Posos de anarquía

El adiós a la Expo 2027 de Málaga entristece a los especuladores

El presidente de la Diputación de Málaga, José Francisco Salado Escaño (d), ofrece un discurso este miércoles al término de la 172 asamblea de la Oficina Internacional de Exposiciones (BIE, por sus siglas en francés), en la que la ciudad de Málaga se ha quedado a las puertas de organizar la muestra, que contaba con el respaldo de más de 260 empresas e instituciones. -VALENTINA CAMU / EFE
El presidente de la Diputación de Málaga, José Francisco Salado Escaño, ofrece un discurso este miércoles al término de la 172 asamblea de la Oficina Internacional de Exposiciones, en la que la ciudad de Málaga se ha quedado a las puertas de organizar la muestra. -VALENTINA CAMU / EFE

Belgrado se impuso el pasado miércoles como sede de la próxima Exposición Universal de 2027. El proyecto estrella de Francisco de la Torre (PP) para Málaga, la ciudad en la que lleva siendo alcalde desde hace más de dos décadas, fracasó. Aunque decirlo sea políticamente incorrecto, casi es lo mejor que le podría haber pasado a Málaga. Lo mejor sería que de De la Torre no hubiera revalidado una mayoría absoluta el pasado 28 de mayo, pero eso ya no tiene remedio.

El proyecto malagueño venía abanderado con la etiqueta de sostenibilidad pero, en realidad, no lo era.  En primer lugar, los términos 'expo universal' y 'sostenibilidad' constituyen un oxímoron en el momento de urgencia climática que atravesamos. La salvación del planeta no pasa únicamente por la transición energética, sino muy especialmente por reducir la producción y el consumo, algo que choca frontalmente con el despliegue que supone levantar y ejecutar una exposición universal, planteada, además, como otro reclamo turístico del parque temático en que De la Torre ha convertido a Málaga.

Esta reflexión nos lleva al segundo punto: la gestión del octogenario alcalde, que jamás ha sido merecedora del calificativo 'sostenible'. La sostenibilidad está inseparablemente unida a las personas y si algo ha hecho la gestión de De la Torre durante las dos últimas décadas es expulsar a sus vecinas y vecinos. Ha mercadeado con la ciudad hasta tal punto que ha destruido los barrios, ha contribuido al encarecimiento de la vivienda y al cierre de los negocios tradicionales, ha expulsado a sus habitantes...

Lo ha hecho a cambio de un turismo depredador, desaforado... insostenible que vende como generador de riqueza pero, ¿dónde está esa riqueza? Si se pregunta al malaguita de toda la vida, casi con total seguridad le dirá que se vive peor ahora en la ciudad que hace años. Si, además, esta pregunta se formula en alguna de las barriadas en riesgo de exclusión que el alcalde popular lleva años condenando al olvido -una de ellas pegada a los terrenos de la 'no Expo' donde se proyectan inversiones millonarias- la desesperanza es absoluta.

Durante la rueda de prensa de ayer, las caras tristes del alcalde, del presidente de la Diputación Provincial de Málaga, Francisco Salado, y de presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, probablemente no venían motivadas por la oportunidad perdida para los y las malagueñas... Seguramente eran producto del desasosiego que provoca el fracaso y tener que explicar ahora en ciertos círculos que no se moverá el dinero prometido.

La Expo de Málaga era un pelotazo en toda regla. Sucede con todos los eventos de esta naturaleza, pero por el modo en que De la Torre ha sabido profesionalizar la cultura del pelotazo durante más de veinte años, los efectos iban a ser multiplicadores. Ayer fue un día aciago para la especulación y un gran día para los y las malagueñas, que al menos ven cerrada esta brecha de millones de euros... porque ya está abierta, dado que se llevan varios millones malgastados en la promoción del proyecto fallido.

Lo único que empañó mi alegría y satisfacción de ver cómo la Expo de 2027 no venía para Málaga fue comprobar cómo la izquierda se embarcaba en este proyecto que, con los antecedentes de De la Torre, está llamado a convertirse en otro pozo sin fondo para la especulación, perjudicando el bienestar de la población malagueña. Tanto medios de comunicación locales -nacionales más bien poco, pecando de nuevo de ese centralismo que obvia lo que no suceda en Madrid- como los partidos de la oposición le bailaron el agua al alcalde y su proyecto estrella, pasando por el aro, tirando por tierra su discurso medio ambientalista. Se lo tienen que hacer mirar... y afrontar con valentía el coste de salvar al planeta y sus habitantes, en este caso, malagueños y malagueñas.

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