La institucionalidad le ha sentado muy mal a Francina Armengol. La presidenta del Congreso, la misma que cuando se preparó la operación para salvar la Monarquía en 2014 –con la abdicación del vividor Juan Carlos I- reclamó un referéndum sobre el modelo de Estado, ahora no cree que sea el momento. Así lo ha dicho durante un desayuno informativo, siguiendo la estela de su presentador, José Bono, uno de tantos personajes que coge el violín con la izquierda pero lo toca con la derecha. Ustedes ya me entienden.
Armengol se deshizo en elogios de nuestra democracia, a la que calificó de "madura", pero quizás no tanto como para que su ciudadanía pueda decidir por sí misma. Esto es, en realidad, lo que ha pasado desde la modélica Transición, que no fue tan modélica considerando que el propio presidente Adolfo Suárez nos mintió, nos hurtó el derecho a decidir porque, sencillamente, sus sondeos barruntaban un resultado que no era el que él deseaba.
Los sondeos de Suárez revelaban que la España de entonces, recién salida de una cruenta dictadura, no quería como Jefe de Estado al que había sido protegido de Franco. Iniciamos nuestra nueva etapa democrática con una buena cucharada de autoritarismo, privándonos de nuestros de derechos e imponiéndonos al Borbón al meterlo en el mismo paquete que la Constitución.
No han cambiado tanto las cosas desde entonces, de manera que si efectivamente nuestra democracia es madura, esta privación del derecho a decidir tendremos que atribuirlo a un complejo de Peter Pan, con un matiz, que en lugar de ser un canto a la rebeldía bisoña, es un ramalazo conservador y retrógrado.
"Ahora no es el momento" dice Armengol, ¿Y cuándo lo será? En 45 años, quienes nos gobiernan no han encontrado aún el momento. Ese odioso paternalismo, esta tutela que nadie les ha pedido ni agradece son vestigios de lo que nos dejaron cuarenta años de dictadura; no es lo único... no hay más que mirar al Ibex-35. Esa suerte de custodia que nos dispensan lleva al extremo de ocultar los sondeos secretos de Suárez, lo que no parece precisamente un gesto de madurez democrática... ni siquiera de infancia.
Del mismo modo, el hecho de que desde 2015 el CIS ni siquiera se atreva a preguntar a los y las españolas por la Corona es otra prueba más de la fragilidad de la institución que, además, el emérito se encargó de erosionar hasta dejarla en el tuétano. No se trata de un blindaje de la Monarquía, sino de las muletas sin las que no se tiene en pie. Tan frío sudan en Zarzuela que desde el Gobierno se arrogan ahora el poder de decirnos lo que nos preocupa o no para descartar la importancia de preguntar por el rey. Saben que los únicos sondeos serios y con rigor realizados al respecto son los encargados al Instituto 40dB por la Plataforma de Medios Independientes (PMI) – a la que pertenece Público- que no sólo revelaron que España demanda un referéndum, sino que además la República se impone a la Monarquía.
Incluso en este repunte ultraconservador que vive España, quienes defendemos una República seguimos apostando por el derecho a decidir. Quizás gane la Monarquía, es posible que los seguidores de las Tamara Falcó y María Pombo tengan más peso de lo que creemos o que esa venta que se nos ha hecho de la leonormanía cuaje... quizás hasta es posible que no sean tantos los otrora monárquicos que ahora gritan "felón" y "masón" a Felipe VI... todo eso entra dentro de lo posible pero, ¿saben qué? También queremos que entre el derecho a decidir nuestra Jefatura de Estado, algo que nos llevan impidiendo desde hace más de 45 años.