Uno se pregunta, y tampoco es que importe mucho, por qué nos metimos en el gatuperio éste de la Unión Europea y la moneda única si con Eurovisión ya teníamos bastante. Para despilfarrar dinero, desafinar y hacer el gilipollas, me refiero, porque para joder la economía y encabronar al personal, lo cierto es que la UE no tiene rival. Eurovisión era el escaparate perfecto de lo que podía ofrecer Europa al mundo, dejando aparte imperialismos, campos de exterminio, guerras mundiales y matanzas varias. Es decir, una sucesión de mamarrachos y cacatúas pegando voces y pasándoselo en grande. Vamos, como una reunión del G-20 pero con violines.
La Unión Europea está en crisis prácticamente desde que se inventó, lo que por otra parte es lógico teniendo en cuenta cómo cosieron al animalito. Intentar que alemanes, franceses, belgas, italianos, griegos, portugueses y españoles se llevaran bien era una tarea bien difícil, y eso sin contar el resto de países balcánicos que, por aquel entonces, estaban jugando al deporte nacional europeo por antonomasia: el genocidio. Por no ponerse, ni siquiera se pusieron de acuerdo en un idioma común, que en buena lógica debería haber sido el latín, por aquello de la nostalgia, o el dálmata, por aquello de la justicia. El caso es que hasta que llegó la crisis, la UE, como buen monstruo de Frankenstein, funcionaba a base de estertores.
Ahora ya ni eso. Angela Merkel visita el Vaticano como si fuese a hacer un examen de conciencia, pero la conciencia es un lujo demasiado caro para los tiempos que corren. Mientras pasea por la plaza de San Pedro, Merkel debe de pensar cuánta plaza de aparcamiento hay desaprovechada en palomas y, también, con dulzura teutónica, quién le habrá dado vela a un argentino en este euroentierro. Si lo pensara dos veces tal vez caería en la cuenta de que si hay alguien con experiencia en crisis, devaluaciones y corralitos es, precisamente, un argentino. Pero a Francisco los líderes europeos sólo lo visitan para llevarle regalos y para hacerse fotos de recuerdo. Merkel le ha llevado las obras completas de Fürtwangler, el director de orquesta favorito de Hitler, y luego se ha sacado unas fotos con el Papa que parece que estén jugando a los chinos.
A los chinos vamos a acabar jugando todos de seguir las directrices del Bundesbank, y eso con suerte. Está feo eso de recordar los estereotipos nacionales, pero ya que los griegos son ladrones, los italianos tramposos y nosotros vagos, habrá que señalar entonces que la Merkel y el presidente del Bundesbank no desentonarían en medio de un desfile nazi. De hecho, Jens Weidmann luce un perfil ario, un corte de pelo y unas gafas que huelen a experimento monetario en Auschwitz. Al menos Fürtwangler aprovechó su podio en la Filarmónica de Berlín para salvar a muchos músicos judíos mientras dirigía el requiem por Europa desde las ruinas del Reich. Ahora, en vez de Bruckner y Wagner, nos queda Eurovisión con Angela Merkel berreando vestida de valkiria mientras nos arrastra de los pelos al Valhalla.
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