Se acerca el verano y en regiones turísticas como Cádiz la hostelería comienza a sudar frío ante el temor a la falta de camareros y camareras en sus restaurantes y chiringuitos. No es un temor infundado, llevan años padeciéndolo, pero en los últimos tiempos esta carencia se ha acentuado. En lugar de plantearse si se están ofreciendo unas condiciones dignas, la patronal de hostelería en Cádiz HORECA apuesta por importar estudiantes –ni siquiera camareros con experiencia- de escuelas de hostelería marroquíes.
Cualquiera que conozca la hostelería se indigna; si además tiene un conocimiento más profundo de la hostelería en el sur, aún es peor –de ahí que haya tanto camarero andaluz en tierras del norte-. La falta de camareros es real, es un hecho, en parte, por el modo en que se han multiplicado exponencialmente el número de bares, restaurantes y hoteles en los últimos años en determinadas zonas turísticas. Más allá de entrar en consideraciones de si existen demasiados establecimientos de este tipo en nuestro país, lo cierto es que otro de los motivos por los que cada vez hay menos personas dispuestas a coger la bandeja se debe a las pésimas condiciones laborales.
Ya no es sólo lo sacrificado de la profesión por los horarios que exige, sino que ni siquiera están dignamente pagados en buena parte de los casos. No resulta extraño hablar con hosteleros que se soliviantan porque los candidatos a camareros no están dispuestos a trabajar por menos de siete euros a la hora... o cotizar la totalidad de las once o doce horas diarias que trabajan como mínimo seis días a la semana. Les parece un atropello.
Alegan que levantar un negocio en la hostelería tiene muchos costes asociados, desde el alquiler, a los salarios, los seguros sociales, los impuestos, las materias primas... y tienen toda la razón. Por este motivo, si una vez realizadas las cuentas pagando un salario digno, éstas no salen, no abra el negocio. Es sencillo. Lo contrario, es recurrir a la explotación.
La realidad nos dice que cuando se crean unas condiciones dignas, que cuando se paga como es debido, no faltan camareros. Lo demostró el año pasado la hamburguesería la Grillaera, con locales en Algeciras y en Málaga, que publica en su carta el salario de su personal, al que abona 1.648 euros brutos por 40 horas semanales (unos 1.430 euros netos).
Antes de tener ocurrencias como las del presidente de HORECA, Antonio de María, quizás debiera preguntarse cuántos establecimientos gaditanos están cumpliendo siquiera con el convenio colectivo vigente, que sin contar la subida del IPC de este año ya recoge que el salario mínimo a percibir supera los 1.080 euros mensuales. No es lo único que contempla el convenio, también el pago de nocturnidad, antigüedad a partir de los cinco años en la empresa, plus de transporte, manutención cuando se sirvan comidas o pago de más de 32 euros como compensación económica, etc.
Por este motivo, querer exportar estudiantes sin experiencia se me aparece como una jugada tramposa que busca perpetuar la precariedad. Esa precariedad a las que muchas personas han puesto coto tras la pandemia, cuando se vieron con una mano delante y otra detrás, sin seguros sociales, sin derecho a prestación por desempleo, sin ni siquiera ahorros porque jamás les pagaron lo suficiente para hacer una hucha. En lugar de apostar por la prosperidad, parece querer aprovecharse de la vulnerabilidad, no sólo de jóvenes de un país en el que las condiciones de vida son notablemente peores que aquí, sino incluso de los migrantes que llegaron como menores no acompañados y que tras cumplir 18 años son puestos de patitas en la calle, dejados a su suerte.
Esos son los candidatos a camareros que busca ahora HORECA y para los que ya está realizando las gestiones oportunas tanto con las autoridades españolas como marroquíes, según apuntó De María durante el VII Foro Provincial de Turismo celebrado en Chiclana. ¿Estarían dispuestos los establecimientos que se embarquen en esta iniciativa a que la Inspección de Trabajo revise cada mes de la temporada alta y por sorpresa si cumplen con el convenio colectivo? Si la pregunta ya les irrita, pueden suponer lo que realmente esconde este plan.