Hicieron bien el PSOE y Unidas Podemos en entender que el enemigo era la derecha de Colón. Fue una señal de honestidad e inteligencia que permitió que el PSOE recibiera muchos votos, pero también le dio a Unidas Podemos ese halo de partido de Estado -adelantado en los debates televisivos- que necesitaba para salir de la imagen de radicalidad y sobreponerse a sus muchos terremotos. Si las dos grandes fuerzas de la izquierda se hubieran enzarzado en una pelea a cuchillo, sólo hubieran beneficiado a la derecha. La gente quería salir a votar y la discusión entre la izquierda se entiende cada vez menos. La gente quería un acuerdo entre Sánchez e Iglesias. Ahora hay que ver si Sánchez ha entendido. España ha cambiado. Ahora se trata de entenderlo.
El PSOE del ciclo neoliberal gana las elecciones cuando la emergencia nacional hace que la izquierda le preste votos que no son suyos (porque seguramente no son de nadie, sino de la calle). El PSOE de Zapatero ganó en 2004 contra todo pronóstico y ese pueblo que le votó le gritó en la calle ¡No nos falles! Terminó fallando y desencadenando el 15M. Ese PSOE sigue siendo el mismo. ¿Lo cambiarán las bases?
La amenaza de la extrema derecha ha vuelto a desatar el miedo, aún más con el spoiler andaluz de la película de miedo del trifachito, y la izquierda que le ha dado los votos a Sánchez le ha gritado en el patio de su casa: ¡Con Rivera no! Y por si fuera poco, cuando apareció en las pantallas de Ferraz la imagen de Pablo Iglesias gritaron ¡Sí se puede! Más claro agua. Tiene razón Iglesias cuando en la misma noche electoral le ha dicho a Sánchez: vamos a gobernar juntos.
Pedro Sánchez es un estratega de sí mismo. Por eso, esa misma noche le ha dicho a esas bases que le auparon a la Secretaría General, a las mismas que luego le hicieron Presidente con un discurso de izquierdas tomado de Podemos, que él va a hablar con todo el mundo y que los cordones sanitarios son cosa de la derecha. Lo dice el PSOE, que apoya en la Unión Europea una gran coalición con la derecha que mantiene las políticas de austeridad. No es muy halagüeño.
Los grandes titulares de las elecciones son: el bipatidismo se ha acabado y Unidas Podemos, pese al escenario desfavorable, ha sacado casi cuatro millones de votos y 42 diputados; el bloque de la izquierda tiene más votos que la derecha; España es plurinacional (basta ver los resultados de las fuerzas nacionalistas en Catalunya y el País Vasco y la desaparición del PP en esos territorios); la derecha radicalizada tiene casi diez millones de votos, y el hundimiento del PP de Pablo Casado, augura muchos escenarios de confrontación; y por último, el enfado abierto por el ciclo de crisis está abierto, lo que dice que el escenario electoral sigue abierto.
La derecha va a continuar su bajada a los infiernos. Casado no va a dimitir (¡Dimite tú, gritará!) pese al descalabro del aznarismo. Rivera no va a dejar paso a Arrimadas para justificar un acuerdo con el PSOE, y Abascal irá con su pistola de odio al Parlamento a echar mierda todos los días sobre los escaños. El PSOE seguirá siendo una maquinaria de partido dirigida por burócratas que, solo si le ve la ventaja personal -por ejemplo, con un fuerte empuje de sus bases- pactará un gobierno de izquierdas y caminará para hacer verdad la plurinacionalidad del Reino de España. Los medios trabajarán en la dirección contraria.
Y Podemos debiera aprovechar para reconstruir el partido roto por las deserciones y deslealtades y las trifulcas. Casi cuatro millones de votos demuestran que Podemos ha venido para quedarse y ese excelente -aunque triste- resultado demuestra que tiene que dedicarle al partido el tiempo que no le ha dedicado. La distancia en votos con el segundo y el tercer partido son mínimas. Y el sistema electoral ha vuelto a hacer de las suyas.
Unidas Podemos está en la España más dinámica, pero ha desaparecido de la España vaciada. Lo que ha ganado en la España moderna, plural, joven y plurinacional, lo ha perdido en Castilla-León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Cantabria y La Rioja. Y queda igualmente claro que todos los intentos de recrear la izquierda fuera de Podemos está condenado al fracaso: PACMA, En Marea, Compromís, ACTUA han sido votos tirados a la basura, cuando no había ninguna reclamación de esas fuerzas políticas que no estuviera recogida por Unidas Podemos.
Toca negociar. Y el primer escenario lo vamos a ver en la conformación de la Mesa del Congreso de los Diputados. Si el PSOE empieza ahí un juego de tahures, será señal de que vamos hacia una gran coalición del PSOE con Ciudadanos, diga lo que digan las bases socialistas. Y será señal de que el PSOE vuelve a escuchar a las élites, y que, como con el violín, coge el gobierno con la izquierda pero lo toca con la derecha. La otra posibilidad, la que han pedido los votantes de la izquierda, es un acuerdo de gobierno del PSOE con Unidas Podemos y otros partidos. La brutalidad con la que se ha expresado la derecha y el comportamiento que se viene de animal herido, invita a que el PSOE no se equivoque y consolide un gobierno sumando sus 123 escaños con los 42 de Unidas Podemos.
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