Posos de anarquía

Carla Simón a lo suyo

Carla Simón a lo suyo
Carla Simón. - Jens Koch / Berlinale

Estamos de enhorabuena: Carla Simón ha ganado el Oso de Oro en Berlín con su segundo largometraje Alcarràs. Hacía casi cuarenta años que una película española no se hacía con el Oso de Oro, desde que Mario Camus lo hacía con La Colmena en 1983. Y sí, además, es mujer, lo que da aún más valor al galardón, porque la realidad nos dice que aún a día de hoy serlo supone un hándicap para llegar lejos.

La noticia es Alcarràs y Simón, vaya eso por delante, que ha de ser valorada por directora, no por mujer; es decir, su proeza no es ser mujer, sino que ha alcanzado un reconocimiento con su segunda película que otros colegas de más amplia trayectoria no han logrado. Quiero decir con esto que haríamos muy bien en no entremezclar las buenas críticas de esta cinta con el hecho de que Simón sea mujer.

Alcarrás, como ya sucediera con su primera película Estiu 1993 ( tres Goyas y cinco Premios Gaudí), es una cinta valiente, que refleja cómo Simón se marca un objetivo y no se sale del camino, va a lo suyo, le pese a quien le pese, reciba las presiones que reciba. El largometraje no puede estar más ligado a la actualidad, con el mundo del campo como protagonista y cómo, ante la pasividad del Gobierno, no se cumple la ley para dejar de pagar a los agricultores por debajo del precio de coste. Cómo no existe un relevo generacional para esta actividad y los campos de frutales terminan siendo pasto de paneles solares... Y, además, rodada en catalán, y no cualquier catalán, sino el peculiar que se habla en la comarca de Alcarràs (Lleida) y con actores y actrices no profesionales.

Con únicamente dos largometrajes, el cine personal de Simón ya aventura que nos dará muchas alegrías, especialmente a quienes gusta otro tipo de películas alejadas de los efectos con ordenador y con un mayor peso del guion y la interpretación. Forjada a base de cortometrajes, Simón tiene las ideas muy claras con esa determinación imprescindible de quienes aman la cultura en un país en el que ésta se ha de abrir paso entre demasiado ruido.

Dicho lo cual, merece también una reflexión que ser mujer penalice o suponga un palo en las ruedas para desarrollar su carrera. Berlín se ha saldado muy positivamente en la lucha por romper con la brecha de género, pues además del premio de Simón por Alcarràs –producida por otra mujer, María Zamora-, el premio del Jurado fue para Natalia López Gallardo, el Oso de Plata Mejor Dirección para Claire Denis y el Oso de Plata Mejor Guion para Melten Kaplan. Además y dado que la Berlinale suprimió la distinción de género en los premios de interpretación, los galardones de Meltem Kaplan en Mejor Interpretación y de Laura Basuki a Mejor Interpretación Secundaria también suman en esta batalla por la igualdad.

Una batalla que ya pudimos comprobar en la última edición de los Premios Goya, en la que únicamente nueve de las 43 películas españolas nominadas han sido dirigidas por mujeres. La buena noticia es que vemos que la lucha por acabar con esta desigualdad se libra en todos los frentes, porque este año no sólo hemos disfrutado de directoras de largometrajes –incluido uno de animación-, sino también en el ámbito de los cortometrajes, tanto de ficción como de animación.

Sin embargo, si a cualquiera le cuesta sangre, sudor y lágrimas sacar adelante una película, a las mujeres, más. Así lo demuestra el último informe de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), que revela cómo entre una producción dirigida por un hombre y otra por una mujeres hay una diferencia presupuestaria media que ronda el millón de euros. Esta desigualdad también se da en el ámbito de la publicidad, donde apenas un 1% de directoras creativas y la mujer casi no alcanza el 20% en el medio.

Se va avanzando, lentamente, pero con paso firme pese a quienes obstaculizan el camino con su pensamiento cavernícola. Y ello es posible gracias al esfuerzo común de quienes creen en el feminismo, de abanderadas que, yendo a lo suyo, como hace Simón, lo convierte en lo nuestro, que no es otra cosa que sentar las bases para una sociedad mejor.

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