Latinoamérica se divide en "gobiernos conservadores y socialdemócratas" (México, Colombia, Chile, Brasil) y "gobiernos populistas" (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua), situación que requiere "un diálogo diferenciado" con los distintos países. Así ven las cosas los conservadores alemanes. Lo formularon así el grupo parlamentario de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel, la Fundación Konrad Adenauer (próxima al partido de la canciller) y el Consejo Alemán de Industria y Comercio ante la gira latina de la canciller democristiana. Merkel ha elegido México y Colombia. Y Brasil, por ser el primer socio comercial de Alemania en la región.

El Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) cree en cambio que hay que cooperar con los gobiernos que Merkel considera "populistas" y "dirigistas". Lo dijo el presidente del SPD, Kurt Beck, en una conferencia sobre Latinoamérica la semana pasada en Berlín. El ministro de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, dijo incluso que no hay que despreciar las cautelosas reformas de Raúl Castro en Cuba.

Los políticos alemanes se habían ocupado muy poco de Latinoamérica en los últimos años. De repente les vuelve a interesar, pero ya es demasiado tarde. El Mercosur se ha cansado del largo tira y afloja para llegar a un acuerdo con la Unión Europea. China ha acabado jugando ahí el papel que originalmente le correspondía a Europa: consolidarse como un socio alternativo a EEUU en la región.

Merkel sigue jugando a la Guerra Fría y divide el continente según simpatías políticas. Qué manía. Blanco y negro, bueno y malo. Peor para ella. Con eso no conseguirá otra cosa que debilitar la influencia de Alemania en la región. Por muchos negocios que hagan los alemanes con Brasil. ¿Cuándo dejarán los conservadores alemanes de pensar en estas categorías?

Encima, Merkel invita otra vez a Bush a comer espárragos a la campiña alemana a principios de este verano, cuando el presidente de EEUU será aún más pato tieso que ahora mismo. ¿Es necesario? Y dale con la Guerra Fría. Esperemos que llueva. Fiesta de patos mojados.

Guillem Sans Mora / Berlín