Marruecos e Israel tienen mucho en común. Ambas son dos potencias invasoras y han pretendido cometer un genocidio contra los pueblos cuyos territorios ocupan ilegalmente: el Sáhara Occidental y Palestina. En ambos casos, además, no dudan en cargar contra la ONU cuando ésta sencillamente actúa de acuerdo al Derecho Internacional que, obviamente, chocan frontalmente con las actuaciones criminales de Mohamed VI y Benjamin Netanyahu. El último ejemplo: las duras críticas de Rabat contra el enviado de la ONU para el Sáhara Occidental, Staffan de Mistura, por viajar a Sudáfrica en su ronda de consultas.
El conflicto del Sáhara Occidental lleva casi medio siglo enquistado, periodo durante el cual el pueblo saharaui ha sido dividido, siendo discriminado, reprimido y torturado el que sobrevive en los territorios ocupados, y expulsado el resto al desierto del Sáhara, donde se enfrenta a ese infierno en campamentos de población refugiada. Lejos de avanzar en el conflicto, movimientos como el de Pedro Sánchez de apoyo al invasor –que volvió, además, a la guerra en noviembre de 2020- alejan esa posible solución.
En este contexto, parece lógico que De Mistura amplíe el alcance de sus consultas para intentar resolver esta ocupación ilegal prolongada ya durante demasiado tiempo, dejando atrás una larga lista de crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen marroquí. En esos intentos, De Mistura ya visitó el año pasado el Sáhara Occidental, algo que no encajó bien Mohamed VI. Ahora, ha viajado hasta Sudáfrica, que como sucede en el genocidio que comete Israel en Gaza, se posiciona del lado del Derecho Internacional.
Ante esta visita, el embajador de Marruecos en la ONU, Omar Hilale, comunicó "directamente a De Mistura, así como a la secretaría de la ONU, la oposición categórica de Marruecos a semejante viaje", amenazando al "advertir claramente [a De Mistura] de las consecuencias de su viaje sobre el proceso político". ¿A qué consecuencias se refiere exactamente Hilale? ¿Por qué desliza que espera que esta reunión del enviado especial de la ONU sea "un simple error de apreciación" y no un "desafío a Marruecos por parte de De Mistura"?
La arrogancia del régimen de Mohamed VI delata su nula voluntad de someterse a las resoluciones de la ONU, que apuntan al referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui, y a la legalidad internacional. Cualquiera que se posicione del lado de ésta y, por tanto, se oponga a su ocupación ilegal pasa a formar parte de su particular eje del mal, aunque se trate de la misma ONU. Ya lo hizo en 2012 cuando a uno de los antecesores de De Mistura, el estadounidense Christopher Ross, lo declaró "persona non grata".
Del mismo modo que Tel Aviv carga contra quienes se opongan a su matanza en Gaza, Rabat lo hace contra quienes no aplaudan su ocupación ilegal. De esta manera, su embajador en la ONU ha asegurado que "Marruecos no permitirá nunca a Sudáfrica tener cualquier papel en el dossier del Sáhara marroquí. Pretoria ha sido y sigue siendo tóxica para la cuestión del Sáhara marroquí". Este es el motivo por el que haber concedido a Marruecos la presidencia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU resulta tan rocambolesco. No supone más que alimentar al monstruo. Precisamente Sudáfrica era quien se postulaba como alternativa para esa presidencia.
Afortunadamente, De Mistura no parece arrugarse ante las amenazas de Marruecos, que en su delirante prepotencia exige que el diplomático tenga que comunicar a Rabat sus movimientos y reuniones cuando éstas chocan con los intereses alauitas. Se ignoran los avances que tendrá la cuestión del Sáhara Occidental durante el mandato de este enviado especial de la ONU, pero al menos es evidente que su agenda se mueve. Nadie, salvo Marruecos, quiere replicar con el pueblo saharaui una masacre como la sufrida por el pueblo palestino.
No estaría de más que Pedro Sánchez tomara ejemplo de De Mistura y de Sudáfrica, en lugar de vender al pueblo saharaui a Mohamed VI a cambio de que éste haga el trabajo sucio para España, bien sea con carnicerías como la de Melilla –incluso dejando a las fuerzas marroquíes actuar en suelo español-, devoluciones ilegales de menores no acompañados, o, más recientemente, exportando la gestión migratoria para despejar las salas de solicitantes de asilo en el aeropuerto de Barajas.