Como sabemos, en las minas se avanza mediante perforación y tronadura (bella palabra). Mediante la perforación se abren brechas y cubículos. Luego, los explosivos, adecuadamente colocados, despejan el camino y permiten el avance. En tercer lugar, hay que emplearse en la fortificación. Sin ella, el túnel se derrumba. Los procesos de fortificación son complejos (dependiendo del terreno y de otras variables) pero igualmente imprescindibles.
Pues el movimiento feminista avanza de igual manera y siguiendo etapas similares:
- Perforación: trabajo lento, poco vistoso, nada rimbombante, pero esencial. Es el fundamento y el primer paso del proceso. Cada vez que conseguimos avanzar un palmo en una excavación ya comenzada o cada vez que vislumbramos un nuevo túnel, los antifeministas nos dicen: "Pero ¿dónde vais? Si ya estáis donde tenéis que estar... Ya habéis extraído todo lo que razonablemente se podía extraer. Seguir perforando es una locura, un exceso. Parad, locas, parad".
- Llegado el momento, el feminismo pasa a la etapa de tronadura. En España lleva ya unos años practicando unas tronaduras extraordinarias y espectaculares. Así, por ejemplo, las que hemos vivido estos dos últimos 8 de marzo. Al ver el éxito, toda clase de chupópteros venenosos y repugnantes zumban a nuestro alrededor y, considerando al feminismo un panal de rica miel, intentan aprovecharse. Al tiempo, pretenden convertir la voladura en simples fuegos artificiales de feria. Nos dicen: "Precioso, el espectáculo quedó precioso. Hala, ahora volvamos a casa, que el objetivo era la fiesta, el estruendo, el jolgorio (sin molestar a nadie, por supuesto y mucho menos a cualquier señor). No se trata de continuar ahondando ¿Dónde vais? Nosotros no queremos seguir y si vosotras lo hacéis, nos estáis marginando e imponiendo vuestro avance".
- El feminismo no ceja y emprende la tercera etapa: la fortificación, la consolidación del camino. Esta es labor absolutamente necesaria. Si no hacemos esta tarea, corremos un grave peligro de derrumbe y de anulación de la eficacia de la voladura. Cada mujer, cada grupo, cada organización debe ver cómo hacer el trabajo, dependiendo de cuál sea su punto de partida, del terreno que encuentre, de las circunstancias que tenga y de las herramientas de las que disponga. Pero hay que hacerlo pues quedarnos obnubiladas con el estruendo y la espectacularidad de la voladura sería nefasto. Sin duda, la voladura fue bella, nos dio alegría, nos facilitó el avance, pero ahora toca consolidar y fortificar.
Conclusiones: de aquí al 8 de marzo de 2020, tenemos que trabajar en dos direcciones:
- Debate intenso entre nosotras, las feministas (repito: las feministas, no los chupópteros oportunistas) en torno a objetivos, agenda, corpus teórico, medios organizativos, alianzas, etc. etc. Debate tanto más necesario cuanto que, después de estos tsunamis, al feminismo llegan de nuevas muchísimas mujeres. Llegan con sus problemáticas, sus emociones, sus entusiasmos, sus lastres, sus saberes... y todo ello necesita reflexionarse, estructurarse, modularse. El feminismo no puede quedar en un impulso, un sentimiento, un arrebato, ni en una suma de individualidades sino que debe articularse en ese gran movimiento social que a todas nos concierne puesto que busca la liberación de todas.
- Exigir de los partidos que introduzcan en sus programas las demandas más perentorias del feminismo actual, a saber: actuaciones contundentes para atajar los asesinatos de mujeres y el maltrato en general; normas eficaces contra la precariedad laboral, la desigualdad de salarios y las discriminaciones profesionales que sufrimos; legislación abolicionista que marque claramente que el cuerpo de las mujeres no puede ser objeto de transacción comercial; refuerzo de las leyes contra la práctica conocida como vientres de alquiler (es decir: compra-venta de bebés y mercadeo de mujeres); implantación de cursus escolares coeducativos; disposiciones contra las salvajadas machistas que impunemente difunden las redes y los medios; ayudas eficaces para las mujeres con discapacidad, para las que cargan con el cuidado, para las que quieren ser madres puedan hacerlo sin poner en peligro su puesto de trabajo.
Ah! y último detalle a tener en cuenta: cuando se hacen labores de minería es crucial disponer siempre una buena ventilación que elimine los gases tóxicos. Máxime cuando sabemos perfectamente que la voladura genera humo, polvo y vapores dañinos en proporción directa con la amplitud y resonancia que tuvo. Y sabemos que, en el caso del 8 de marzo en España, ambas han sido enormes. No podemos permitir que nos emponzoñen con sus gases venenosos. Tenemos claro: no es feminista quien vaya contra las demandas del movimiento. No es feminista quien quiera cuestionar nuestras conquistas ni quien quiere fomentar las mercaderías en torno a nuestro cuerpo.
Comentarios
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