Dominio público

Julio Anguita, siempre presente

Enrique Santiago

Portavoz parlamentario de IU y secretario general del PCE

El excoordinador federal de IU Julio Anguita, en entrevista con la Agencia EFE en Córdoba. EFE/Rafa Alcaide
El excoordinador federal de IU Julio Anguita, en entrevista con la Agencia EFE en Córdoba. EFE/Rafa Alcaide

A cuatro años de su desaparición física, Julio Anguita sigue estando muy presente en la acción política de la izquierda transformadora de todo el Estado, como referente y modelo de dirigente político ético y honrado, adversario acérrimo de cualquier privilegio o 'puerta giratoria' volcado en la consecución del bien común. También por su coherencia política y claridad estratégica, acreditadas en cualquiera de sus diversos desempeños de responsabilidades partidarias o institucionales. Julio siempre estuvo convencido de la fuerza trasformadora de la ideología marxista y de la capacidad de la clase trabajadora y de los pueblos para cambiar su destino y conquistar derechos si son capaces de organizarse en torno a propuestas ampliamente aceptadas. 

Su huella es profunda, igual que el cariño y respeto que le guardan quienes le conocieron personalmente o por sus actuaciones. Valga como ejemplo la decisión del Ayuntamiento de Córdoba, ciudad de la que fue el primer alcalde democrático, en la que vivió y en la que cerró definitivamente sus ojos en los tristes días de la pandemia el 16 de mayo de 2020. El 15 de febrero de este año el Pleno municipal aprobó -con el voto favorable de todos los grupos municipales y la oposición de la ultraderecha franquista de Vox- solicitar al Ministerio de Transportes que la actual estación central de ferrocarril en la ciudad adoptara el nombre de 'Alcalde Julio Anguita'. Es un sincero acto de recuerdo y homenaje de toda una ciudad que se transformó a través de las políticas de corrección de desigualdades urbanísticas y sociales que Julio llevó adelante como alcalde en la época en la que fue conocido como 'el califa rojo'. Ojalá que el Ministerio Transportes, de quien depende la gestión de las infraestructuras ferroviarias, atienda pronto este clamor trasversal de la ciudadanía cordobesa, un modesto homenaje y reconocimiento a quien tanto hizo por su ciudad, por su pueblo y por todo su país. 

Cuando decimos que Julio está muy presente nos referimos a actos como éste pero,  fundamentalmente, a la importancia de sus aportaciones políticas y su brillante capacidad pedagógica para explicar de forma comprensible las relaciones de poder económicas más complejas -la lucha de clases- y también a las estrategias políticas que impulsó como líder de la izquierda federal española, enseñanzas todas ellas muy útiles en la crispada y convulsa situación política de España en estos días.

Por la importancia de sus aportaciones, la valentía de sus propuestas, su permanente compromiso de lucha contra los privilegios de unas minoría y contra el inmenso poder económico y político de aquellos actores que, sin concurrir a las elecciones, deciden el futuro de la clase trabajadora, Julio fue muy a su pesar uno de las primeras víctimas de la guerra mediática trituradora de propuestas y de liderazgos políticos populares. 


Su coherente y contracorriente posición de denunciar el Tratado de Maastricht y las duras consecuencias que para los derechos y la vida de la clase trabajadora traerían las políticas neoliberales constitucionalizadas en la Unión Europea a través de aquel, fue una 'línea roja' que Julio traspasó y que la tantos años imperante dictadura neoliberal nunca le perdonó. 

Su denuncia fue clarividente, acertada y adelantada a su tiempo, cuando el denominado 'fin de la historia' que habría llegado con la desaparición del bloque de países socialistas parecía la única opción política y económica posible. Según nos decían, desparecerían las clases trabajadoras y sus integrantes se convertirían en medianos o incluso grandes empresarios, a la par que el crecimiento económico y la riqueza inundaría todos los rincones de las sociedades europeas. 

Luego comprobamos con inmenso dolor el sufrimiento de millones de personas afectadas por la renuncia a construir el Estado del bienestar, por los ataques a los mecanismos de redistribución y compensación social, por la privatización de los servicios públicos y la desregulación de los mercados y la economía. Tal y como explicó Julio Anguita, el neoliberalismo constitucionalizado en Maastricht no ha sido más que un espejismo para degradar la democracia y propiciar la acumulación de la mayoría de la riqueza social en muy pocas manos. 


Ese compromiso con los intereses de la clase trabajadora y de las mayorías sociales más vulnerables provocó brutales ataques mediáticos y políticos contra Julio. Fueron muy trasversales, por cierto, tanto de medios conservadores como de otros supuestamente progresistas, pero convertidos a la fe neoliberal con la radicalidad de los conversos. Le provocaron un infarto y dejaron dolorido su corazón de forma irreparable para el resto de sus días, a la vez que lo condujeron al agotamiento y consiguieron apartarlo de la primera línea política, quizás demasiado pronto. 

Sin embargo, nunca consiguieron apagar la claridad de sus ideas, ni tampoco limitar el alcance de sus enseñanzas y aportaciones para la construcción de la unidad de la izquierda, su gran obra. Teorizada, diseñada e impulsada permanentemente por Julio Anguita mediante distintas iniciativas hasta el final de sus días, lo que hoy llamamos el Frente Amplio. 

Julio fue secretario general del Partido Comunista de España y coordinador general de Izquierda Unida, probablemente el más valioso dirigente en esas responsabilidades desde la llegada de la democracia. Se volcó en convertir el partido y el movimiento político social en herramientas al servicio de la clase obrera y de nuestro pueblo. Fue un convencido constructor de unidad y de alianzas entre fuerzas políticas, sindicales y expresiones diversas de los movimientos sociales. Comenzó por Convocatoria por Andalucía, su criatura más querida, y siguió con Izquierda Unida. 

Hasta el final, sin abandonar nunca su militancia en el Partido Comunista de España y en Izquierda Unida, fue uno de los mayores defensores de la convergencia en el espacio de Unidas Podemos y muy probablemente también lo habría sido de la ampliación de dicho espacio a través de la puesta en marcha de Sumar como concreción de ese Frente Amplio en el que tanto creyó. 

Estos días la militancia de Izquierda Unida, en un proceso ejemplar por su participación y su respetuosa exposición de propuestas políticas diferentes, ha decidido que su nuevo coordinador federal sea Antonio Maíllo, también profesor, espíritu libre, cordobés y comunista, por el orden que se prefiera. Un más que digno alumno y sucesor de Julio al frente del movimiento político y social por el que tanto trabajó el maestro marxista que fuera elegido alcalde comunista. 

Maíllo es la confirmación empírica de que el legado y la impronta de Julio están más vivos que nunca y es inescindible de la voluntad de transformación de la izquierda española. La brillantez en el análisis, la pedagogía valiente al explicar los problemas que padece la gente humilde, la justeza y audacia de las propuestas para confrontar al fracasado capitalismo y la consolidación del método de construcción colectiva y participativa identidad de la izquierda transformadora, conforman el método 'anguitista', el 'programa, programa, programa'. Estamos de enhorabuena porque a cuatro años de la partida material de Julio Anguita, uno de sus más aventajados alumnos coge el relevo y seguro va a intentar darnos tantas satisfacciones como nos dio el maestro. 

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