Posos de anarquía

Teresa Rodríguez no suelta la azada

Teresa Rodríguez no suelta la azada
Teresa Rodríguez, portavoz de Adelante Andalucía. - Joaquín Corchero / Europa Press

Teresa Rodríguez cumple y se va. Abandona el Parlamento andaluz, aunque no la política, pues permanecerá al frente de Adelante Andalucía, proyecto político colectivo que no ha conseguido escapar de cierto personalismo y, consciente de ello, esa es una de las razones por las que seguirá arropando a la formación y a su sucesor José Ignacio García. Vuelve a sus clases de Secundaria y en algo se equivoca cuando apunta que "estaré en mi instituto tomando de nuevo tierra". De la tierra nunca se ha despegado, de hecho, de tierra ha tenido una 'jartá'.

Desde que Rodríguez entrara en primera línea política en las elecciones europeas de 2014, no recuerdo el momento en que la roteña levantara sus pies del suelo, tanto, que antiguos compañeros y compañeras de partido quisieron, incluso, enterrarla bajo tierra. Se hartó de tierra entonces, como se hartó de tierra cuando, la ilusionante para muchos analistas políticos, alianza con IU y Antonio Maíllo se estrelló en 2018.

A cada 'jartá' de tierra, Rodríguez ha demostrado fuerza y determinación para seguir en pie, pero sin perder el contacto con ella. Así lo demuestra su sentido apoyo a movilizaciones ciudadanas o su compromiso, rayando lo obsesivo, de acabar con las prebendas de los políticos en cuanto a dietas y sueldo, algo que ningún partido más le ha consentido ni perdonado.

Tras romper con Pablo Iglesias y su voz y mando desde Madrid, Rodríguez y algunas de las personas que compartían su visión andalucista crearon Adelante Andalucía, que hoy en día tan sólo cuenta con dos escaños en el Parlamento andaluz y que se antoja como necesario, toda vez que la otra oposición progresista, PSOE y Por Andalucía, ni siquiera han sido capaces de presentar sus enmiendas a los presupuestos de 2023 en plazo. Un despropósito.

El camino que tiene ahora por delante Rodríguez bebe de la coherencia de la que ha hecho gala en sus ocho años en San Telmo. Ella no anuncia una salida de la política, sino del Parlamento andaluz, de manera que nadie podrá acusarla de jarrón chino, de exdirigente que tutela a un partido desde la comodidad del sofá o con aventuras mediáticas viciadas de ego. Sigue al frente de Adelante Andalucía, aportando, construyendo, favoreciendo una transición suave que se irá consolidando en esta legislatura andaluza.

No se puede perder de vista, sin embargo, la cita de las generales a finales del año que viene, pues Adelante Andalucía tiene vocación de llegar al Congreso de las Diputadas y Diputados para defender los intereses de Andalucía que acostumbran a diluirse en el centralismo de los partidos políticos. Resulta duro escribir esto hoy, justo el día que la derecha y un Tribunal Constitucional podrido nos han hurtado la soberanía popular,  pero esa hoja de ruta no puede obviarse.

El papel que jugará en ese viaje Rodríguez está aún por ver; que lo tendrá es seguro, arrimando el hombro y construyendo como le gusta construir a ella, de abajo a arriba. Quizás por ello, tiene un año por delante para evitar construir de arriba a abajo -la experiencia nos dice que esos castillos se desmoronan-, es decir, sea o no la cabeza de lista en esas elecciones generales, ser capaz de consolidar un proyecto colectivo que se perciba como tal, con tantas voces y tan confiables que la horizontalidad con que surgió el 15M -y que se dinamitó hace mucho tiempo- vuelva a ser una realidad.

Ese es un enorme desafío que va a requerir de muchos brazos remando o, por seguir con el símil terrenal, de muchos brazos arando, para que a la vuelta de un año en las Generales y de cuatro años en las autonómicas, Adelante Andalucía devuelva a la sociedad los frutos que habrá estado regando. Y Rodríguez, no suelta la azada.

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