Dominio público

El PIB llevaba 3 años mal calculado (¡y probablemente lo siga estando!)

Eduardo Garzón

Economista

El PIB llevaba 3 años mal calculado (¡y probablemente lo siga estando!)
La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital en funciones, Nadia Calviño, durante una sesión plenaria tras la reunión informal de ministros de economía en el marco de la Presidencia de España del Consejo de Unión Europea, a 15 de septiembre de 2023, en Santiago de Compostela, A Coruña, Galicia (España). Álvaro Ballesteros / Europa Press

El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha revisado recientemente su estimación del Producto Interior Bruto (PIB) de la economía española, reconociendo que llevaba tres años mal calculado. Esto implica que la economía española no cayó tanto en 2020, que creció mucho más en 2021 y que lo hizo un poco más en 2022, todo esto en comparación con lo que se pensaba hasta ahora. En total, la revisión del INE deja el PIB de España un 1,5% superior al nivel que ofrecía antes. Esta revisión tumba el relato que ha utilizado insistentemente la derecha para atacar la gestión del Gobierno de coalición consistente en señalar el bajo nivel del PIB de España; porque con esta revisión la economía española ya no está a la cola de la recuperación tras la pandemia, sino que ya ha superado a Alemania y Francia (y los dejará bastante atrás a final de este año). En cualquier caso, resulta que hay motivos de sobra para afirmar que la revisión se ha quedado corta y que el PIB real es todavía más elevado que la cifra que ofrece el INE.

Vamos por partes. La estimación del PIB siempre ha sido un proceso complejo y difícil; al fin y al cabo, se trata de sumar todas las transacciones monetarias que tienen lugar en un territorio amplísimo y muy diverso y de restar todas aquellas que resulten repetitivas. Pero este cálculo se volvió todavía más difícil cuando la actividad económica se paralizó en 2020 con motivo de la pandemia, pues ya no se pudieron seguir utilizando las tendencias históricas para ajustar la estimación. Esto, sumado a que algunos métodos de obtención de datos tuvieron que ser modificados (como las encuestas casa por casa), tuvo como resultado un cálculo del PIB que tenía muchas papeletas de no reflejar correctamente la realidad. Y, en efecto, la incorporación de nuevos datos obtenidos a través de encuestas que se han realizado posteriormente ha evidenciado que el PIB se calculó mal en su día. De ahí la revisión actual y la corrección del valor oficial.

Este problema de medición no ha sido exclusivo de España; se ha dado en todos los países. De hecho, la revisión del PIB es un compromiso de los países europeos frente a la Oficina de Estadísticas Europea (Eurostat), y algunos países como Reino Unido y Francia ya lo hicieron antes que España (en el primer caso el PIB revisado fue 2 puntos porcentuales por encima y en el segundo 0,3 puntos por debajo). El problema es que, como adelantábamos, la revisión del INE se ha quedado muy corta a pesar de haber ido en la buena dirección.

Las sospechas se basan en que el resto de indicadores y datos sobre actividad económica se han comportado mucho mejor que el PIB; no solamente un 1,5% más como indica la revisión del INE, sino hasta un 3%, un 5% e incluso un 6% más. Es extremadamente raro que prácticamente todos los indicadores económicos que ofrecen otras fuentes estadísticas (contratación, ventas, recaudación, beneficios...) hayan aumentado significativamente más que el PIB a pesar de que éste es un indicador que pretende medir precisamente el conjunto de esas manifestaciones económicas. Por poner solo un ejemplo que probablemente se entienda bien: no tiene sentido que los datos de recaudación por IVA (impuesto al consumo) que ofrece la Agencia Tributaria hayan aumentado mucho más que los datos de consumo que estima el INE a la hora de calcular el PIB. Eso implicaría que los empresarios están declarando más impuestos de los que realmente deberían a tenor de las ventas que realizan; lo cual no tiene ni pies ni cabeza porque la tónica habitual es la inversa (los empresarios tratan de declarar menos para pagar menos impuestos). Algo no cuadra.

Por lo tanto, no es de extrañar que el INE, en su próxima revisión del PIB (que tendrá lugar el próximo año 2024) vuelva a elevar la estimación de dicho indicador para los años 2021 y 2022 (como poco). Quizás no lo ha hecho de una vez para esconder un poco sus vergüenzas, quién sabe. Si finalmente lo hiciera, estaría reconociendo que, no sólo se equivocó en su cálculo inicial, sino también en la revisión que acaba de efectuar. Y si no lo hiciera, seguiríamos viendo un notable desacoplamiento entre el dato oficial del PIB y el resto de datos oficiales provenientes de otras fuentes estadísticas que no dejaría nada bien al Instituto Nacional de Estadística.

En cualquier caso, las implicaciones económicas y -sobre todo- políticas de esta revisión son muy importantes y no se limitan al discurso sobre la lenta o rápida recuperación económica de España. Esto es así porque el indicador del PIB se utiliza para relativizar muchos otros indicadores económicos cruciales, como el déficit público, la deuda pública, el gasto en pensiones o la presión fiscal. Por ejemplo, debido a la revisión del INE, la deuda pública en porcentaje del PIB para el primer trimestre de 2023 no sería ya del 112,8%, sino del 110,9%, una cota significativamente inferior y que se aproxima mucho más al objetivo pretendido para final de año (110%). No es que haya bajado la deuda pública; es que antes estaba artificialmente inflada. Otro indicador importante que es inferior ahora es el gasto público en pensiones, que pasa de ser del 11,8% del PIB al 11,6%. No es una diferencia extrema, pero desde luego juega en contra del manido discurso de que España gasta demasiado en pensiones. Por último, la presión fiscal real (recaudación de impuestos sobre PIB) también es más baja de lo que nos contaban: en vez de situarse en el 38,7% en 2022 estuvo en el 38,05%. La derecha nos ha dado la matraca durante años diciendo que en España se pagan muchos impuestos, pero resulta que se basaba en datos erróneos. ¿Cambiarán su discurso ahora que los datos no refuerzan para nada su tesis? Sabemos perfectamente que no.

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