Dominio público

Leonor de Arco

Ana Pardo de Vera

La Casa Real ha anunciado con gran "orgullo y satisfacción" que la princesa de Asturias, la heredera del rey Felipe VI, su padre, se va a formar militarmente en tres años, uno por Ejército y subrayando mucho el esfuerzo que supone la carrera militar, breve pero intensa (suponemos) en este caso. Empezará este mismo año y terminará en 2026, pasando el primer curso en la Academia General Militar de oficiales y cuerpos comunes de las Fuerzas Armadas de Zaragoza (Tierra), el segundo en la Escuela Naval Militar de Marín, Pontevedra (Armada) y el tercero en la Academia General del Aire de San Javier, Región de Murcia. Una formación muy breve y al más alto nivel, como no podía ser de otra forma, para que Leonor de Borbón se convierta en la capitana general de los tres ejércitos, el soldado número uno y el máximo mando de las Fuerzas Armadas, tal y como establece la Constitución Española (art. 62), cuando herede el trono y la Jefatura de España. Si lo hereda.

El Gobierno, que ha diseñado la carrera militar de la princesa junto a la Casa Real, se ha mostrado igualmente orgulloso y satisfecho por que en unos años vayamos a tener una capitana en vez de un capitán de los Ejércitos. Desde luego, tendría su aquel que la monarquía, la institución más machista de España -con permiso de la jerarquía católica-, tuviera antes a una reina, jefa de Estado y capitana que el Gobierno a una presidenta. Pero es lo que tienen la suerte (los reyes solo han tenido hijas), los privilegios (me saco la carrera militar en un parpadear de ojos) y la fe, que es lo que nos piden a los y las españolitas con respecto a la Corona porque nacen así, no porque se vayan haciendo como usted o como yo, con mayor o menor fortuna.

Con el anuncio de Casa Real sobre la formación marcial de Leonor de Borbón se me ha venido a la cabeza Juana de Arco; o su leyenda, varias veces desmontada pese al Vaticano (otra vez topamos con la iglesia). Me he acordado de la Doncella de Orleans, obviamente, no por su terrible final en la hoguera inquisitorial (una más de católicos, que primero, la quemaron viva por bruja y hereje y después, la hicieron santa, supongo que para hacerse perdonar las salvajadas del santo tribunal). He recordado a Juana de Arco por su rápida y exitosa trayectoria, que con 19 años, ya había hablado con dios, con el arcángel Miguel, con santa Margarita y con santa Catalina de Alejandría; ya había convencido al rey Carlos VII Valois para que le pusiera un ejército para liberar al pueblo de Francia de los ingleses como enviada divina, había ganado y, finalmente, había sido capturada, encarcelada, juzgada -sobre todo, detallan los escritos, por llevar ropas de hombre- y quemada en una hoguera. En los siglos XIX y XX, respectivamente, fue declarada por Napoleón símbolo nacional de Francia y ungida santa y mártir por Benedicto XV. Ahí es nada.

En España tendremos una capitana general si Leonor llega a reinar y el Gobierno está muy orgulloso, entiendo que, sobre todo, por el esfuerzo de la princesa para ascender tanto y tan rápido, casi como Juana de Arco. Ante este ataque de entusiasmo gubernamental que sonroja un poquito, es de justicia recordar al Ejecutivo que en España tenemos a mujeres en las Fuerzas Armadas desde hace 35 años, desde 1988, y en 2023 representan un raquítico 13% del total. Hay dos mujeres generales, dos: la primera, Patricia Ortega, ascendió en 2019 y hoy es general de división; la segunda, Begoña Aramendía, ascendió en 2021 y es militar jurídica. Ortega lleva 35 años en las Fuerzas Armadas y Aramendía, 34 años. Ambas acabaron sus carreras (ingeniería y derecho) antes de ingresar en las academias respectivas, Tierra y Armada. Nunca serán capitanas generales, porque ese puesto solo es para la reina, su jefa porque sí.


Sabemos que la fe en la iglesia y en la monarquía mueve montañas, gobiernos y hasta carreras militares, particularmente en este país nuestro, pero un poquito de pudor por parte del Gobierno a la hora de hacer de toda una princesa un referente en pleno mes del 8-M habría sido más respetuoso. "Trabaja como si con solo tu trabajo pudieras alcanzar la meta", dicen que dijo la De Arco. Y miren cómo le fue, se dirá Leonor. Razón no le falta.

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