El 3 de marzo de 1976, Vitoria sufrió los sucesos que, según el director del documental Vitoria, 3 de marzo, Víctor Cabaco, sería el equivalente a su "11 de septiembre en Nueva York". La capital alavesa quedó traumatizada para siempre con el asesinato de cinco trabajadores y más de cien heridos de bala a manos de la Policía Armada franquista, gobernada por Carlos Arias Navarro, aunque era de Rodolfo Martín-Villa, ministro de Relaciones Sindicales, de quien dependían las fuerzas de Seguridad en ausencia del ministro de Gobernación Manuel Fraga, que estaba en el extranjero de viaje. Durante las protestas en las siguientes semanas por estos hechos murieron otras dos personas a manos de las fuerzas franquistas. En un interrogatorio de la juez argentina María Servini, Martín-Villa admitió "errores" en aquel episodio y la ley de amnistía de 1977 se encargó de borrar todos los crímenes de la Transición junto a los amparados por la ley del franquismo.
La película de Cabaco se pudo ver en La 2 de TVE y en el Canal 24 Horas de la misma televisión pública y está disponible en plataformas de pago. Vale la pena verla. También el homenaje que Lluis Llach hizo en 2007 a las víctimas de la matanza de Vitoria en Llach, la revolta permanent y que incluye uno de los himnos más hermosos dedicados a las zonas oscuras y sus víctimas de la mitificada Transición española, como los asesinatos de Vitoria. Escuchen Campanades a morts, ese himno, para resistirse contra el olvido, porque los crímenes de Vit1oria nunca fueron juzgados.
El 26 de noviembre de 1985, la Guardia Civil detuvo a Mikel Zabalza, lo trasladaron al tétrico cuartel de la Guardia Civil en Intxaurrondo (Gipuzkoa) y desapareció. El 15 de diciembre se encontró su cuerpo en el río Bidasoa. Una exclusiva de Público demostró con un audio nunca antes escuchado que Zabalza había muerto torturado; la conversación a la que este diario tuvo acceso se desarrollaba entre el excoronel del CESID (hoy Centro Nacional de Inteligencia, CNI), Juan Alberto Perote, y el capitán de la Guardia Civil Pedro Gómez Nieto y fue descubierta por los investigadores que dieron forma a la película Non dago Mikel? (¿Dónde está Mikel?), Miguel Ángel Llamas y Amaia Merino.
En la madrugada del 10 al 11 de mayo de 1981, Luis Montero García, Luis Cobo Mier y Juan Mañas Morales fueron asesinados por guardias civiles. A estos tres hombres se les torturó, mató y calcinó por error, tres meses después del intento de golpe de Estado liderado por Armada, Tejero y quién sabe quién más. Es el caso Almería, que Manuel Hijano y Chaymaa Outnarit han investigado con el resultado de un libro muy recomendable para poner luz sobre la densa oscuridad de la Transición: El Caso Almería. Cuarenta años después.
El 1 de junio de 2021, los reyes de España, Felipe y Letizia, inauguraron en la misma Vitoria de la matanza de 1976 el Memorial para las Víctimas del Terrorismo... sin la matanza de 1976. Las instituciones presentes (la Jefatura del Estado y los gobiernos de España y Euskadi, representados por los reyes y los presidentes respectivos) aclaran que esos sucesos sangrientos perpetrados por el Estado contra un grupo de trabajadores tendrán su propio museo. Son los actos terroristas juzgados (ETA, GAL, grupos ultraderechistas, GRAPO, etc.) los que aparecen en este memorial, explican. Ni las víctimas de Arias Navarro, Martín-Villa y Fraga ni Zabalza ni los tres asesinados de Almería a manos de la Guardia Civil tienen su hueco en este Memorial.
Creer que la memoria se construye como se deshoja una margarita (ésta sí-ésta no) en función de la conveniencia del jefe de Estado que sostiene un régimen de presunta Transición impoluta desde la dictadura es una falsedad solo comparable al carácter democrático de una monarquía heredera del mismo franquismo autoritario. Flaco favor se hace el PNV -y hace a Euskadi- dejándose envolver por las sedas y las ceremonias de palacio. La memoria no son compartimentos estancos; son los hechos, todos, que construyen un pasado sin lagunas al que las democracias deben mirarse siempre y sin pudor para no repetir los errores.
(*) Si me permiten una puntualización, que también es memoria, no ha sido el de ETA el terrorismo que más víctimas ha sumado. Ha sido el machismo, que sigue matando e hiriendo con la complicidad de cargos institucionales y partidos políticos. Ya es hora de empezar a llamar a las cosas por su nombre. Se lo debemos a 1.093 mujeres contabilizadas oficialmente desde 2003; es decir, por lo menos a 1.093 mujeres.
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