Dominio público

Sánchez-Díaz vs Feijóo-Abascal

Sato Díaz

Jefe de Política de 'Público'

Parte del hemiciclo aplaude al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras intervenir durante un debate de la moción de censura. / Eduardo Parra (Europa Press)
Parte del hemiciclo aplaude al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras intervenir durante un debate de la moción de censura. / Eduardo Parra (Europa Press)

No tiene pinta de pasar a la historia de la oratoria la moción de censura de Ramón Tamames a Pedro Sánchez. Este martes, exceptuando algunos momentos del discurso de Yolanda Díaz, que se puso la chaqueta de presidenciable, de la habitual destreza en la tribuna de Gabriel Rufián o la brillantez parlamentaria de Aitor Esteban, la primera jornada del debate de la segunda moción de Vox de la legislatura ha pasado sin pena ni gloria, cuando no ha reinado el hastío. La clase magistral del catedrático de economía no fue tal y fue aburridísima y los alumnos se distraían con el vuelo de una mosca que estrenaba primavera.

A falta de la mitad del espectáculo -que continuará este miércoles con las réplicas de los grupos parlamentarios de PP y PSOE, con las contrarréplicas de Tamames y alguna previsible intervención más del presidente del Gobierno en respuesta a Cuca Gamarra- la belleza discursiva ha brillado por su ausencia este 21 de marzo, Día Internacional de la Poesía, precisamente.

Y, sin embargo, el hito ha tenido su interés político. En absoluto porque la moción vaya a lograr el objetivo para el que fue creada, destituir al Gobierno actual y constituir uno nuevo, sino porque, aunque sea con brocha gorda, ha servido para dibujar las alianzas políticas posibles; para recordar dónde estamos y señalar hacia dónde vamos en el mapa político.

El PSOE hacía llegar a los periodistas unas fuentes tras la primera intervención de Sánchez, por la mañana. El presidente respondía al líder de Vox, Santiago Abascal. En dicha réplica, el socialista ya dibujaba el esquema, facilón. "Existen dos modelos antagónicos para gobernar España. El de un gobierno progresista encabezado por Pedro Sánchez, que hace avanzar a España y protege a las clases medias y trabajadoras, o el de la alianza del PP y Vox, que volvería a entregar el mando a los poderosos que no se presentan a las elecciones", explicaban las fuentes del partido de Ferraz.

El esquema divulgado por los socialistas evita los matices, que enriquecen la política y la vuelven compleja y realista, pero no iba mal encaminado para definir lo contemplado en la Cámara Baja este 21 de marzo. Dos bloques antagónicos que se han enfrentado entre sí y se han compenetrado dentro de sí, pese a las distintas tonalidades, rivalidades y fobias.

Por un lado, el progresista ha mostrado coordinación entre Sánchez y Díaz. El Gobierno de coalición, pese a las importantes diferencias entre los socios que se han evidenciado en las últimas semanas, ha sabido acompasarse para enviar un solo mensaje conjunto protagonizado por presidente y vicepresidenta segunda. Díaz -ha sido un consenso en las tertulias del patio del Congreso- ha adelantado la proclamación de su presentación de candidatura a presidenta del Gobierno que anunciará el próximo 2 de abril en Madrid.

Por otro lado, en el bloque de las derechas y ultraderechas, Abascal ha aprovechado el protagonismo de la autoría de la moción para escalar posiciones frente al PP y lanzar un mensaje fulminante a los de la calle Génova y complicar el discurso de Gamarra de este miércoles, al que habrá que prestar especial atención. Vox lanzaba un llamamiento al entendimiento de "mañana", en clara referencia a los pactos que los de Alberto Núñez Feijóo (premeditadamente ausente durante la moción) y la ultraderecha tendrán que firmar tras el 28 de mayo, cuando se celebren los comicios autonómicos y municipales. El partido ultra usa la moción para escalar posiciones, iniciar su campaña electoral e intentar mejorar sus resultados de cara a una posterior negociación de gobiernos de coalición con el PP.

En este tipo de esquema se pierde lo más interesantes, los matices, las diferentes tonalidades. Y es evidente que entre PSOE y Unidas Podemos hay colaboración y competición, así como que en el seno de Unidas Podemos las diferencias están a flor de piel. Tampoco las relaciones son plácidas entre Gobierno y sus aliados parlamentarios. Entre las derechas, Ciudadanos da sus últimas bocanadas antes de ser fagocitado por el PP, quien ve cómo, si quiere gobernar, ha de entenderse con una ultraderecha que le sitúa en un extremo del tablero, lejos del ansiado centro por Feijóo.

Todas estas puntualizaciones se echan a perder en los esquemas fáciles, es cierto, pero el mensaje llega con máxima claridad: Sánchez-Díaz vs Feijóo-Abascal.

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