Es un poco raro que una alcaldesa del PP, Carmen Pérez, haya decidido censurar Buzz Lightyear, una película infantil, por culpa de un beso entre dos mujeres. Digo que es raro porque, entre tanto facha, alguien debería haber advertido que la saga de Toy Story es la única película infantil que cuenta con un homenaje directo a Millán Astray, fundador de la Legión, en el personaje del Señor Patata. Fue gracias al Señor Patata y a sus órganos de quita y pon que yo descubrí Toy Story: los hijos de un amigo estaban fascinados con la secuencia en que Millán Astray, perdón, el Señor Patata, se coloca un ojo encima de otro y le suelta al Cerdito Hucha: "Mira, soy un Picasso". El Cerdito Hucha se da la vuelta diciendo: "No me importa", la típica actitud de un banquero ante la dificultad de entender el arte contemporáneo.
Esta enésima lección de libertad –la palabra que no se le cae de la boca a Ayuso– define a la perfección la oleada de libertad que se nos viene encima: libertad de suprimir derechos humanos, quitar banderas arcoíris de los ayuntamientos, vetar obras de arte e incluso censurar películas de dibujos animados. Libertad para qué, se preguntaba Lenin, y un siglo después la ultraderechita española le responde que la libertad de prohibir lo que les dé la puta gana. Es conmovedor ver cómo una señorona católica del PP hace piña en su lesbofobia con los países más retrógrados del globo terráqueo: Kuwait, Emiratos Árabes o Malasia. La semana pasada fue el veto de Vox a una representación teatral de Orlando, de Virginia Woolf, por parte de una concejala de Cultura de Valdemorillo, Victoria Amparo Gil Movellán, una mujer en cuyo currículum figura el epígrafe de arqueóloga y debería figurar el de reliquia prehistórica. Más que nada, porque se trata de un veto que llega con casi un siglo de retraso.
La censura contra Buzz Lightyear llega unos días después de que Mario Vaquerizo protagonizara un involuntario homenaje al Día del Orgullo portando la camiseta de la Legión Española en el pecho. Sólo le faltaba en la espalda el Señor Patata, quiero decir Millán Astray, para terminar de rizar el rizo. "Nadie es quién para cuestionarme" advirtió Vaquerizo, "porque no me conocen". Hombre, el problema es que te conocemos todos demasiado bien: ojalá no te conociéramos, Mario, sobre todo por el disgusto de oírte cantar.
Del Orlando de Virginia Woolf a Buzz Lightyear está claro que en España no va a quedar títere con cabeza. Gracias al ejercicio de moderación emprendido por Feijóo, el PP y Vox siguen empeñados en una Alianza de Civilizaciones que va camino de rescatar el Levítico, el Deuteronomio y el Código de Hammurabi. Ya advertí en su momento que Vox no es más que el PP recién salido del armario, con todas las homofobias, las xenofobias, los clasismos, los fascismos y las vergüenzas al aire. Sumas los 52 diputados de Vox a los 88 del PP y te sale un gobierno de Feijóo de lo más moderado dando lecciones de libertad. El Cerdito Hucha va a estar encantado y el señor Patata ni te cuento. Hasta el infinito facha y más allá.
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