La NASA ha sacudido una bofetada de realidad a los negacionistas del cambio climático. En una reciente publicación en Environmental Research Letters, los científicos de la agencia espacial confirman el aumento del calentamiento global. Por medio de un sistema de satélites, llamados AIRS (Atmospheric Infra-Red Sounder), capaces de medir con infrarrojos la temperatura de la superficie terrestre, han constatado cómo de 2003 a 2017 la temperatura se ha disparado, especialmente de 2015 a 2017, que han sido los años más cálidos.
Estos resultados se han constrastado con los análisis de la temperatura del aire en superficie realizados por el Instituto Goddard para el Análisis de la Temperatura de la Superficie de los Estudios Espaciales (GISTEMP), comprobando que ambos resultados van en la misma dirección. La precisión de los datos obtenidos con AIRS complementa y mejora los que ya se tenían con GISTEMP, obteniendo así una imagen más completa de la realidad. De los 15 años analizados, la investigación concluye que el año más cálido fue 2016, seguido de 2017 y, como el tercer año en el que más se elevó la temperatura, 2015.
Así pues, este nuevo método, que ofrece una resolución espacial más alta que los de GISTEMP y tienen una cobertura espacial más completa (a pesar de un registro más corto), ha servido como una validación de las estimaciones anteriores, pudiendo sentar las bases para extender las mejoras a futuras mediciones.
Gracias al sistema de satélites empleados por la NASA, es posible obtener mediciones de la temperatura en superficie, no sólo de la tierra, sino también de las regiones cubiertas por océanos, nieve o hielo. Se han conseguido datos de áreas en las que no había demasiada información, como es el caso del Ártico, el Océano Antártico y el África subsahariana.
El nivel de precisión del método empleado, incluso, ha llevado a los investigadores a pensar que los datos de cambios de temperatura en el Ártico podrían haberse subestimado con las métricas anteriores. Dicho de otro modo, el calentamiento global en los polos podría estar produciéndose más rápidamente de lo que se creía.
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