Dominio público

Pacto PSOE-PP: los pelos en la gatera

Ana Pardo de Vera

Pedro Sánchez (i) y Alberto Núñez Feijóo, en La Moncloa.- EFE
Pedro Sánchez (i) y Alberto Núñez Feijóo, en La Moncloa.- EFE

La falta de acuerdos entre los dos grandes partidos cuando la derecha pierde el poder es tan exótica, tan rara, que, tras el pacto para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) firmado en Bruselas este martes, estamos asistiendo a un cruce de declaraciones que rozan lo infantil. Por supuesto que una negociación, sea política o familiar, implica que todas las partes cedan algo para que todas las partes consigan algo y la renovación del CGPJ, con cinco años y medio de retraso, no iba a ser menos -de hecho, iba a ser más-. A PSOE y PP, no obstante, les deben de haber enseñado que no se trata de reconocer una negociación, sino un pulso, donde gana quien tuerce el brazo del contrario y si además, se lo aporrea, gana mejor.

La rueda de prensa de Alberto Núñez Feijóo en la sede nacional del PP, minutos después de que Esteban González Pons llamara casi amigo a Félix Bolaños en Bruselas, ya no dejaba lugar a dudas: el pacto por la renovación del CGPJ es una ilusión óptica cuya materialización va a costar las energías todas de quienes se fajan fuera de cámara. Porque el acuerdo hay que cumplirlo, suponemos, en toda su amplitud de corto, medio y largo plazo, pero, además, el CGPJ debe empezar a funcionar ya y desatascar una situación insostenible que afecta directamente a los derechos de los y las ciudadanas. ¿Cómo lograr que se cumpla un pacto cuyas partes niegan si lo cuenta la otra porque solo una puede salir victoriosa? Es una tomadura de pelo que PSOE y PP traten de convencernos ambos de que solo hay un ganador y un perdedor y no, como en toda negociación, dos ganadores que son a la vez dos perdedores, porque si no, no hay pacto.

Primero, las mayorías son las que son y PSOE y PP tienen que pactar sí o sí para que se renueve el Consejo conforme a la ley. Eso no significa que el PSOE no pudiera -y debiera- informar (un gesto, una llamada ....) a sus socios de investidura, que se quejan amargamente ahora de los inicios de una "gran coalición". Nada más lejos de la realidad, solo hay que escuchar a Feijóo allá por donde pasa para saber que su rechazo a Pedro Sánchez roza lo personal; recuerden que ni una llamada se produjo entre el presidente y el líder de la oposición para desfacer el entuerto judicial.  Los socios tienen razón, sin embargo, en eso de que el PSOE se jacta de su plurinacionalidad y diversidad frente a la uniforme (ultra)derecha solo a ratos y cuando le conviene, o sea, las votaciones parlamentarias. Ahora los socialistas volverán a necesitar esos votos, sea para el CGPJ, para los presupuestos, para la investidura de Salvador Illa, ... y, por tanto, volverán a ser los progresistas plurinacionales de la investidura. Era imposible que el PP aceptara un acuerdo, por mucho que presionara Bruselas, si el PSOE hacía partícipes a sus socios de algo, por poco que fuera; no era una cuestión de filtraciones molestas, era una exigencia para firmar. Seguramente, los socialistas ya habrán dado traslado de sus disculpas: "No podíamos hacer otra cosa", incluido el paripé con Sumar, que es aliado de Gobierno y se ha quedado con un pie dentro del salón de negociaciones y otro, fuera. Tampoco el PP habría admitido más, seamos realistas. 

Por su parte, el Partido Popular se empeña en decirnos que el PSOE ha aceptado que los jueces elijan a los jueces y por eso han firmado el pacto, aunque esta afirmación no esté por ningún lado. De hecho, siempre han sido los jueces los que eligen a los jueces ... para que pasen el tamiz parlamentario, que es donde residen tu voto y el mío, y así debe seguir siendo porque de esta forma lo recoge la Constitución. Solo nos faltaban los jueces eligiéndose entre sí como si fueran el Vaticano, que con uno y sus irrupciones en nuestra vida pública ya tenemos bastante. Los de Feijóo tienen que justificarse ante los mileístas de su partido, se llamen José María Aznar o Isabel Díaz Ayuso; es comprensible, pero no nos traten como a imbéciles, basta con no sobreactuar demasiado después de habernos tenido más de cinco años manteniendo a un CGPJ caducado y atornillado a la silla. ¿Alguien va a pagar esta factura, por cierto?


De Ayuso, Aznar y sus respectivas recogidas de cable, mejor sería no hablar. Una vez más, nos demuestran que lo que mejor funciona en la derecha es un golpe encima de la mesa gestado con discreción y mucho apoyo, el de los barones y baronesas del PP a Feijóo frente a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Pablo Casado estaba solo pero no lo sabía, probablemente, cuando denunció las comisiones del hermano de su examiga. Feijóo sabía que la que estaba sola era Ayuso tras el bochorno de la medalla a Milei ... pero Ayuso también lo sabe. Tenemos, pues, a dos líderes del PP que han intercambiado los papeles: la que marcaba agenda se traga sus palabras y el que aguantaba carros y carretas por no liarla se ha tirado a la piscina.

Alcanzar un acuerdo es ganar y perder, aunque en este caso, y el PP lo sabe, y Feijóo también, quienes ganamos -habiendo perdido cinco años y medio- somos los y las ciudadanas y, si todo sale según lo previsto (jueces ratificados por la mayoría soberana del Parlamento, que es lo suyo), podría empezar a curarse la herida sangrante de la independencia judicial en España, incluso. Solo falta que PSOE y PP nos traten como a adultos.

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