Andalucía hoy es más pobre que hace un año, concretamente, 140.000 personas más pobre. 3,2 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión social en una región como la andaluza de 8,6 millones de habitantes son muchas, muchísimas. Sin embargo, en el día en que conocimos la noticia gracias al informe de la Red Andaluza de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-A), el informativo de la noche de Canal Sur decidió que no merecía su atención, privando de esa información a quienes lo sustentan con sus impuestos. Es un reflejo más de las prioridades de Juan Manuel Moreno Bonilla (PP), decidido a romper Andalucía para repartirse las mejores tajadas.
La pobreza ha aumentado en el último año prácticamente dos puntos. En términos estadísticos referidos a la exclusión es una auténtica barbaridad. Casi 4 de cada 10 personas que viven en Andalucía están en riesgo de pobreza, con las mujeres como el segmento más damnificado (tres puntos porcentuales más). Durante mucho tiempo no era posible acercar la realidad haciendo uso de ese socorrido símil "imagina a diez vecinos tuyos; pues cuatro de ellos son pobres", porque en función del código postal, sencillamente, no aplicaba. La realidad ahora es bien distinta, porque si bien es verdad que las políticas conservadoras, tanto de la Junta de Andalucía como de los ayuntamientos, continúan fomentando la creación de zonas privilegiadas y de guetos de reclusión de la pobreza –los Asperones en Málaga o las Tres Mil Viviendas de Sevilla son dos buenos ejemplos-, la miseria están tan extendida que ha alcanzado a distritos en los que antes parecía inimaginable.
Tal y como se detalla en el análisis pormenorizado del informe de EAPN-A que realiza mi colega Raúl Bocanegra, Andalucía ocupa el puesto más elevado de todas las comunidades autónomas en cuatro de los cinco principales indicadores de pobreza y exclusión. No puede haber mayor fracaso para un gobernante que comprobar cómo la ciudadanía a la que sirve cada vez está más empobrecida, vive peor, apenas sobrevive. Detrás de esas cifras de exclusión que, pese a ser tan impersonales, continúan apabullando, hay historias reales con perfiles de lo más diverso. Ya no hay pobres al uso –si es que alguna vez los hubo-, pues cuando casi el 40% de toda la población es pobre significa que el fenómeno es transversal, alcanzado en mayor o menor medida a gente analfabeta y universitaria, a colectivos racializados y blanquitos de pro, a nativos y migrantes... Al informe de EAPN-A se suma, además, el último de Oxfam Intermón, que también sitúa a Andalucía como la comunidad con mayor pobreza laboral, con una tasa del 19,4%, lo que significa que casi una quinta parte de las personas con empleo en Andalucía vive por debajo del umbral de pobreza.
Moreno Bonilla puede recurrir cuantas veces quiera al comodín de la financiación autonómica, pero desde que llegó al Palacio de San Telmo no ha sido capaz de realizar un diagnóstico certero de por qué la miseria se ceba con Andalucía. Y no lo ha sido, sencillamente, porque no le interesa; de tenerlo, habría de aplicar las políticas que los colectivos sociales llevan años reclamándole en vano. Realizar esa evaluación rigurosa revelaría, entre otras cosas, que el turismo de masas ni es tan beneficioso como nos lo dibuja ni la riqueza que dice que genera está bien repartida. El hecho de que en Andalucía vivamos años de récord de turistas, tanto en número de visitantes como en gasto por persona, entra en conflicto con el crecimiento de la pobreza.
La política de Moreno Bonilla aplicada a la pobreza y la exclusión ha sido la negación y el veto. De otro modo no se explica que los informativos de Canal Sur no incluyeran el informe de EAPN-A, no ya en la cabecera de los informativos, sino en algún momento de los mismos. Nada. Ni un segundo. No hay criterio profesional alguno que justifique tal acción; hemos de remitirnos a la actitud autoritaria y caciquil que Moreno Bonilla ha adoptado desde que está al frente de la Junta de Andalucía.
El mismo día que conocimos que la pobreza aumenta en Andalucía situándola a la cabeza de España –y de Europa-, el Consejo Profesional de la RTVA (Radio Televisión de Andalucía) publicó su análisis informativo de abril a septiembre de 2024. En este semestre, los informativos dedicaron 80 veces más tiempo al presidente de la Junta que a la pobreza en la comunidad. No es el caso más sangrante: también dedicaron un 1.700% más tiempo a Maduro que al precio de la vivienda en Andalucía o un 2.500% más tiempo a Begoña Gómez que a las listas de espera en sanidad –hoy, precisamente, llevadas ante la Fiscalía-.
Este veto, esta manipulación se extiende a todas las políticas públicas. Mientras Andalucía es la comunidad con mayores listas de espera en dependencia de toda España (609 días) y sólo en Málaga fallecen al día cinco personas esperando la atención a la dependencia, los informativos apenas han dedicado un minuto a la dependencia en seis meses, según el análisis del Consejo Profesional de RTVA. A Cataluña más de 180 minutos y a Venezuela más de 77.
La Andalucía de las dos velocidades cada vez es más evidente. Moreno Bonilla y sus secuaces van, obviamente, en la más rápida, alejándose sin mirar al retrovisor para ver la cantidad de personas que dejan atrás; personas, ‘los nadie’ que diría el maestro Galeano, que ni siquiera tienen recursos para moverse. Quizás, en algún momento gripe el motor, pinche una rueda o se tope con un control ciudadano que no sea capaz de pasar. Para entonces, ya será tarde para muchas de las personas que él hoy ya ignora.