Para quienes seguimos con evidente interés el conflicto entre Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado, este fin de semana hemos tenido un material inédito en la historia del PP y que lleva a pensar que las cosas están peor de lo que parecen en el seno del principal partido de la oposición y que la guerra de Madrid se ha convertido en una batalla campal para todo el PP. Ni siquiera se recuerda nada semejante cuando Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón se disputaban el poder de la (entonces única) derecha madrileña con el cabreo mal disimulado de Mariano Rajoy, al cual, además, ambos aspiraron a suceder en el liderazgo nacional del PP.
Este fin de semana, los tres barones más influyentes del PP aparte de la propia Ayuso mandaron un mensaje idéntico e inequívoco a su presidente de partido y a la jefa del Ejecutivo madrileño, pero sobre todo, a quien se supone que es su líder. Al fin y al cabo, la única mujer baronesa del PP es homóloga de estos tres tenores visiblemente enfadados con el espectáculo madrileño y lo que pudieran decirle a ella tiene menos importancia. Lo destacable, lo inédito es que tres dirigentes autonómicos del PP, amén de presidentes de las respectivas comunidades, llamen la atención explícitamente a su propio líder nacional Pablo Casado.
Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia y barón decano y por excelencia al ser el único de todos ellos/ella que mantiene la mayoría absoluta, abrió la veda de la crítica contundente a la dirección nacional del PP el pasado jueves, tras la reunión del Gobierno autonómico. Lo hace por un "ruido" que, según Feijóo, debe bajarse porque "no beneficia a nadie, no beneficia al partido". No obstante, el jefe del Ejecutivo gallego ha dejado un mensaje claro a Génova: es "normal" que Ayuso quiera presidir el partido, como lo hace Juanma Moreno en Andalucía, Fernando López Miras en Murcia o él mismo en Galicia.
Y es precisamente Moreno quien abre la portada de El Mundo este domingo con idéntico argumento: "Quien decide quién preside no son Pablo Casado ni Isabel Díaz Ayuso, sino los afiliados (...) Tenemos un objetivo, que es derrotar las políticas de Pedro Sánchez. Todo lo que sea distraernos de ese gran objetivo del cambio político en España creo que es un error (...) Las batallas internas siempre se pagan en términos electorales (...)".
El mismo día que Moreno, el 7 de noviembre, el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, da una entrevista a La Razón. El mensaje, igual al de sus dos compañeros: "Cualquier persona tiene legitimidad para optar a presidir el Partido Popular. Y si eres presidente autonómico, lógicamente, también la tienes (...) Creo que los españoles, los madrileños en este caso, lo que quieren es que hablemos de sus problemas, no de las cuestiones internas de partido". Los tres barones coinciden, eso sí, en que la fecha del Congreso del PP de Madrid debe fijarla la dirección nacional, no Ayuso por mucho voto que haya acumulado.
La salida a la tribuna pública de estos tres dirigentes del PP no es casual. No lo es, sostienen fuentes del PP madrileño, porque además, ninguno de los tres citados apoyó a Casado en el Congreso que le dio el liderazgo del partido en julio de 2018. Feijóo apoyó a Dolores de Cospedal, que en la segunda vuelta decidió ceder sus apoyos a Casado para que no ganara su eterna rival Soraya Sáenz de Santamaría, y tanto Moreno como Fernández Mañueco respaldaron a la exvicepresidenta, ni a Cospedal ni a Casado. No existe por tanto, una "lealtad debida" al líder del PP, solo un interés de partido y ese interés es que el poder fáctico (Ayuso) presida el PP de Madrid con el beneplácito de Casado, aunque esto suponga arrebatarle a él su territorio, Madrid. Éste es, en realidad, el otro quid de la cuestión junto a su sucesión en caso de no obtener el Gobierno en las elecciones generales de 2023.
El toque de atención al presidente del PP por parte de tres líderes autonómicos, más la batalla pública que mantiene con Ayuso, está adquiriendo tintes paternalistas que rozan la humillación para Casado, precisamente, cuando el PP remonta en las encuestas fruto de la recuperación de los votos de Ciudadanos. Y viene a recordar al líder popular y a todos los líderes que de cualquier partido han sido que el poder lo dan los votos y no las estructuras, cada vez más débiles también en el PP y probablemente, por la ausencia clamorosa de democracia frente al exceso de personalismos.
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