Tierra de nadie

Rajoy en la barra americana

La contabilidad en A de Rajoy, esto es su desnudo fiscal con el You Can Leave Your Hat On de fondo cantado por Joe Cocker, está resultando tan apasionante, al menos, como las supuestas cuentas secretas de Bárcenas, al que cuesta trabajo no imaginar en blanco y negro, apuntando las entradas y salidas de dinero bajo un foco de luz rasgada por las olas del humo de un habano y con la funda del violín apoyada en el rincón.

Por las declaraciones de la renta de Rajoy hemos sabido que ganaba mucho más como líder de la oposición que de presidente, lo que en parte vendría a explicar esa pereza suya a la hora de hacer política, no fuera a ser que el trabajo le condujera a una inopinada victoria electoral y, ya de paso, le creara un agujero negro en sus finanzas personales. El dato viene a desmentir esa máxima de que el Gobierno desgasta pero la oposición mucho más, especialmente en lo que a la cuenta corriente se refiere. Una cosa es que el PP no deje que su presidente pase hambre o, incluso, que le evite apuros a fin de mes al hacer la compra en el Alcampo, pero no es muy razonable que su salario multiplicase por nueve el que recibía un español medio, que en buena medida es quien se lo pagaba a través de las subvenciones públicas a su partido.

Más llamativo aún es el espectacular aumento experimentado por sus emolumentos ya en plena crisis, cuando Rajoy iba a las colas del paro a hacer fotos, predicaba austeridad, y moderación salarial e instaba a sus cargos regionales a bajarse el sueldo para dar ejemplo. Cospedal ha explicado que la subida no es tal, sino que corresponde a pluses electorales, ya que como es sabido en campaña Rajoy se estresa mucho con tanto viaje y tanto mitin, y eso, claro, no está pagado.

En la medida en que Rajoy era el presidente del PP y no un administrativo de segunda, hay que suponer que era él en persona quien determinaba su salario. En definitiva, suya fue la decisión de cobrar del partido 200.000 euros en 2011, 20.000 más que en 2010, y suya fue también la idea del bonus por exceso de trabajo. Son grandes ideas para una reforma laboral.

Otro dato sorprendente es la desaparición durante cuatro años de sus rentas, entre 2008 y 2011, de cualquier pago a la Seguridad Social. El balance lo ofrecía el domingo este diario: de 2003 a 2011 tuvo ingresos de 1,9 millones de euros y sólo cotizó por importe de 6.121 euros. Esto debe de ser lo que inquieta al presidente cuando habla de pensiones: con contribuciones como las suyas no hay sistema de protección que aguante.

Nos esperan días de barra americana porque los populares han prometido que no dejarán sólo a su líder en el streptease y mostrarán a la concurrencia sus curvas de ingresos y hasta los michelines de sus fondos de inversión. A uno le daría morbo contemplar a Carlos Fabra en cueros o, incluso, en calzoncillos, pero seguro nos dicen que ya no está en edad de merecer.

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