Dominio público

Estado de Derecho en Polonia, ¿de qué hablamos?

Ruth Ferrero-Turrión

Profesora de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid e Investigadora Adscrita al Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI)

Estado de Derecho en Polonia, ¿de qué hablamos?
El presidente del Gobierno Pedro Sánchez en su reciente visita a Polonia.- AFP

Hace unos días se celebraba la XIV Cumbre Hispano Polaca dando continuidad a una relación bilateral entre ambos países que tiene ya un largo recorrido. La historia de las relaciones entre Madrid y Varsovia es una historia que siempre se ha caracterizado por el acuerdo y la cooperación, no en vano se celebran ahora los 30 años de la firma del Tratado de Amistad y Cooperación firmado en 1992. Son países que tienen más en común de lo que se podría pensar a priori, comparten unas dimensiones territoriales y población similar, los dos están situados en la frontera exterior de la UE y ambos han evolucionado, crecido y se han modernizado gracias a sus respectivas adhesiones a la UE. Fue Aznar el que primero vio que el establecimiento de buenas relaciones con países medianos de la UE podría reportar beneficios a España y esa ha sido la hoja de ruta que el resto de gobiernos han seguido, también el actual, tal y como se ha podido comprobar en esta última reunión.

Y sin embargo esta cumbre era diferente a las anteriores por varios motivos.

El primero de ellos tiene que ver, como no podría ser de otro modo, con la guerra abierta en Ucrania. La forma en la que el conflicto bélico ha impactado en Polonia es sustantivamente mayor de lo que lo ha hecho en otros territorios de la UE. La proximidad geográfica y cultural entre Polonia y Ucrania, junto con la histórica animadversión hacia Rusia, ha situado a Varsovia en el primer paladín y punta de lanza de los llamados halcones europeos lo que le ha hecho ganar a Polonia un peso específico inesperado y sin precedentes en la esfera comunitaria. La llegada masiva de más de cuatro millones de, sobre todo, refugiadas ucranianas ha generado una ola de solidaridad también sin precedentes a lo largo y ancho de toda Europa.

El segundo y derivado inevitable de lo anterior es el cambio en las percepciones en relación con el gobierno polaco y su deriva iliberal en marcha desde 2015. Haciendo un pequeño ejercicio de memoria se puede ver cuál era la actitud de las instituciones europeas en relación con Polonia hasta el día anterior a la invasión rusa. Desde la llegada del Partido Ley y Justicia al poder el Estado de Derecho en este país observó una involución sin precedentes que comenzó, al igual que en otros casos, con la reforma del sistema judicial polaco por mor de la cual el poder ejecutivo pasaba a controlar de facto al poder judicial. Estos hechos encendieron las alertas en Bruselas, que ya en 2017 y, a petición de la Comisión, activaría el procedimiento del artículo 7. Sin embargo, y a pesar de todos los intentos para que el gobierno polaco recapacitara, la presión política no sólo no consiguió un cambio en la actitud de Varsovia, sino que profundizó en sus posiciones. Así en octubre de 2021 el Tribunal Constitucional polaco cuestionó el principio de primacía del derecho de la UE. El Parlamento Europeo entonces subrayó que el Tribunal polaco se había convertido "en una herramienta para legalizar las actividades ilegales de las autoridades" y el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) dictaminó que "la capacidad del gobierno polaco para nombrar y destituir a los jueces viola el derecho de la UE". Así, Bruselas ha acusado directamente al gobierno de Ley y Justicia de Morawiecki de interferir políticamente en el sistema judicial y violar la legislación comunitaria y, de hecho, desde octubre de 2021 el TJUE condenó a Polonia a pagar una multa diaria de un millón de euros por no cumplir sus obligaciones con la UE. También el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se ha pronunciado en relación con estos temas no hace mucho. El 3 de febrero de 2022 confirmaba que el gobierno polaco no cumple con los estándares del derecho a un juicio justo tal y como establece el artículo 6 de la Carta Europea de Derechos Humanos, y además criticaba al Estado polaco por ignorar las sentencias del TJUE y de los tribunales polacos que declararon que la reforma judicial no se ajustaba ni a la legislación nacional ni a la de la UE. Y así podría seguir, enumerando, sentencias, actos y declaraciones realizadas por parte de las instituciones y la justicia europeas durante varias páginas.

En tercer lugar y quizás lo más excepcional de esta cumbre bilateral entre España y Polonia, es el hecho de la entrada en una prisión polaca del periodista Pablo González acusado de "actuar contra los intereses de Polonia" y que se está prolongando durante ya más de 150 días, un encierro que vulnera no sólo el artículo 6 de la Carta de Derechos Humanos de la UE, sino también otros 17 artículos que protegen a los ciudadanos de la UE. Y todo ello sin que la Fiscalía polaca haya aportado ni una sola prueba que justifique el encierro de Pablo y, de este modo, se esté vulnerando la presunción de inocencia de un ciudadano español y europeo. Pero el Gobierno español todo esto ya lo conoce puesto que se sienta en el Consejo Europeo.

Durante los cinco meses que está durando el encierro de Pablo la inacción del gobierno ha sido la constante. Alguna visita furtiva y esporádica del cónsul y poco más. Y así ha sido también cómo el Presidente Sánchez ha actuado en su visita a Varsovia, pero con un agravante más ya que ha declarado su confianza en el Estado de Derecho polaco y ha apelado a la no interferencia en el procedimiento judicial, y todo ello sin ni siquiera mencionar la condición de periodista de Pablo González. Y aquí remito a mi segundo punto.

Es comprensible que se intenten guardar las formas en eventos oficiales del calado de una cumbre bilateral, pero todas y todos hemos visto cuándo hay voluntad de dar un toque de atención en este tipo de acontecimientos se ha hecho, ¿recuerdan las declaraciones de Borrell en Moscú cuando criticó la condena de Navalni en 2021? Y si se hizo entonces, ¿por qué se carece de la valentía para hacerlo ahora? En este caso Polonia es un miembro de la UE y, como se ha observado por parte del Gobierno español, el país que ejerce el liderazgo de la OTAN en el flanco Este. Parece que exigir a un aliado el cumplimiento del Derecho Europeo e Internacional o que un ciudadano español tenga un juicio justo cuesta más que pedírselo a terceros.

Lo más triste a estas alturas ya no es la ausencia de empatía hacia la mujer y los hijos de Pablo, sino la intranscendencia con lo que se ha tratado el tema y la ausencia de explicaciones. Después de la pregunta incómoda realizada por EFE, Sánchez pasó a hablar de Lewandoski.

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