España sigue conmocionada por la tragedia vivida en València tras el paso de la DANA. Centenares de muertos, una cifra de desaparecidos que continúa siendo una incógnita -con el miedo que ello provoca-, y millones y millones en pérdidas. Todavía podría haber sido peor, porque la cada vez más evidente incapacidad de Carlos Mazón para gestionar la catástrofe, antes y después, no es exclusiva de la Comunidad Valenciana. Apenas con unas pocas horas de diferencia, en Málaga, sufrimos el azote de la DANA, produciéndose el desbordamiento del río Guadalhorce. Solo se produjo un muerto. Hubo suerte, no buena gestión.
Se escribe y habla muy poco de lo que vivimos en Málaga justo antes de la devastación de València y es lógico, pues las dimensiones de la tragedia no son comparables, ni en términos de personas muertas ni de daños materiales. Sin embargo, el gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla no puede sacar pecho por ello, más bien secarse el sudor frío porque se ha tratado de una mera cuestión de suerte. De haberse intensificado las precipitaciones, casi con total seguridad hubiéramos replicado la tragedia, disparándose las casi 2.000 incidencias registradas.
Los daños han sido muy cuantiosos. La Junta de Andalucía ha elaborado un ‘Decreto DANA’ con al menos 75 millones de euros en ayudas dirigidas a 285 municipios andaluces. En Málaga, las localidades de Álora, Pizarra, Valle de Abdalajís, Cártama, Almogía o Carratraca se llevaron la peor parte; solo el martes 29 de octubre, el Consorcio Provincial de Bomberos (CPB) realizó casi un centenar de intervenciones. La Diputación Provincial de Málaga también ha articulado un plan de ayudas y la taquilla del partido de la Basketball Champions League entre el Unicaja y el Filou Oostende, junto con la misma cuantía por parte de la Fundación Unicaja, irá destinada a ayudas.
Como en el caso valenciano, las alertas no funcionaron. En Málaga, ni siquiera es que llegaran tarde, es que ni llegaron. El sistema Es-Alert que envía mensajes a los teléfonos móviles de la población no se activó. Paradójicamente, un día después y conocida ya la tragedia de València, el gobierno de Moreno Bonilla sí decidió activarlo en Cádiz, bajo unas condiciones muy parecidas a las que habíamos vivido en Málaga. ¿Qué cambió? A fin de cuentas, en ambos casos hubo alerta roja por parte de AEMET y este sistema permite discriminar las alertas por municipios. Sencillo: València.
La magnitud de la tragedia comenzaba ya a cobrar forma y desde la Junta no quisieron arriesgarse como, de hecho, sí hicieron en Málaga. A toro pasado, el consejero de la Presidencia, Antonio Sanz (PP), se ha jactado de su buen hacer, pero se trató de una cuestión de pura fortuna. Con la misma alerta roja de AEMET que en València, las precipitaciones fueron finalmente menores, pero pudo no haber sido así. Quienes regresaron de sus puestos de trabajo a casa o recogieron a sus hijos o hijas del colegio lo hicieron por decisión propia, no por el consejo y la protección que se espera de la Administración.
Sanz justifica su decisión en, según él, la necesidad de racionalizar este tipo de avisos para que no pierdan efectividad. Como si se amparara en el cuento del lobo, el gobierno andaluz dice no querer lanzar una alerta, que luego no haya desgracias que lamentar y la población se lo tome posteriormente a la ligera. Según apunta, "que nadie se acostumbre". En su lugar y ante una alerta roja de la AEMET, Moreno Bonilla prefiera jugar a la ruleta rusa con la ciudadanía y no afectar a la paralización de negocios. ¿Quién se ha creído el presidente andaluz para tomar una decisión de tal calado sobre nuestras vidas? Siempre, siempre será mejor activar una alerta y no tener nada que lamentar que arriesgarse a no hacerlo y vivir una catástrofe como la valenciana. Lo que a cualquier persona con sentido común se le antoja evidente, a Moreno Bonilla parece escapársele.
Ni siquiera después de ver las imágenes de municipios como Paiporta y conocer que los fallecidos superan las 200 personas la Junta de Andalucía es partidaria de hacer caso a AEMET. El consejero de Presidencia prefiere advertir a la ciudadanía a través de canales como X (antes Twitter) o anuncios en Meta (Facebook/Instagram), como si todas las personas fueran usuarias de tales redes sociales, ignorando que, por ejemplo, en el segmento de personas de mayor edad es residual.
Si cabía alguna duda, la población ya se ha sensibilizado y, de recibir una alerta en su móvil, actuará en consecuencia; de no hacerlo será su responsabilidad. Sin embargo, en caso de no recibir advertencia alguna cuando hay datos técnicos objetivos para ello, la responsabilidad cae del lado de la Administración. No hay peor gobierno que aquel que no protege a su ciudadanía y no persigue el bien común. Pues bien, estos son rasgos distintos de la gestión de Moreno Bonilla. Del mismo modo que con su gestión de la Sanidad Pública perjudica gravemente la salud de los y las andaluzas, ahora con su planteamiento de alertas juega a la ruleta rusa con nuestras vidas. Esta vez no había bala en el tambor del revólver, pero la próxima vez podría volarnos la tapa de los sesos.