Punto de Fisión

Feijóo, quédate un rato

Feijóo, quédate un rato
El candidato del PP a la Presidencia del Gobierno de España, Alberto Núñez Feijóo, la secretaria general del Partido Popular, Cuca Gamarra, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, durante el seguimiento de la jornada electoral de los comicios generales en la sede del PP en la calle Génova, a 23 de julio de 2023, en Madrid (España). Alberto Ortega / Europa Press

En toda alegría siempre hay una pequeña proporción de tristeza, una mezcla agridulce que probablemente también sucede viceversa, tal vez porque la vida siempre viene envasada en cócteles y porque en este mundo los absolutos no existen. En la alegría espléndida e inesperada de las elecciones del domingo yo empecé a percibir un hilo de tristeza el lunes, cuando me di cuenta de que muy pronto tendría que despedirme de Feijóo, facturado en un paquete de vuelta a Galicia. En mi cabeza hace tiempo que se convocaron unos comicios donde la derecha y la ultraderecha se iban por el retrete por mayoría absoluta, pero una mínima facción rebelde encarnada en mi yo columnista votaba por Feijóo contra la lógica, la ideología, la justicia, el progreso y el sentido común. El muy cabrón quería escribir chistes.

Mi ángel maligno me susurraba al oído que Pedro Sánchez no es más que uno de esos guapos sosos que se acodan en la barra del bar y ligan con sólo chasquear los dedos mientras que Yolanda Díaz no ofrece más que ensaladas de datos y sonrisas por la espalda. Así no hay manera. Ya me contarás tú qué mierda de artículos se pueden escribir con el paro cayendo en picado, los sueldos y las pensiones subiendo o el recibo de la luz más barato que nunca.

En cambio, Feijóo es un no parar de reír, una montaña rusa de gazapos, un festival de embustes y ocurrencias: el sucesor natural de Mariano en el ecosistema de 13, rue del Percebe. Sin duda, en el organigrama del partido tienen gente harto más sensata, consecuente y preparada, pero era prácticamente imposible resistirse a la emoción de elegir otro tentetieso con gafas. Uno que, además, llevaba un narco en la mochila. Mientras decían "Sujétame el cubata", los fontaneros del PP le pusieron de fondo la sintonía de Verano azul y el lema de que, detrás de la votación, estaba el chiringuito. Joder, es que la campaña parecía diseñada a pachas entre Leticia Sabater y Pablo Iglesias. Subestiman tanto a su electorado que cualquier día van a colocar de candidato a Don Pimpón, a Manolo el del Bombo o a una berenjena.

En el balcón de Génova donde fue a celebrar su pírrica victoria con rictus de funeral, sus votantes ya elegían a voces a su sucesora, ataviada con un llamativo vestido rojo que vaticinaba la sangre. Unos días después, Ayuso salió a desmentir la decapitación con unas declaraciones dignas de Bruce, el tiburón vegetariano de Buscando a Nemo. El lunes Feijóo se encontró que en lugar de a presidente del Gobierno ahora estaba opositando a teleoperador de una compañía telefónica, intentando sumar apoyos entre la misma gente a la que llevaba insultando minuciosamente durante años.


Siempre al quite, sus compadres de Vox le recomendaron que fuese a comprar unos cuantos diputados tránsfugas del PSOE, aprovechando las rebajas de verano. A fin de cuentas, hay un PSOE bueno y otro malo, como los bancos españoles. El mismo martes Feijóo llamaba al mismísimo doctor Frankenstein para solicitarle que deshiciera el muñeco y, por favor, le cediera los trastos en la investidura antes de que se rompiera España. A lo mejor el pobre hombre no se daba cuenta de que le estaba pidiendo a Sánchez que derogara el sanchismo, que a él se le había cansado el brazo, y por eso el PP en bloque le enmendó la plana al día siguiente. Lo mejor es que Feijóo se presente a la sesión de investidura acompañado de los trogloditas de Vox, para que se distinga bien quién es el moderado. No me negarán que no merece la pena que se quede un rato.

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