"El que se mueva no sale en la foto". No hay frase que haya hecho más daño a la política española en los últimos 35 años. No hay manera más cruel ni más infame de definir la sumisión, el acatamiento, la docilidad o el servilismo en el seno de un partido. No hay mejor modo de describir la rentabilidad del incienso, la alabanza y el silencio, componentes básicos de los funcionamientos sectarios.
Así ha sido durante cuatro largas décadas en este país y así podría -por fin- dejar de ser si, en este inédito momento que estamos viviendo, somos capaces de darle la vuelta a una manera de funcionar que el tiempo ha demostrado perversa, corrupta, clientelista y en consecuencia ineficaz para mejorar, en democracia, la vida de la ciudadanía.
A base de palos y bastante a regañadientes los partidos tradicionales, uno tras otro, parecen ir entendiendo que las primarias son ineludibles, que los viejos clichés hay que tirarlos definitivamente a la basura y que son muchos los usos y costumbres en los que hay que partir prácticamente de cero.
Sí, hay que moverse. Mucho. Se salga o no se salga en la foto porque se trata de servir y no de servirse. ¿Serán capaces de entenderlo de una puñetera vez?. Es el momento de buscar el talento y las herramientas allá donde estén. Los profesionales de representar durante décadas la voluntad de los demás a base de ignorarlos una vez que consiguen su voto empiezan a constatar atónitos que el chollo se les ha acabado.
No se puede entender ya la representación, en los tiempos digitales que corren, sin una mayor participación. ¿Cómo se hace eso? Habrá que inventarlo primero, pero los profesionales de la supervivencia en el poder empiezan a intuirlo y por eso están moviendo ahora alguna ficha. Con la secreta esperanza de maquillar la cosa para que nada cambie, pero esta vez me parece que va a ser que no.
Ahí quiero ver yo a los nuevos líderes. Ahí quiero ver yo a esos nuevos "humildes portavoces" doblándole el pulso a cualquier asomo de tentación autoritaria o totalitaria. Tanto Podemos, el fenómeno de moda, como la plataforma ciudadana que en Barcelona aspira a la alcaldía, con Ada Colau como cabeza de cartel, tienen ahí su primer desafío: la horizontalidad como marca de la casa, la capacidad de dotar de protagonismo cualquier propuesta por humilde y alejada del "núcleo" que parezca, la disposición a encajar críticas y a no poner mala cara cuando oyes cosas que no te gustan...
Es la hora de moverse. Lo sabemos. Salir o no salir en la foto tiene que ser lo de menos. Así debe ser si quieren que nos los creamos. Y así es como los partidos tradicionales encontrarán más dificultades para continuar funcionando como lo vienen haciendo hasta ahora.
Comentarios
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