La diferencia entre lo que supuestamente haya hecho Strauss-Kahn a una camarera en un hotel de Nueva York y lo que probadamente ha hecho en el Fondo Monetario Internacional es solamente un problema de causalidades. La agresión sexual a una camarera que le estaba limpiando la mierda, por un sueldo invariablemente mísero, en el cuarto de lujo del político socialdemócrata tiene la inmediatez de las ciertas sucias manos del funcionario internacional presuntamente puestas sobre una trabajadora, la línea directa que va desde el deseo de quien ha roto los límites que marcan los otros, al derecho que cree le asiste para ejecutar todo aquello que su cerebro le sugiere.
No es noticia la existencia, igualmente probada, de nuevos monarcas con derecho de pernada sobre sus súbditos, es decir, sobre, prácticamente, toda una humanidad que es lo suficientemente pobre como para que los suficientemente ricos no vean por qué no comprar sus voluntades, cuerpos y conciencia. Las revoluciones burguesas acabaron con las monarquías absolutas y el antiguo régimen. Pero pronto se ocuparon los mismos salones reales, ahora con el encubrimiento de la igualdad formal ante la ley. Un hombre, un voto. El de Strauss- Kahn y el de la camarera presuntamente agredida. Presuntas democracias.
La cosa va más allá. Las políticas que ha ejecutado el FMI son, si reconstruimos las líneas causales, una violación con extremo uso de la fuerza, de pueblos enteros. Como hemos visto recientemente, bajo la dictadura de Mubarak en Egipto, el FMI amparó el robo del patrimonio público y la privatización fraudulenta de la riqueza nacional. Cuando los pueblos alcanzan algo de poder, los amigos íntimos del FMI terminan en la cárcel. Porque los destrozos de las finanzas internacionales representadas por el Fondo son parejos en todos lados, sea en América Latina, en África, en Asia y en Europa. Cuando te has acostumbrado a poner de rodillas a pueblos enteros ¿por qué no vas a abalanzarte sobre una camarera cuando sales de la ducha? Cuando sabes que tus recomendaciones han mandado a la calle a millones de personas, cuando cada vez que has planteado que bajen el sueldo a los trabajadores a ti te han subido el tuyo, cuando no has dudado en acabar con los servicios públicos que suponían salud, educación, alimento, vivienda a millones de personas ¿por qué demonios no te vas a dar una alegría con ese ser inferior que va a limpiar tu baño, barrer el cuarto y hacerte la cama? ¿Es que se van a poner ahora las camareras como si fueran princesas? Cuando la crisis arreció hace un par de años, Strauss-Kahn hizo una advertencia: que las masas no carguen contra los ricos, porque ese empeorará la economía. Y las masas escucharon el aviso y nada pasó. Cuando no hay límites, los comportamientos no pueden extralimitarse.
La discusión que ha saltado de inmediato a los medios no es menos insultante: la socialdemocracia francesa se queda sin el candidato que subía como la espuma en las encuestas. ¿Este personaje era el que iba a liderar a la socialdemocracia del país que un día tomó la Bastilla, que se fue a las barricadas con La Marsellesa en la Comuna de 1871, que armó la Resistencia contra el nazismo? ¿Es que al final los Sarkozy, los Berlosconi, las Esperanza Aguirre han logrado que la socialdemocracia, a lo más que llegue es a buscar clones de esa extrema derecha payasa y terrible? O se cambia el sentido común que ha construido la hegemonía neoliberal o será imposible construir diferencias. La derecha consumará las agresiones. La izquierda, antes te pedirá permiso y te explicará que no es ella, sino los mercados. Incluso podremos contar con una palmadita en el hombro. Pero el resultado será necesariamente el mismo.
A veces hay justicia poética. El que iba a liderar la reinvención del socialismo francés está detenido en Harlem. Cerca de esa esquina de las calles Malcom X con Martin Luther King. Quería huir a Francia, sabiendo que allí sus caros bufetes de abogados le solventarían cualquier problema. En un avión de Air France y, por supuesto, en primera clase. Seguro que, al final, sus avezados abogados le solventarán el problema. Ya lo han hecho en el pasado. Su lógica es implacable: que quien tenga que hacerlo ponga el precio. La camarera agredida salió corriendo de la habitación en busca de sus compañeras. Las que trabajan con ella. Las que han puesto la denuncia. Las que la arroparon en ese momento terrible. Esa solidaridad entre los trabajadores que ata la mano invisible del mercado que quieren tocar donde no tiene permiso. Fue a buscar ayuda a sus compañeras de trabajo. El gerente del hotel, vaya usted a saber qué le habría recomendado. Es un hotel bien caro.
En las horas pasadas en esa comisaría se habrá tenido que imaginar dónde está. Encima, se olvidó el móvil en la habitación del hotel que abandonó a toda prisa. ¿Y qué es un broker sin un teléfono móvil? Habrá rondado por su cabeza toda esa gente pobre de Harlem que el sistema ha violado mil veces. Él, dentro. La gente, ahí afuera, mirando hacia la cárcel y esperando, esperando, esperando.
Strauss-Kahn, director gerente del Fondo Monetario Internacional y líder de la socialdemocracia francesa. Una persona con soluciones para sacar a Europa de la crisis.
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