Firmas Olímpicas

Si lo matas, empatas

Un boxeador que se acerca a su esquina durante el cambio de asalto y le pregunta exhausto a su entrenador: "¿Cómo voy, cómo voy?" "Ánimo, ánimo, no vas mal... si lo matas, empatas". Ese pobre hombre seguramente jamás empató y, evidentemente, Fernando González tampoco pudo matar a Rafa.

Lo intentó durante los dos primeros sets, sobre todo al final del segundo, con drives planos de derecha que eran como directos a la mandíbula del rival. La velocidad de un golpe del chileno a la línea contraria es para sentirla en directo. El que está enfrente no sabe si lo que intentará devolver es una pelota de tenis o una piedra a la velocidad del sonido.

A Blake, en la semifinal, lo acabó llevando a su terreno con reveses cortaditos que cocinaban el punto y le dejaban el hueco necesario para meter su mano de pegador. El premio a esa técnica tan agresiva sobre el cemento era de los gordos: una medalla de oro.

Tras dos horas y tres sets de final olímpica, ya sabemos que Rafa sigue siendo, y que dure, el imbatible número 1 que, desde su esquina, le pregunta a su entrenador: "¿Cómo voy?" "Ánimo, para empatar tendrá que matarte. Porque de perder, ni hablamos".

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