Ecologismo de emergencia

Aznalcóllar: no a la reapertura de la mina

Vertidos del desastre de la mina de Aznalcóllar en 1998, Sevilla.
Vertidos del desastre de la mina de Aznalcóllar en 1998, Sevilla.

Cuando se escriba la historia de la degradación ambiental en nuestro país, el desastre de la mina de Aznalcóllar de abril de 1998 ocupará un lugar destacado por el impacto, la degradación y la infamia que supuso el vertido de más de 5 millones de toneladas de lodos contaminados al entorno del Parque Nacional de Doñana. Por eso, cuando la Junta de Andalucía aprobó hace unos días la Autorización Ambiental Unificada para la reapertura de esa mina, muchos nos llevamos las manos a la cabeza. Una vez más, confirmamos que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. 

Es difícil de olvidar aquellos meses de 1998 en que, tras la ruptura de la presa de la balsa que contenía los residuos de la actividad minera, una lengua de lodos tóxicos se adentró en el entorno de Doñana, contaminándolo gravemente con una amplia gama de metales pesados. El trabajo de contención para evitar la entrada de los lodos en el Parque Nacional, y la posterior retirada de los lodos contaminantes, exigió un esfuerzo arduo de cientos de trabajadores y un fuerte desembolso económico. Una vez más, el esfuerzo público tuvo que hacer frente a la irresponsabilidad de una empresa privada, Boliden, que ni siquiera devolvió el dinero que costó la limpieza de los residuos que no fueron capaces de contener. Boliden se benefició de la actividad minera, pero dejó detrás un rastro de destrucción sin hacerse cargo de nada.  

Desde aquellos años, la degradación de Doñana no ha cesado. El abuso en la utilización de agua subterránea para regadíos de fresas y frutos rojos -mucho ilegales- está llevando a esta joya de la naturaleza española a una situación agónica. Para Doñana, la reapertura de la mina de Aznalcóllar es otra mala noticia.  

En el corto plazo, el mayor daño de la reapertura de la mina de Aznalcóllar será para el río Guadalquivir. El vaciado de la corta minera exige la evacuación de millones de litros de agua que en este momento se acumulan en el fondo. Se trata de agua contaminada con metales pesados, y para su vertido se construirá una tubería de 30 kilómetros para llevarlos al río Guadalquivir, donde serán vertidos al río. En total 88.000 millones de litros de agua contaminada, que serán vertidos en un punto muy cercano a la ciudad de Sevilla. En definitiva una aportación de contaminantes tóxicos que afectará al tramo final del Guadalquivir. 


Pero eso es sólo el daño inmediato. Una vez empiece nuevamente a explotarse la mina volveremos al riesgo de nuevos desastres ambientales. Por ello sorprende que la Junta de Andalucía permita su reapertura 

No hablamos de un lugar cualquiera, ni de una actividad que no haya tenido graves impactos. Por eso las palabras bonitas que adornan este proyecto de reapertura, como 'limpio' y 'sostenible' no son creíbles a estas alturas.  

Nunca antes Andalucía había sufrido una agresión ecológica como el vertido de 5 millones de toneladas de lodos tóxicos procedentes de la balsa de residuos de la mina de Aznalcóllar. Para que no se repita, no debería permitirse que vuelva a la actividad. Los responsables de la Junta de Andalucía todavía están a tiempo de frenar este disparate. Que no se diga que no estaban avisados.  

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