el que jugar en el tableo geoestratégico mundial es posible, como de hecho la Unión Africana ya considera. Hacerlo, además, conservando relaciones beneficiosas y recíprocas con Marruecos también es viable, aunque para ello, como cuando uno crece, duelan las rodillas. El esfuerzo merecerá la pena. Es un cuestión de decencia, honestidad y, sobre todo, de pura humanidad.