Dominio público

Todo mal: desarmar la inhumanidad, la masculinidad y la infantilización

Beatriz Gimeno

Todo mal: desarmar la inhumanidad, la masculinidad y la infantilización
El actor estadounidense Will Smith reacciona mientras habla después de ganar el Oscar al Mejor Actor por 'King Richard' durante la 94ª ceremonia anual de los Premios de la Academia en el Dolby Theatre de Hollywood, Los Ángeles, California, EE. UU., 27 de marzo de 2022- EFE

He tomado prestado el título de mi amiga Beatriz Ranea Desarmar la masculinidad y lo he parafraseado un poco porque me viene perfecto para hacer una crónica urgente de lo sucedido en la gala de los Oscars de ayer.

1-No comprendo que se entienda como graciosa una gala cuyos números de humor, año tras año, consisten en humillar a la gente que asiste a la misma. El debate sobre la cuestión de lo políticamente correcto y la supuesta cancelación se han convertido en un tema en sí mismo. Tanto uno como la otra no son más que la protesta de personas que antes podían decir cualquier cosa que consideraran graciosa o pertinente y que, ahora, cuando las víctimas de sus gracias u opiniones se han rebelado, se sienten cohibidos. Es un avance que se luche por excluir la crueldad del discurso público. Las bromas sobre las enfermedades, la salud, el aspecto o cualquier otra condición que suponga vulnerabilidad no son graciosas y duelen. Hacen daño y deberían estar proscritas por una cuestión de empatía básica, de humanidad, de civilidad. No debería ser considerada graciosa una broma que hace daño en lo profundo a la persona sobre la que se hace. Y que no me vengan con que "ya no se puede hacer chistes de nada". Se puede hacer chistes sin provocar dolor y sin humillar, sin burlarse del sufrimiento de otra persona; sin ser machista, lgtbifóbico, racista, capacitista, brutal, cruel. Porque la violencia verbal sobre las personas con discapacidad, con enfermedades o simplemente sobre su aspecto físico también existe y hace daño y expresa inhumanidad, falta de empatía y querencia por una sociedad en la que sea gracioso o legítimo reírse del sufrimiento y la vulnerabilidad ajena. Que la gala de los Oscars lleve años jugando a la falsa transgresión de lo políticamente incorrecto merecería una respuesta contundente por parte de quienes asisten. Eso mismo que hacen los presentadores graciosos, muchas y muchos ya lo sufríamos en el colegio y lo hemos sufrido toda la vida. Ni es transgresor, ni es moderno ni es gracioso; os aseguro que duele, que deja huella, que martiriza, que la sensación de humillación es difícil de superar. Todo el mundo habla del bofetón de Will Smith como lo peor de la noche, pero para mí, igual de malo, o incluso peor,  es el machismo del presentador porque este lo llevaba guionizado y porque contó con la complicidad de todos los que se rieron de sus chistes. Espero con ansiedad el día en que una víctima de las burlas de estos supuestos cómicos incorrectos, se levante, se vaya o manifieste su protesta de forma audible; espero con ansiedad el día en que la gente allí presente abuchee al presentador en lugar de reírse de otra persona.

2- La respuesta a esto no es que un hombre suplante el agravio de la propia víctima y se ponga a dar tortazos. La respuesta a la violencia verbal no es la violencia física y mucho menos si el chiste no iba sobre ti. Porque nosotras somos capaces de hacer frente a los comentarios machistas y ofensivos sin necesidad de que un hombre recurra por nosotras a la violencia.  Will Smith puso en acción la típica masculinidad violenta y no lo arregló, -lo empeoró aun más-  con unas explicaciones sobre el amor cuando le tocó recoger el Oscar. En ese momento hubiera debido disculparse tanto por su reacción violenta, como ante ella por haber suplantado y personificado en él mismo la indignación y el dolor de ella. No necesitamos que hablen por nosotras ni, mucho menos, que peguen por nosotras. Tanto durante el incidente, como en las posteriores explicaciones, si yo soy Pinker Smith, me marcho y le dejo con sus bofetadas y sus explicaciones.

3- La cadena que retransmite la gala, la ABC, de todo este espectáculo consideró imprescindible censurar la palabra "fucking" de las frases que gritó Will Smith; una palabra que los americanos meten cada dos frases igual que en español decimos "jodido" o "joder" o por lo que oigo los jóvenes dicen "puta o puto". Con esto lo que se hace es infantilizar a la audiencia y, sobre todo, conceder un poder preminente a la extrema derecha social y política que es la misma que defiende que es gracioso burlarse del sufrimiento de otra persona, especialmente si es más vulnerable,  pero que no permite que se digan tacos no vaya a ser que la infancia se traumatice. Que se sigan censurando públicamente palabras supuestamente malsonantes que todo el mundo utiliza y que son ya parte de conversaciones corrientes, solo porque les molesta a cierta gente, demuestra que la derecha es quien en gran medida sigue determinando lo que se puede decir y lo que no en los medios.

Así que, todo mal. Una noche para olvidar.

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