Posos de anarquía

Vivir a costa del 15-M

Vivir a costa del 15-M
Imagen de archivo de una concentración durante el movimiento 15M.- EFE

Hoy es 15 de mayo, duodécimo aniversario del 15-M. A pesar de que la celebración del aniversario de este hito histórico en nuestra democracia ha ido perdiendo fuerza, todavía hay quien busca vivir de su rédito, apropiándose del espíritu de aquel movimiento social colectivo absolutamente transversal. Hacerlo es un error y, más que fortalezas, evidencia debilidades.

El 15-M fue disruptivo. Hay mucha gente que considera que fracasó, que no consiguió llevar al poder a un movimiento que ni siquiera tenía claro si quería o pretendía eso. Se trataba de una movilización tan transversal y heterogénea que mientras había una parte de él que sí apostaba por forjar una iniciativa política que sintiera como propia y como su legítima representante, otra parte rechazaba la opción por entender que terminaría por pervertirse. Eran tiempos en los que, quienes hoy reivindican la izquierda, entonces repudiaban de ella, declarándose "de los de abajo".

Precisamente muchos de esos de abajo, doce años después y tras haber ido moldeando sus principios a las circunstancias políticas cambiantes, pretenden apropiarse hoy del 15-M. La altanería con la que lo hacen es, incluso, sobreactuada, maquillando su exposición con pretenciosos análisis políticos de diagnóstico que, paradójicamente, no alcanzan a comprender la incesante caída en el precipicio electoral. Se confunde intencionadamente haber nacido bebiendo del espíritu de 15-M, como de hecho nacieron todas las mareas (la blanca sanitaria, la verde educativa, la morada feminista...), con ser representante político del 15-M. Hacerlo es ni siquiera haber entendido qué fue aquel movimiento; hacerlo es explotarlo, instrumentalizarlo hasta un punto de desecarlo.

Buscar mantenerse en pie reclamando la supervivencia del 15-M y obcecarse en una narrativa cuyo único hilo conductor es si se ha cerrado o no el ciclo de este movimiento social delata más debilidades que fortalezas y, además, a buena parte del electorado ni siquiera le interesa, especialmente al más joven que ni siquiera conoce qué fue ni qué supuso el 15-M. ¿Tiene sentido explicárselo o merece más la pena poner en práctica realmente lo que entonces se reivindicó?

Ese segmento del electorado que ejercerá su derecho a voto por primera vez es quien puede darle la vuelta a estas elecciones, sobre todo en las municipales, porque tienden a ser estas políticas las que más ningunean a la juventud, sin darle opciones, sin arroparla con medidas que la acompañen en su crecimiento. ¿Que quieres ser el representante del 15-M? Pues muy bien, pero qué hay de lo nuestro, pensarán muchos y muchas de esas jóvenes ajenas a ese movimiento social. Y lo pensarán porque incluso quienes lo vivimos, impulsamos y nos implicamos con él sin ningún afán de protagonismo, compartimos esa reflexión.

Hoy se cumplen doce años del 15-M, sí, pero quienes más se arrogan su defensa y le quieren poner voz, son los que en realidad parecen querer vivir únicamente de su estela, quienes sencillamente no pasan la prueba del algodón del 15-M... y eso se nota en las urnas, más allá de regodearse en la victimización.

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