Punto de Fisión

Ayuso: la imaginación al poder

Ayuso: la imaginación al poder
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en una foto de archivo. -EP

Cuando los estudiantes del Mayo del 68 francés jaleaban el lema "la imaginación al poder", no tenían ni la menor idea de lo que estaban diciendo. Se ve que habían leído más bien poco, porque la imaginación, así, en bruto, lo mismo puede desembocar en una pesadilla de Poe que en una distopía de Huxley. Ese mismo año, 1968, George A. Romero mostró al mundo la otra cara del ensueño hippy -esa arcadia feliz de flores, ponchos, paz y amor- en La noche de los muertos vivientes, un certero oráculo de los asesinatos de la familia Manson que también preludiaba el festival de Woodstock. Los términos "imaginación" y "poder" son más bien excluyentes, porque por un lado te pueden dar a Ayuso y por el otro lado a Pol-Pot.

La imaginación, en efecto, tiene mucho peligro y por eso la mayoría de las veces es mejor dejarla donde está. Uno lee a Lautréamont o al más zumbado de los poetas surrealistas, lo pone en un trono y lo que le sale es Pol-Pot decretando la muerte de todo camboyano que lleve gafas o Calígula casándose con su hermana y nombrando senador a su caballo. De momento, Ayuso no ha caído tan alto como para entrar en esa competición, aunque no será por falta de ganas. Afortunadamente, está teledirigida desde el pinganillo de Miguel Ángel Rodríguez y sus dislates no tienen más sentido que la bronca, la provocación y el alcohol.

El último de estos dislates ha sido el anuncio de un Centro de Atención Integral Especializado para hombres víctimas de la violencia sexual, un proyecto que costará alrededor de 700.000 euros y que servirá para combatir la ola de feminismo que padecemos. Es una iniciativa pionera e imaginativa a más no poder, en consonancia a su aplaudida gilipollez de abrir una Oficina del Español en Madrid para proporcionarle un chiringuito a Toni Cantó o a la fabulosa sandez de facilitar becas de guarderías a los concebidos no nacidos: una propuesta que elevaba el concepto de "paja mental" a la categoría de proyecto de ley.

A nadie con dos dedos de frente se le escapa que la inmensa mayoría de los hombres víctimas de violencia sexual son presos víctimas de violaciones carcelarias -es decir, hombres violados por otros hombres-, pero seguramente Ayuso no estaba pensando en eso cuando se le ocurrió el invento. No estaba pensando, punto, y, al otro lado del pinganillo, el que estaba pensando era el porrón. De lo que se trata, una vez más, es de armar jarana y dislocar los marcos lógicos de pensamiento, igual que cuando aprobó el despropósito de conceder becas a hijos de millonarios. ¿Por qué no van los niños pijos a disfrutar de las mismas ventajas que los niños pobres, aun contando con un mullido colchón de billetes? Es un concepto digno de una película de Buñuel: la imaginación al poder.

En esta desquiciada huida hacia delante, es difícil prever qué más ideas de bombero se cuecen bajo la chistera de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Tampoco vamos a sorprendernos cuando anuncie la creación de un Defensor de Nacho Cano, un Defensor del Novio de Ayuso y otro Defensor de Florentino Pérez, figuras relevantes muy necesitadas de organismos oficiales que velen por sus intereses. Estamos a dos ayusadas de inaugurar aquel Ministerio de Andares Tontos que profetizaron los Monty Python con un glorioso John Cleese ataviado de paraguas y bombín. No se rían, que es peor.

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