Rosa M. Tristán
En medio de la plaza central de Cobán, en Alta Verapaz (Guatemala) se encuentra la estatua de Manuel Tot, un indígena pionero de la independencia de su país allá por 1800 que murió en la lucha por su tierra y su gente. En un lateral, se encuentra la sede de los Juzgados, donde otro indígena llamado Bernardo Caal está siendo juzgado por lo mismo: su tierra y su gente. Si Tot buscó la libertad frente al Reino de España, Bernardo lo hace hoy por la libertad del río que le vio nacer en su tierra maya quekchí, el Cahabón, hoy tan preso como él por una larga cadena de hidroeléctricas. Es un ejemplo más del expolio ambiental que está teniendo lugar en Centroamérica a espaldas del mundo. Sólo en Guatemala, de enero a julio, 18 defensores han sido asesinados en el país y 13 lo eran del territorio. Otros 135 han sido agredidos, según la organización Udefegua.
Cifras de criminalizados aún no hay pero Bernardo es uno de ellos. Hace dos años, me mostró en su tierra de Alta Verapaz, las aguas limpias y caudalosas del río Cahabón y el cauce medio muerto al paso de Renace, la hidroeléctrica que coge fuentes, manantiales y afluentes para convertirse en un monstruo con pies de agua: 306 megavatios, la más grande de Centroamérica cuando se acabe. Una obra que construye sin tregua la española ACS pese a no haberse realizado la obligatoria consulta a las comunidades indígenas, pese a las protestas y las denuncias.
Ahora, en una nueva visita, encontré a Bernardo entre dos policías armados y con esposas en las manos. Su voz llena de fuerza y los ojos más tristes. Ya van nueve meses en prisión preventiva sin fianza en una cárcel infame por delitos de los que no hay pruebas que los cometiera: retención ilegal, instigación a delinquir, robo, amenazas. Un rosario de acusaciones que implican la cárcel por oponerse a otra hidroeléctrica en el mismo río, Oxec, que una denuncia de Bernardo logró parar por ilegal el año pasado.
Mi viaje a Cobán con la ONG española Alianza por la Solidaridad , que apoya su caso y otros similares con su campaña TieRRRa , coincidió en agosto con el día que tenía una audiencia judicial. En Guatemala, estos juicios duran meses porque entre unas declaraciones y otras pasan semanas, un buen sistema para alargar procesos plagados de irregularidades. El día en cuestión, no ví a casi nadie en la puerta; en meses anteriores, los maya quekchí de toda la región se acercaban a dar apoyo a su líder, pero el juez prohibió su presencia porque se sentía ‘intimidado’, según dijo, por este acompañamiento.
A la puerta del juzgado si estaba el representante de Oxec hablando con sus testigos. Acusan a Bernardo de dirigir e incitar a la violencia en una protesta comunitaria, el 15 de octubre de 2015, junto a un acceso a la finca de Oxec. Dicen que, bajo sus órdenes, tres trabajadores suyos fueron secuestrados, golpeados, amenazados y robadas sus herramientas. ¿Pruebas? Sus propios testimonios y el de sus vigilantes.
Ya en la vista, que tardó horas en comenzar, los abogados de Oxec, el fiscal y la defensa, fueron recreando dos realidades muy diferentes con el testimonio de uno de los empleados. La primera ‘realidad’ de este palo: "Bernardo ordenaba a la gente con un megáfono que nos agrediera. Nos dieron muchos golpes y patadas. Llevaban machetes y palos. Estuvimos tres horas retenidos. Nos quitaron hasta la camisa del uniforme. Nos tiraron los materiales y herramientas por un barranco"... La segunda, a la defensa: "Si, hablaba en español. Bueno no se, no me acuerdo del idioma. El maya no lo conozco. No, no fuimos luego al médico sino a comer... ". Y más tarde, ante las fotos aportadas por los abogados de Bernardo de aquella mañana: "Pues si, son de ese día. No, palos no se ven, ni machetes. No se a qué distancia estaba Bernardo. No le veo. No se quien nos tiró las cosas". Y cada vez más nervioso, más incoherente, como los testigos en el clásico del cine ‘Matar al ruiseñor’, de Robert Mulligan.
Más tarde salió ‘a la tarima’ un vigilante. No sabía qué hacer con las manos, ni hacia donde mirar. Eso si, como el anterior, señalaba a Bernardo como el culpable de todo, aunque tampoco supo decir qué gritaba aquel día porque tampoco habla quekchí. Semanas después, el 11 de septiembre, otros dos trabajares repetirían lo mismo en un ‘remake’ judicial que se transmitió en directo vía FaceTime. Idéntico escenario y actores y similares ‘pruebas’ inconsistentes. Ese día la acusación llegó a usar imágenes de Bernardo en protestas y manifestaciones contra las hidroeléctricas en lugares y fechas ajenos a las acusaciones.
Todo vale para mantener entre rejas a quien reclama el cumplimiento de la ley, pero pese a que resulta evidente, nadie sabe cómo acabará la función. Antes de irme de Cobán tuve tiempo de hablar con Bernardo Caal. "No pensé llegar a este punto. Yo no he hecho nada ilegal, más que denunciar el despojo a los quekchí del sagrado Cahabón. Sin embargo, hemos tocado intereses fuertes con las denuncias y ahora pago la factura. Pero lo más importante es que se abre una brecha para evitar los despojos. La Justicia debería obligar a las empresas a liberar el río y, sin embargo, hace creer al pueblo de Guatemala que soy un criminal y el fiscal se presta a ese juego. Un circo para hacer ver que quien toca a las empresas acaba en la cárcel."
De lo que allí vive cuenta poco y nada de las mafias que la manejan porque sabe que su vida corre peligro: "No tiene condiciones para seres humanos. Somos unos 400 y su capacidad es de 100. La alimentación no es apta y los reos debemos ingresar alimentos o tener dinero para comprarlos. Además, dormimos en literas hacinadas, apenas sin sitio para moverse, incluso muchos duermen en el suelo. Yo también lo hice al llegar. Y hay mucha violencia, dentro es algo cotidiano".
"Lo peor", concluye, "es no saber si saldré libre porque el sistema judicial está manejado por las empresas. Diga en España que toda ayuda es fundamental, que somos muchos los pueblos indígenas que no nos rendimos por salvaguardar nuestro territorio. Ni siquiera con juicios amañados como éste".
Si quieres apoyar a Bernardo Caal Xol puedes firmas aquí :
Comentarios
<% if(canWriteComments) { %> <% } %>Comentarios:
<% if(_.allKeys(comments).length > 0) { %> <% _.each(comments, function(comment) { %>-
<% if(comment.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= comment.user.firstLetter %>
<% } %>
<%= comment.user.username %>
<%= comment.published %>
<%= comment.dateTime %>
<%= comment.text %>
Responder
<% if(_.allKeys(comment.children.models).length > 0) { %>
<% }); %>
<% } else { %>
- No hay comentarios para esta noticia.
<% } %>
Mostrar más comentarios<% _.each(comment.children.models, function(children) { %> <% children = children.toJSON() %>-
<% if(children.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= children.user.firstLetter %>
<% } %>
<% if(children.parent.id != comment.id) { %>
en respuesta a <%= children.parent.username %>
<% } %>
<%= children.user.username %>
<%= children.published %>
<%= children.dateTime %>
<%= children.text %>
Responder
<% }); %>
<% } %> <% if(canWriteComments) { %> <% } %>