Posos de anarquía

El deber del rey de evitar la investidura fallida de Feijóo

El deber del rey de evitar la investidura fallida de Feijóo
El rey recibe el saludo de la representante de Sumar, Yolanda Díaz. - Casa de S.M. el Rey

Hoy martes concluye la primera ronda de consultas del rey para designar al candidato que acuda a la investidura en el Congreso. Mientras el Partido Popular (PP) comete un nuevo acto de deslealtad institucional presionando a Felipe VI, el PSOE prima sus intereses partidistas tendiendo la alfombra roja a una investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo. Pocas veces tiene ante sí Felipe VI una oportunidad en la que ser realmente útil al país, más allá de presentarse como mero cargo ornamental. ¿Faltará a su deber?

Ningún candidato tiene asegurados los apoyos para conformar gobierno. Sin embargo, la diferencia entre Feijóo y Pedro Sánchez es que mientras el primero es imposible que lo sea -más aún con su nuevo encontronazo con Vox-, el segundo al menos tiene posibilidades. Dado el rechazo frontal del PNV al PP, la posibilidad de éste de contar con los apoyos suficientes únicamente podría darse si se armase otra suerte de tamayazo. En ambos casos, Felipe VI no debería designar a Feijóo candidato a la investidura, pues o bien faltaría a su deber de nombrar a quien pueda formar gobierno o abriría la puerta a una práctica tan deleznable como el transfuguismo comprado.

Así las cosas, al monarca le restan dos posibilidades: emplazar a una segunda ronda de contactos o designar a Pedro Sánchez. La primera opción es la cómoda, la facilona, la que puede dejar en pausa el deber del rey de activar el mecanismo de la legislatura pero que, sin embargo, le hace incumplir con su papel de salvaguarda del bienestar de España. Los contextos nacional e internacional demandan un gobierno cuanto antes; España no puede permitirse prolongar un gobierno en funciones por más tiempo. En esa línea, el mandato de las urnas es claro, dejando en el tejado del PSOE y Sumar la pelota del deber de entenderse con el resto de fuerzas democráticas.

Aunque Felipe VI no conozca de primera mano el parecer de EH Bildu, BNG, ERC o Junts porque éstos no acuden a la ronda de consultas, no debe ser ajeno a las informaciones publicadas, a las manifestaciones de sus líderes y a lo que le transmite el propio Sánchez. Demorar por más tiempo la investidura sería un error, porque España tiene ante sí desafíos políticos, económicos, sociales y climáticos de primer orden que no esperan.

Felipe VI tiene la oportunidad de hacer valer su cargo, el que a ojos de millones de ciudadanos es prescindible. Quizás vuelva a tirar por el sumidero esa ocasión, como ya hiciera con su discurso del 3 de octubre de 2017 o en plena pandemia, al ser el último monarca europeo en dirigirse a sus súbditos y súbditas.

Quienes defendemos la democracia y, al hacerlo, rechazamos la imposición de la jefatura de Estado por quien la hereda por su apellido, asumimos las reglas constitucionales del juego y para revertir la situación solicitamos desde hace años un referéndum que nos conceda el derecho negado a decidir. Si nosotras y nosotros aceptamos esos cauces constitucionales, qué menos que el mismo rey asuma la Carta Magna. Felipe VI no tiene ante sí el reto que interesadamente se le quiere asignar, simplemente tiene ante sí su deber, su responsabilidad, algo al fin en lo que decidir más allá de acudir como busto parlante a entregas de premios y actos protocolarios. Toca ganarse el sueldo.

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