No, no voy a hablar de la cutre votación del jurado de TVE para Eurovisión, no sólo porque ya se han escrito ríos de tinta, sino porque no merece opacar lo realmente importante: el relato que nos cuentan As Tanxugueiras y Rigoberta Bandini a través de Terra y Ay mamá.
La calidad artística de ambas propuestas es incuestionable, originales y llenas de talento, pero aportan mucho más que buena música, aportan una visión del mundo, una manera de entender como debe ser la sociedad, son un aturuxo que proclama valores de tolerancia, diversidad cultural y lingüística, integración y una reivindicación de la mujer, de nuestro derecho a ser libres e iguales.
Es la propuesta de mujeres empoderadas que suben a un escenario a contar su historia, y lo hacen a su manera, personalísima y sin complejos, rompiendo los marcos mentales que otros, si otros, llevan demasiado tiempo dibujando para nosotras. Ellas patean sin miramientos esos marcos, patriarcales, homogéneos, reduccionistas, empobrecedores y reivindican el protagonismo que nos corresponde, a las madres, a las compañeiriñas leais, -la manera de decir sororidad de nuestras abuelas gallegas-; nos invitan a cantar y a festejar la vida co xeito das nosas nais, nos animan a levantar la voz para ser escuchadas, nos interpelan a parar la ciudad si hace falta y a derribar fronteras, todas y en todas las lenguas.
¿Por qué, por qué dan tanto miedo nuestras tetas y nuestras lenguas? ¿Por qué, cuando es evidente que sin ellas ni habría humanidad, ni habría belleza? ¿Por qué ese recelo al empoderamiento de las mujeres, en lugar de potenciar una sociedad de iguales? ¿Por qué esa resistencia a reconocer un Estado plurilingüe que nos enriquece y nos hace más auténticas, más orgullosas de lo que somos, de nuestro idioma, de nuestras raíces, por qué no compartirlo en lugar de combatirlo?
Si, nuestras tetas y nuestras lenguas dan miedo...pero no a la mayoría, y ahí está Benidorm Fest para demostrarlo. Porque, en realidad, el resultado del concurso es un chute de optimismo para todos y todas las que defendemos la riqueza cultural y lingüística y defendemos una sociedad de mujeres libres e iguales, y es un chute de optimismo porque el público eligió dos temas que hablan de empoderamiento y solidaridad, que hablan de una sociedad sin fronteras, de la igualdad, con una puesta en escena personal pero transferible con la que miles y miles nos hemos sentido identificadas.
As Tanxugueiras con su Terra y Rigoberta Bandini con su Ay mamá si me representan, si nos representan, eso es lo que ha dicho el público en cada una de las votaciones.
Estoy convencida que ese es el sentir mayoritario y, sobre todo, el sentir de las nuevas generaciones, feministas, tolerantes, diversas en la manera de sentir y de amar, plurales, que miran al futuro sin prejuicios, con sus propios códigos y se sienten representadas por Aida, Sabela, Olaia y Paula, -y por otras muchas-, capaces de crear su propio estilo ajenas a imposiciones y estereotipos.
Que al otro lado de la pantalla no haya nadie capaz de recibir el mensaje es una pena y demuestra hasta qué punto las élites, supuestas o reales, ignoran el sentir de la mayoría para imponer su propia voluntad. Bueno, la suya y la del entramado de intereses económicos que están detrás.
No, no ha sido el "festival que tú quieres" sino el que impusieron eses intereses, pero pese a todo, hemos tenido la oportunidad de disfrutar de propuestas de muy alto nivel creativo y los artistas, las artistas, todos y todas sin excepción, merecen y tienen nuestro reconocimiento por su inmenso trabajo y su talento. No oculto que mi equipo era el de Tanxugueiras, tres gallegas empoderadas, artistas enormes que lograron mucho más que regalarnos una canción y una actuación magistrales, mezcla perfecta de tradición y modernidad, lograron demostrarnos que desde el orgullo de lo que somos, nuestra lengua y nuestra cultura no tiene límites. Una victoria mayúscula. Gracias.
Comentarios
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