Dominio público

'Lo siento' es el principio

Ana Pardo de Vera

Un dirigente político me dijo este lunes, con poca fortuna, que con las palabras de Arnaldo Otegi, quedaba cerrado "como tal" el conflicto de Euskadi. "Discrepo", le contesté: con el lo siento nos situamos en el principio de otra etapa compleja, no en el final de nada: sumamos, sin ninguna duda, pues desde hace diez años, cuando ETA anunció su disolución, en Euskadi, en España y en Europa estamos mejor, mucho mejor. Porque si una escucha a la (ultra)derecha de Vox y PP comentar las palabras del líder de Bildu y el de Sortu, Arkaitz Rodríguez, este lunes en el Palacio de Aiete, e incluso la tibieza de un PNV, defensor a ultranza de los pasos políticos que se han ido dando desde hace décadas en la lucha por el fin del terrorismo hasta que EH-Bildu se convirtió en influyente competencia en el Congreso y en las urnas de Euskadi, pareciera que Otegi y Rodríguez decían lo que contrario de lo que dijeron.

Aceptar que la decisión mayoritaria de la izquierda abertzale (todavía existen resistencias en ese complejo mundo) es un avance mayor de lo esperado para quienes conocimos el domingo que al día siguiente se daría esa "declaración institucional" es pura honestidad frente a una realidad que se ha ido imponiendo gracias al tesón de quienes apostaron no solo por la vía judicial y policial, sino también por el diálogo, la seducción y la intermediación: "Veníos para la democracia, participad en política con las herramientas de aquella y tratad de conseguir vuestros objetivos sin sangre y con urnas. Romped con ETA y obligadla a disolverse". Este miércoles hace diez años que se produjo este final de la banda. Atrás quedan más de 800 víctimas mortales, familias traumatizadas, crímenes etarras sin resolver, una sociedad vasca con cada vez menor división sobre si rechazar o no la violencia con objetivos políticos y un terrorismo de Estado por el que éste nunca ha pedido perdón. Mucho, queda mucho, pero no es un "mucho" que concierna solo a Bildu o Sortu.

Tratar de colocar cada hecho y a cada persona en su sitio, ahora que los líderes abertzales han asumido la inutilidad del terrorismo y de ETA y han mostrado su pesar por tanto sufrimiento, es lo que empieza tras el lo siento. Y como en todo proceso de disculpa y asunción de responsabilidades en el daño causado, desde la más pequeña falta hasta los más terribles delitos, tras el reconocimiento del error comienza un proceso de acercamiento que va más allá de los protagonistas políticos de estos días y que atañe a una sociedad entera, la vasca en primer lugar y la española, en segundo, ayudadas ambas por el paso de un tiempo que nunca puede ser olvido, sino de aprendizaje para convivir con el pasado. Casi nada.

Poner sobre la mesa cómo se pasó de una legítima disidencia antifranquista en Euskadi a la brutalidad del terrorismo, cómo se desarrolló el despliegue de la respuesta ilegal del Estado desde el Batallón Vasco-Español franquista a los GAL en los gobiernos de Felipe González o quiénes son los culpables desconocidos y cuáles los errores en las investigaciones policiales y judiciales de los atentados, que los hubo, es el camino que nos queda. Todo es memoria y toda memoria es positiva para conocernos, madurar como sociedad y no repetir un pasado tan cruel, superado, no obstante, por el de la represión franquista, que también espera su lo siento. Solo mentes muy retorcidas, sanguijuelas del dolor ajeno, tratarían de torpedear con sus intereses partidistas esta senda que inauguramos el lunes 17. Nos tendrán enfrente.


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