El dedo en la llaga

Los impuestos y el socialismo

Hay un viejo y recurrente debate dentro de la izquierda social (entre la gente que se considera de izquierda, por decirlo más a la pata la llana) sobre la actitud que hay que adoptar ante los impuestos directos.

La polémica tiene varios apartados. Se discute, para empezar, si hay que pagarlos o si por el contrario, y en la medida en que se pueda, conviene eludirlos. Para quienes son trabajadores por cuenta ajena esa discusión es en muy buena medida sólo teórica, porque las Haciendas (la central o las forales) controlan sus sueldos, pero hay millones de ciudadanos que pueden tratar de evadir impuestos, en una u otra medida, acogiéndose a diversas fórmulas de disimulo.

Bastante gente argumenta que, habida cuenta del uso que el Estado hace de sus dineros, prefiere (o preferiría) no pagar.  Su posición puede resumirse así: "Déjenme que yo decida en qué se invierte lo que pago y entonces pagaré sin rechistar. Pero no me da la gana de contribuir a la compra de armamento, al mantenimiento de la Casa Real y a varios dispendios más que detesto".

Otros piensan (pensamos) que, dado que no parece que el gasto público a la carta vaya a instaurarse en un futuro más o menos cercano, cuando uno no paga, no es al generalato y a la realeza a quienes crea problemas –esa gente nunca sufre los planes de austeridad–, sino a la Sanidad y a la Educación públicas, a los asilos, a las pensiones, a las infraestructuras... Al gasto social, que es el que se recorta siempre que hay que recortar algo.

La otra parte de la polémica la acaba de ilustrar muy bien Rodríguez Zapatero al prometer que, si vence en las elecciones, Hacienda devolverá en junio 400 euros a todos los declarantes del IRPF. Muchos están encantados. Otros –entre los que me encuentro– no. El elemento más positivo del IRPF es que establece sus baremos en función de la renta de los contribuyentes. Se trata de que paguen más quienes más tienen. Es lo que permite que los impuestos directos tengan un efecto redistributivo.

De acuerdo con reducir la presión fiscal sobre las rentas más bajas. Pero, ¿por qué sobre las más altas y las más bajas por igual? ¿Qué tiene eso de socialista?

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