Lo que va a desaparecer, a disminuir o a cambiar radicalmente. Vamos a hacer un breve repaso.
- La Globalización cambiante: vamos hacia la desglobalización. Ya antes de la pandemia EEUU y otros países se dieron cuenta, hace años, de que no podía competir con China y el sureste asiático, de hecho el ascenso de Trump se basó en parte en eso: romper la globalización que no les interesa con un nuevo nacionalismo. Las relaciones internacionales están cambiando rápidamente hacia nuevos nacionalismos egoístas que son localismos en algunos casos, visiones a corto plazo.
Alternativas. Habría que parar esta globalización, que es lo peor que estamos haciendo, y generar una conciencia crítica de especie en la educación y la formación que socialice la revolución científico-tecnológica y que incremente la sociabilidad de los grupos (Eudald Carbonell). - Cultura. los eventos culturales de masas tendremos que olvidarnos por un tiempo.
Como todo cambio de época, se está reflejando el actual en el mundo del arte y la cultura, en todos los aspectos, en las manifestaciones artísticas, música, literatura, etc. Nuevas películas. El espectador, para saber en qué época está realizada una filmación nos fijamos habitualmente en algunos detalles tecnológicos, como tipo de automóviles y, en las últimas décadas, si aparecen teléfonos móviles y de qué tipo (podemos acertar con variaciones apenas quinquenales). A partir del presente año sabremos fácilmente si la obra artística está realizada antes o después del coronavirus (a.c. o d.c.). Tal es el trauma que está sufriendo la población planetaria. El paisaje urbano ha cambiado y también el filmado: aparecen los actores con o sin mascarillas en las calles, hablan o no del postrauma confinamiento, etc. - Comunicación. Los periódicos en papel, que ya tenían los días contados, ahora ya podemos contarlos, están en el tiempo de descuento.
Las redes sociales seguirán creciendo también como medio de información y comunicación. Pero, con la pandemia, la televisión y sus telediarios han recuperado el puesto como primera fuente de información para la mayoría de la población española. - El amor y las relaciones sociales. El poliamor, el ligoteo, las relaciones múltiples y liberales... han sufrido un duro golpe durante el confinamiento. Veremos como se van recuperando, pero seguro que lo harán, tan seguro como que no igual que antes, ni en la misma cantidad. Como en todas las relaciones sociales también en las amorosas seremos más selectivos, menos amigos y amistades íntimas, pero más selectivas y más apreciadas. La pareja como refugio adquiere más valor.
- Después de meses de confinamiento, de arresto domiciliario, en parte impuesto, en parte voluntario, por miedo, la relación con uno mismo ¿ha cambiado? Nunca antes habíamos tenido tanto tiempo para leer, para ver pantallas, para hablar con los seres queridos y no tan queridos, y para hablar con nosotros mismos:
Incluso cuando estamos "solos con nosotros mismos", somos seres dialécticos porque podemos hablar solos, podemos pensar y reflexionar sobre nuestras propias acciones. Somos "dos en uno", o, en palabras de Arendt, "todo pensamiento, estrictamente hablando, es elaborado en soledad y es un diálogo entre yo y yo mismo" (Joke J. Hermsen) - El urbanismo. Queremos vivir en ciudades más peatonales, más cerca del trabajo, la ciudad de los 15 minutos, tiempo ideal empleado para llegar al centro de trabajo o a hacer la compra, como reivindicación está muy bien. Es más ecológica y sostenible. Pero en la economía y mercado laboral actual es imposible, ojalá sea una tendencia. Contradictoria con el incremento de querer casas más amplias, nuevas demandas de casas con jardín, chalets, etc.
- La pobreza y la desigualdad en aumento. Como en todas las crisis. Salvo en algunas: después de las guerras mundiales hubo un aumento de los impuestos y de la redistribución económica en algunos países. Churchill triunfó en la guerra contra la Alemania nazi, pero inmediatamente después de terminada la guerra los británicos eligieron a un partido laborista intervencionista y socializante. Antes, precisamente para salir de la crisis de la Gran Depresión de 1929, Estados Unidos fue dirigido por Roosevelt que implantó su New Deal, el gran acuerdo social por el que se aumentaron los impuestos de forma progresista a cifras no imaginables actualmente. Las personas con mayores rentas llegaron a pagar más del 60% de sus ingresos anuales en impuestos. Lo que permitió unas inversiones en Seguridad Social y políticas sociales nunca antes abordadas.
En España en concreto y ahora, podemos hacer el seguimiento de la evolución de la política socioeconómica con dos ejemplos: el Ingreso Mínimo Vital (versión muy reducida de Renta Básica) y el nuevo impuesto a las grandes fortunas, a los patrimonios de más de un millón de euros (sin contar la vivienda habitual), propuestas de Unidas Podemos. La oposición de todas las derechas a estos dos puntos es abrumadora. El PSOE haría mal si sigue retrasando propuestas de este tipo. Especialmente el ingreso mínimo es un acuerdo de legislatura que no puede seguir anunciando sin que entre en vigor. En estos dos ejemplos veremos hasta que punto el Gobierno está dispuesto a continuar con políticas progresistas. - La criminalidad. Durante el confinamiento los delitos han disminuido, se han hundido los índices de robos y parece que también otros, como las detenciones por tráfico de drogas. Hay quien podría pensar que los que viven en la ilegalidad se han acostumbrado a la nueva realidad y ya por tanto tiempo que se quedarán en ella. Adaptándose a una vida sin delito. Pero me temo que no.
A cambio tenemos a las fuerzas de seguridad ocupándose de otras cosas, tanto que han puesto un millón de multas o propuestas de sanción en apenas dos meses por saltarse el estado de alarma. Todo un récord. Con algunos abusos preocupantes.
También hemos tenido al vecino-policía que abronca a los que andan por la calle, sin su permiso, dando la brasa desde el balcón. Afortunadamente ha ido a menos en cuanto se han relajado las medidas de confinamiento.
Y a medios comunicación-policías que ahora se han multiplicado. Denunciar abusos está bien, sean de la policía o de algún vecindario que rompe toda norma, pero poner imágenes de tres jóvenes charlando en la calle como si estuvieran cometiendo un delito o fotos trucadas con perspectiva para que parezcan que están las personas pegadas unas a otros (como se ha denunciado en Publico.es) no es ético y es simplemente abundar en que los españoles somos unos incívicos y que lo que necesitamos es más autoritarismo y mano dura.
También hemos tenido otros ejemplos un poco bochornosos, por citar uno: vi en la tele a una periodista preguntando, a la gente que salía de un super, qué es lo que habían comprado y dando la bronca a un joven porque solo portaba un kilo de arroz "hay que salir de casa para comprar más cosas..." le decía la periodista a un joven enrojecido.
Lo que aumentará. La que se nos viene encima
Cada día me descubro discutiendo conmigo mismo y entrando en permanentes polémicas silentes respecto a todo aquello que veo en televisión o leo en la prensa o en las redes sociales. Es evidente que tengo todos los síntomas de haber contraído la covidiotez
(José Miguel Contreras).
Muchas cosas y formas de vida han cambiado ya con la pandemia, algunas ya las hemos citado. Por recordar otras irreversibles:
Más caminar, pedalear, el patinete.... más ocio y actividades al aire libre, donde el virus se propaga menos. Valorar más el espacio abierto y el aire libre.
Una mayor digitalización de nuestras vidas: en el teletrabajo, en la cultura, diversión, educación, formación, relaciones sociales, etc. Afortunadamente se ha descubierto, o confirmado lo que ya se sabía, que muchas reuniones se pueden realizar por internet. Que no son necesarios tantos desplazamientos. Lo cual es bueno para la salud personal y del planeta.
Más transportarse en coche individual, en detrimento del transporte público, lo cual implica, al menos en el corto plazo, más contaminación y consumo energético, que contradice el efecto anterior.
Pasada la pandemia como crisis sanitaria, queda la económica. El turismo internacional -que actualmente es cero, se recuperará pero poco y aumentará el turismo nacional, dentro de cada Estado y, lentamente, dentro de la UE. Se acabaron algunas tonterías burguesas, como la de ir de compras el fin de semana a Londres porque hay muchas oportunidades y la obligación de veranear todos los años en destinos exóticos de las antípodas, aspectos del consumismo que, afortunadamente para el planeta, desaparecerán de las agendas de las clases media y media alta. Esperemos que la mayoría de la población se conciencie, al menos un poco, y a ser posible se vacune -gratis- contra el consumismo desbocado. Recuerdo una conversación de hace apenas tres meses en el autobús: una chica, de apenas 18 años, le comentaba a su amiga que este verano "tenía que ir a conocer Chicago, que le hacía mucha ilusión, más que eso ¡que tenía que ir!" y eso en un autobús, no en el club de golf.
Termino con una nota de actualidad, una económica y otra política, una prospectiva un poco pesimista.
- En el corto plazo el Gobierno se equivoca prolongando el Estado de Alarma, salvo para impedir la movilidad entre provincias. Solo y exclusivamente por esta razón y para este fin estaría justificada su prolongación. El resto de las medidas deben ser todas adoptadas ya por las Comunidades Autónomas o pactadas con su aprobación: prohibición de todos los actos públicos y privados en los que no se pueda garantizar la seguridad sanitaria, el distanciamiento físico-social, medidas higiénicas, etc. El mantener la alarma para otros fines es un suicidio, político, pero suicidio al fin y al cabo.
Las CCAA son las responsables en España de la sanidad, la educación, las políticas sociales y las activas de empleo, y son estas también las que deben asumir qué hacer en esta situación, si los colegios tienen o no que abrir y cómo, la regulación del comercio y de todos los actos públicos, y asumir esas políticas para bien o para mal. En Alemania así lo han hecho y cada Lander lo ha asumido y regulado, bajo unas directrices generales federales.
El ministro de sanidad, el filósofo Salvador Illa Roca-lávate las manos (predestinado por su nombre completo) ya no puede salvarnos más. Que cada gobierno y autonomía asuma su responsabilidad y desgaste. - El paro, la crisis económica. Desde finales de 2008, nunca hemos bajado de los tres millones de parados. En el último trimestre de 2019 estábamos con una tasa de paro del 13,8% de la población activa (datos del INE, EPA). Las pasadas semanas diferentes organismos indicaron sus previsiones: el paro en España puede llegar al 20% en el tercer trimestre de este año, se mantendrá en niveles altos en 2021 y bajará en 2022. Sin embargo, por otra parte, se dice que esta crisis va a afectar a algunos países más que la que comenzó en 2007 y duró una década. En el caso de España más, por ser una economía débil, muy dependiente del turismo, la construcción etc.
Pero recordemos que en la pasada crisis el paro llegó a casi el 27% en 2013, 6 millones de parados, y se mantuvo en tasas por encima del 20% durante un lustro (2011-16). La actual crisis se compara, a más, con la debacle de la Guerra Civil española y con la citada Gran Depresión de 1929. Si esto es así el paro, y su lastre de pobreza, exclusión, marginación, etc. va a llegar a niveles superiores. Preparémonos para un escenario de más de 5 millones de parados. Aunque, eso sí, tengamos la esperanza de que la recuperación también será más rápida, la veremos a partir de 2022. - En esta situación de grave crisis socioeconómica los conflictos y la tensión social aumentarán. La reflexión de la derecha ultra y la ultraderecha parte de un diagnóstico: el Gobierno ahora está amortiguando la crisis con mucho dinero público (ERTES, ayudas) y políticas sociales, solo soportables durante poco tiempo y con el compromiso de la UE de avalar/subvencionar el endeudamiento. Si la UE pasa a políticas de "rescate" impondrá reducciones y recortes sociales, bien aumentando drásticamente los impuestos o directamente bajando los salarios públicos, las pensiones y el gasto público. Esto va a ocurrir en cualquier caso, pero no es lo mismo dirigido y modulado por un Gobierno nacional que simultáneamente aumenta la recaudación impositiva (al patrimonio, grandes fortunas, impuesto de sociedades, corporaciones...), que realizado de forma impuesta por políticas liberales europeas y con, otra vez, los hombres de negro, imponiendo sus reglas.
Esto es casi la única esperanza para las derechas: que la UE imponga su rescate a España. Saben que esas políticas harían explosionar desde dentro al Gobierno, ya que UP no podría asumir dichos recortes o, en cualquier caso, la tensión sería tan grande, en el Gobierno, en el Parlamento, con algunas CCAA y en la calle, que estaríamos abocados a un adelanto electoral, para principios del año próximo. Y es ahí donde los ultras se mostrarán, otra vez, como los únicos salvadores de la patria.
Comentarios
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