El dedo en la llaga

Rajoy, el irresoluto

Lleva ya un buen taco de días Mariano Rajoy repitiendo machaconamente en todas sus intervenciones públicas que él de lo que quiere hablar es de "los asuntos que realmente importan a la gente". Y resulta que ahora esos asuntos son la carestía de la vida, el paro y la recesión económica.

Cualquiera que haga repaso mental del temario que ha alimentado su oposición durante los cuatro últimos años, tanto en el Parlamento como en los manifestódromos de Madrid, recordará que hasta hace 15 días "los asuntos que realmente importaban a la gente", en los que tanto él como su plana mayor centraban de manera constante sus peroratas, eran las especulaciones sobre la participación de ETA en los atentados del 11-M, la supuesta disgregación de España por culpa del nuevo Estatut catalán, el matrimonio gay como atentado a la quintaesencia de la familia cristiana, las máquinas trituradoras de fetos de siete meses, el diálogo fracasado del Gobierno con ETA... y, ya puestos a ampliar el temario, Ibarretxe, ANV, De Juana, la inmigración, el trasvase de aguas del Ebro a los campos de golf de la Comunidad Valenciana y las malas relaciones Zapatero-Bush.

Si el presidente del PP sentía una honda preocupación por los apuros económicos de la gente menos pudiente, hay que reconocer que lo disimulaba con pasmosa habilidad.

Pero qué va. Es obvio que sus asesores en mercadotecnia electoral le han hecho ver que el discurso ultra que ha mantenido durante toda la pasada legislatura vale para dar cuerda a algunos medios de comunicación afines –que tampoco lo son tanto, dicho sea de paso– y para satisfacer a la feligresía incondicional, pero no para atraer a los sectores políticamente templados, cautos, sin cuyo concurso un partido como el suyo no puede vencer en unas elecciones generales. Y es eso lo que le ha decidido a cambiar de repertorio.

Pero, como le ocurre con demasiada frecuencia, Mariano Rajoy (recordemos el reciente episodio de la candidatura de Ruiz-Gallardón) ha demorado la decisión hasta el último momento. De natural irresoluto, ha dado el giro demasiado tarde.

Debería saber que no es aconsejable cambiar de caballo en medio de la carrera.

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