"Me da envidia la vida que tenían mis padres a mi edad". El arranque de Feria, la novela de autoficción de Ana Iris Simón, es toda una declaración de intenciones. Nada nuevo, por otra parte. Uno de los tópicos literarios renacentistas ya era el Tempus Fugit, el tiempo finito y limitado que huye, que vuela, que se desvanece y nos hace preguntarnos dónde está la infancia que tuvimos, dónde están quienes ya no están, Ubi Sunt?. "Cualquiera tiempo pasado fue mejor", escribía Jorge Manrique en las coplas a su padre hace más de medio milenio. "Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar", añadiría siglos después Antonio Machado.
Feria ha sido objeto de polémica durante los últimos meses en ese foro hostil que es Twitter, también en algunos mentideros más honestos. Más allá del juicio literario, el libro ha servido para volver a poner en solfa el eterno debate político sobre si el presente ha de mirar más hacia el futuro que está por hacer o a un pasado que conservar e idealizar. El presente, en definitiva, casi siempre será un purgatorio en el que andar de paso, pocas veces una fiesta en la que perderse y perdurar. Un debate, el azuzado sobre la pieza literaria de Simón, que llevado a una esquemática simplificación se podría resumir en la nueva excusa para que se desarrollen los azotes que las gentes conservadoras y progresistas hemos de hacer perdurar por los siglos de los siglos.
El pasado miércoles, Santiago Abascal subía a la tribuna del Congreso con un ejemplar de Feria en la mano. Toda una declaración de intenciones del líder de Vox y un mensajito para el presidente Sánchez. La escritora había aprovechado la invitación del Gobierno para participar en el acto del pasado mayo de presentación del plan ‘España 2050’ para afearle a la cara a Pedro Sánchez la falta de políticas públicas ante la crónica crisis a la que se enfrenta la juventud y la escasez de expectativas laborales.
El dirigente ultraderechista mandaba, además, un reclamo a esos sectores que fueron de izquierdas, que dicen seguir siéndolo, pero que en el momento de defender una postura sobre nuevos derechos siempre abogan por ponerse del lado conservador. Voces destacadas de este ámbito lo dieron todo durante semanas en la defensa de los postulados de la Feria de Simón. Algunos de los argumentos más repetidos utilizados en este debate tenían que ver con la ley trans, aprobada en el Consejo de Ministros esta semana, tachando la autodeterminación de género como una cuestión de talante neoliberal.
Vox ha virado durante la pandemia su discurso hacia posiciones más obreristas y contra las élites. Existe un intento (otra cosa es que el intento dé sus frutos) de lepenización de la ultraderecha española que pretende seducir a las clases trabajadoras. El investigador Iago Moreno lo comentaba así en redes sociales: "Estoy haciendo una cartografía de todas las expresiones con las que Abascal se refiere a sus adversarios como nobles-élites-oligarquías. Van más de 50. Cuatro veces más que las encontradas antes de la pandemia. El cambio de discurso es evidente".
El debate del miércoles en el Congreso versó especialmente sobre los indultos promulgados por el Gobierno hacia los dirigentes independentistas encarcelados. Sin embargo, en esta semana de Orgullo LGTBI el tema más relevante ha sido la aprobación por el Consejo de Ministros de la ley trans.
Este viernes, Abascal publicaba una tribuna en El Mundo sobre este asunto. El rechazo de la ultraderecha a la ley trans era más que predecible, no por ello dejan de llamar la atención algunos de los argumentos utilizados para atacarla. "Va a ser la ley de un Gobierno de izquierdas la que más rechazo va a generar entre las representantes históricas del movimiento feminista", recoge en su escrito, en el que también carga contra el PP, pues en diversas comunidades autónomas han puesto en marcha leyes en favor de los derechos de las personas trans, entre ellos el derecho a la autodeterminación.
La portavoz parlamentaria de los populares, Cuca Gamarra, llamaba el pasado martes a las "feministas clásicas socialistas" a rebelarse contra la ley aprobada en el seno de su propio Gobierno. "Entendemos a todas esas mujeres que durante décadas han luchado por nuestros derechos y hoy se ven borradas", declaró. Hace algo más de un año, se filtraba un argumentario interno del PSOE firmado por Carmen Calvo, como secretaria de Igualdad del PSOE, y por José Luis Ábalos, como secretario de Organización, en el que se cargaba duramente "contra las teorías que niegan la realidad de las mujeres" y criticaba el derecho "a la autodeterminación sexual". Los argumentos sobre un supuesto borrado de las mujeres que hoy usan la derecha y ultraderecha contra la ley trans han sido escritos por algunos sectores de la izquierda oficial.
Sin embargo, dando un paseo por el mapa político español, podemos afirmar que si la derecha y ultraderecha se vuelcan contra la ley trans, será un refuerzo para que esta salga adelante. Mientras que el debate estaba situado en si la autodeterminación de género era un artefacto neoliberal, las izquierdas se desangraban internamente sobre este tema. El PSOE sufre un verdadero desgarro por esto, algo que ya vivió, en menor medida, IU hace meses. Ahora que neoliberales y ultraderechas vuelven a ser los contrapesos contra esta legislación (ya lo fue Hazte Oír hace algunos años con aquel macabro autobús naranja contra menores trans), muchas voces habrán de callar (o disimular).
El PSOE sigue siendo el partido que consolida los avances de derechos sociales en el Estado. Que haya fuerzas políticas a su izquierda con relevancia social, como Unidas Podemos u otras, mete prisa y acelera unos cambios a los que socialistas pueden ser reticentes. Sin embargo, a día de hoy, es una certeza que sin el PSOE no hay avance social y político posible, dados los números.
Si Vox y PP hacen bandera contra la ley trans, de igual modo que ha pasado en otras cuestiones políticas relevantes, la mayoría progresista y plurinacional del Congreso se reforzará frente a los ultras. Cuando las derechas y ultraderechas critiquen con más fuerza estos avances en derechos, estarán más cerca de ser realidad. El PSOE no se podrá situar al lado de PP y Vox y en frente de las personas trans. Al fin y al cabo, que los argumentos contrarios a la ley trans que estaban tensionando al socialismo y las izquierdas ya hayan viajado al PP y Vox no deja de ser un ejemplo de que el tiempo pasa, de que el futuro acerca los derechos de las personas trans y de que la transfobia es cada vez más pasado. La persona trans no envidiará el tiempo en el que sus padres tenían su edad.
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