Dominio público

Respuestas políticas pendientes

Leire Pajín Iraola

LEIRE PAJÍN

11-15.jpgEl año 2009 pasará a la historia como el de la primera crisis financiera global. La peor en 60 años. Se han derrumbado muchos símbolos del neoliberalismo económico. Se deshace un modelo que parecía inquebrantable. La mayoría de los gobiernos han tenido que concertar sus políticas para evitar lo peor. Pero hubo comportamientos y declaraciones paradójicas que habrá que recordar, porque aquellos que más defendían la no intervención del Estado fueron los primeros en reclamar su intervención cuando cayeron sus negocios. Entonces, se necesitaban respuestas que frenaran el primer golpe y, lo más importante, que sustenten el futuro.

Mientras se desplomaba el sistema financiero también lo hacían las economías familiares. La economía real, cuyo horizonte es el fin de mes, busca ahora soluciones en la política. Se han tomado medidas, pero muchos ciudadanos siguen desconfiando de la política como instrumento eficaz para solucionar sus problemas. Seguramente porque, además de ser más exigentes en época de crisis, algo absolutamente normal, asisten perplejos al espectáculo que están ofreciendo algunos políticos que hacen un uso despreciable de la política. No es bueno para nuestro país. No es bueno para nuestra democracia que, tras un año en el que España ha sufrido uno de los envites más feroces que se recuerdan, aparezcan los políticos en las encuestas como uno de los principales problemas.

En algo nos estamos equivocando todos; no estamos aquí para eso. Estamos para recordar y defender que la democracia participativa es la mejor forma de Gobierno que ha habido a lo largo de la historia. Y para que la democracia funcione necesita de los partidos políticos. También de todas las instituciones democráticas y eficaces. Y de leyes justas y transparentes. Así como de miles de servidores públicos que a diario construyen y hacen que exista el Estado de Derecho. Por supuesto, también necesita medios de comunicación libres y responsables.

Pero sin duda los políticos debemos ser mucho más exigentes al afrontar los problemas de la gente, de ejercer un servicio público. La realidad cambia a un ritmo vertiginoso y exige adaptarnos a cada momento. Hoy, nos enfrentamos a la destrucción de empleo, también al malestar ciudadano. Debemos recuperar ambos y generar confianza. Los socialistas vamos a dedicar toda nuestra energía a esta tarea. Debemos ser más exigentes con nuestros sistemas de prevención y lucha contra la corrupción, recordando también que en estos cinco años, la Fiscalía anticorrupción ha desempeñado una labor profesional excepcional.

Al comienzo de las dificultades, el Gobierno puso en marcha el Plan E, que activó más de un centenar de medidas para incrementar la liquidez e incitar la demanda. Un plan pensado para ayudar a las familias, las empresas, para generar empleo y modernizar también nuestra economía. El Plan E amortiguó el golpe. Unas medidas fueron más efectivas que otras, eso es innegable, pero el Fondo de Inversión Local, el incremento de las líneas ICO-Pymes y otras para sectores estratégicos, como el de los automóviles, han dado resultados que desaceleraron la destrucción de empleo.

Sin embargo, hoy son muchas las familias que tienen a alguno de sus miembros en paro, son muchas las empresas, emprendedores y autónomos que pasan dificultades y que arriesgaron todo su talento y esfuerzo e intentan continuar su tarea. No son buenos datos y no podemos conformarnos porque, pese algunos buenos resultados, no es suficiente.

Dedicamos todo nuestro esfuerzo a salir de la crisis, pero no nos sirve cualquier camino. Debemos hacerlo sin que nadie quede abandonado a su suerte. Ese es el sentido último de nuestra política, por el que dedicamos más del 50 por ciento de los Presupuestos para gasto social. Porque no sólo debemos salir adelante, sino que debemos hacerlo todos juntos.

El mayor reto ahora es sentar las bases de un nuevo modelo económico y de crecimiento, más allá del innegable peso de la construcción. Un modelo que mejore nuestra competitividad y que genere empleos más estables. En otras palabras, ladrillo, el que sea preciso, pero no sólo ladrillo. Un modelo más eficaz y más sostenible. Se han dado pasos desde 2004, incrementando un 174% la inversión en investigación, los recursos destinados a educación han crecido año tras año; las energías renovables, en cinco años, han duplicado la potencia instalada. Innovación e investigación es futuro y juntas tienen que formar parte del ADN del nuevo modelo, de lo contrario fracasaremos.

Aprovecharemos nuestra participación por primera vez en el G-20 para construir ese modelo, de acuerdo al consenso internacional. Desde este escenario impulsaremos nuevos horizontes que llevan tiempo esperando y a los que España no debe renunciar. Es imprescindible iniciar la voladura controlada de los paraísos fiscales; es irrenunciable alcanzar los objetivos del Milenio; es ineludible la lucha contra el cambio climático.

No será fácil. Todos los cambios estructurales llevan tiempo y muchos obstáculos que superar. Son muchos y poderosos los que quieren que nada cambie. Precisamente son los mismos que no sufren las consecuencias de la crisis. Es un momento decisivo. No hay espacio ni para operaciones de maquillaje ni para manos de barniz. Debemos y vamos a ser exigentes con las necesidades del momento que nos ha tocado vivir y eso conlleva un gran esfuerzo colectivo. El Gobierno en primer lugar.

También el resto de administraciones. Y toda la sociedad debe tomar conciencia de que es ahora o nunca. El camino será largo y difícil, pero merece la pena recorrerlo. Otras generaciones lo hicieron antes que la nuestra para hacer posible un país como el que tenemos hoy. Ahora nos toca a todos.

Leire Pajín es secretaria de Organización del PSOE

Ilustración de Enric Jardí

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